Ayer no se comentó aquí el sondeo de Metroscopia para El País
porque, no siendo urgente, pues quedan más de dos meses para las
elecciones, también estaría bien escuchar los comentarios de las partes
implicadas. Son los dichos y juicios con los que se inaugura esta
precampaña y campaña electoral y, según sean luego los resultados, a lo
mejor quedan para la historia.
En
el PP dan por perdida la mayoría absoluta y tratan de reducir los
daños. Según algunos de sus propios expertos, un resultado por debajo de
140/130 diputados obligaría a Rajoy a dimitir. Tengo la convicción de
que no hay nada en la tierra que obligue a dimitir a Rajoy. Quizá una
conspiración de palacio en su propio partido, pero eso es impensable en
las condiciones actuales. Los estrategas avizoran un pacto con C's y,
por lo que pueda pasar, ya aseguran que la figura de Rajoy es
innegociable. Si hay que decirlo, malo. Un pacto con C's es plato de
poco gusto para los conservadores pero la posibilidad les permitirá
concentrar sus ataques en el PSOE, al que Rajoy considera el verdadero
rival, por mucho que quieran serlo los de Podemos, porque es el que
puede desplazarlo de La Moncloa.
Ciudadanos
lleva una cadena de victorias y, habiendo triplicado su intención de
voto en Madrid en este año, puede aspirar sin desmesura a ganar las
elecciones, a ser el más votado. Solo le separan dos puntos del PSOE.
Es una perspectiva casi revolucionaria en las formas. Ya se vería si
también en los contenidos. El resultado de C's en Cataluña ha sido
espectacular y ha adquirido curiosamente un marchamo español que,
supone, lo propulsará en España frente a un PSOE que también está en
clave nacionalista. De lo que no parece ocuparse Rivera es de Podemos,
como tampoco lo hace el PP. Ese cuarto lugar que el sondeo augura al
partido morado, lo deja muy descolgado de las posibles combinaciones
ganadoras.
Podemos
tiene que renovar el discurso. El fiasco catalán, causante de la
dimisión de Ubasart, los ha dejado perplejos, como si no se lo
esperasen, cuando fueron a meterse en un jardín, como reconoció luego
Iglesias al decir que estaba "en otro país". Si, y en otra galaxia. Tan
perplejos que han querido aclararse con una carta abierta en la que
prueban que no han entendido nada y van a perseverar en ello. Desconfían
del sondeo de Metroscopia y afirman, orgullosos, que salen a ganar.
Hablan para su cortijo, no para la gente o los votantes. Informar de
que se presentan a unas elecciones con ánimo de ganarlas es algo
ridículo. Por supuesto. No conozco a nadie que salga a perder. Es un
discurso anticuado, propio del universo de IU y único en el que salen a
perder las elecciones porque son "cenizos". Podemos quiere ganar, no
confía en los sondeos e irá contra el PSOE.
El
PSOE aparece en cabeza, con una ventaja de una décima sobre el PP, dos
puntillos de nada de C's y bastantes más de Podemos que aún no hacía
mucho, ya había vendido su piel y aspiraba a competir de tú a tú con el
PP. La situación del PSOE lo convierte en objeto del ataque concentrado
de todos los demás. Es curioso: los otros partidos no auguran
confrontaciones entre ellos. Parece como si se hubieran puesto todos de
acuerdo para atacar a los socialistas. Estos harán bien en denunciar la
situación en el curso de la campaña: somos la única y verdadera
alternativa ya que es la que todos los demás atacan. Es un argumento con
fuerza que aparenta tener la que no tiene la actual dirección
socialista. Los hados sonríen a Sánchez. No es tan ligero de cascos como
sus dos rivales emergentes ni tampoco tan lento, plúmbeo e inútil como
su adversario de La Moncloa. En definitiva, al ser el objetivo de todos
los ataques, Sánchez adquiere una pátina de legitimidad y un carisma del
que hasta la fecha ha carecido. Per aspera ad astra.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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