De los nervios ya están en los despachos del poder económico, y el
ojo avizor tienen los vigías de las almenas de los Palacios madrileños
que parecen inexpugnables como el torreón -‘torres mas altas cayeron’-
del castillo famoso francés de Perilleux donde habitaron Julio Cerón y
Michel de Montaigne.
Todo ello con motivo del anuncio de la inminente -‘para el principio
del otoño’- aparición en Internet del diario digital de Pedro J.
Ramírez, ‘El Español’, cuya próxima salida se ha querido silenciar
expresamente en los grandes medios españoles a decir del propio Pedro J.
en su discurso inaugural ante el conjunto de su redacción (70
periodistas) y equipo de gestión (30 personas). Lo que nadie tuvo en el
arranque de un medio de Internet, además de 5.000 accionistas y más de
9.000 suscriptores.
Es verdad, un tupido velo de silencio está rodeando el despegue de
‘El Español’ con su león ‘rugiente, machacador e indomable’ -el nuestro
es de bronce y sacado del frontispicio del Congreso-, al que algún
furtivo cazador, de los que tiran con pólvora ajena, ya tendrá en su
punto de mira. Pero esa ‘omerta’ es parte del precio de la independencia
de todo poder como la que promete Pedro J., en esta su ‘tercera salida
de Don Quijote’, o singladura de Colón, que es como ha descrito el
director de ‘El Español’ su nueva aventura periodística.
La independencia (recuérdese ahora El Independiente que el
fallecido Txiki Benegas contribuyó a liquidar de un bastonazo ciego en
la nuca en la compañía de Alfonso Guerra) es en el periodismo español un
mito como El Dorado, casi imposible de alcanzar.
Pero está bien que Pedro J. lo intente y abrace esa vocación, porque
no siempre le interesó en sus anteriores viajes en Diario 16 y El Mundo,
en connivencia con poderosos dirigentes de la derecha política
española, los Landelino, Garrigues, Aznar, Aguirre, Costa y empresarios,
Conde, Villalonga, etc –‘la eterna ‘madrastra’, el quinto poder-,
porque como bien afirmó Adolfo Suárez, cuando le recordaban su pasado
franquista, ‘lo importante no es de dónde venimos, sino a dónde vamos’. Y
en la Historia de España están escritos con letras de oro los logros de
Adolfo Suárez en la Transición.
Pero ahora estamos donde estamos. En un tiempo apasionante en lo
político, económico y electoral y bueno es que se abran paso nuevos
medios en el debate nacional a través del Universo de Internet que ha
ampliado el espacio de la Galaxia de Güttenberg hasta el infinito donde
sobra sitio para todos y cuantos más mejor, porque se abrirá el abanico
del pluralismo informativo, el periodismo independiente y la libertad de
expresión.
No es nada fácil y Pedro J. lo sabe en ésta su tercera travesía
después de su ‘tercera muerte’ civil/periodística. ‘Al margen de la
calidad del muerto, aquí ha habido un crimen’, escribió Marcello después
de su cese en El Mundo a primeros de 2014. Unos hechos de los
que dará, esperamos, cumplida información que ya imaginamos guardada en
esa ‘nevera’ de los grandes temas que atesora, para clarificar su cese y
las que fueron sus duras acusaciones a los más altos Palacios del país
en la despedida de la que fue su segunda Redacción.
Es verdad que hay nervios y susurros sobre la salida de ‘El Español’:
¿Quiénes son sus accionistas ocultos?; ¿Irá a por el Ibex y por Rajoy?;
¿Tiene más papeles de Bárcenas, Corinna y Urdangarin?; ¿Conseguirá
pronto la audiencia y los ingresos suficientes para sobrevivir?; ¿Por
quién apostará para llegar a la Moncloa?; ¿Será Albert Rivera su Sir
Lancelot en las justas de la política y debates de ‘la mesa redonda’ que
reclama para su Redacción?; ¿A quién le gustaría poner al frente de un
nuevo PP? ¿Jugará al pacto PSOE-Ciudadanos o a la gran coalición?
Hay susurros y hay expectación. Y en sus 25 obsesiones programáticas y
reformistas ha incluido una que llevamos años defendiendo como es un
modelo ‘presidencialista’ para España, que garantice la separación de
los poderes del Estado. Lo que anuncia que, si se abre el melón de la
reforma constitucional en la próxima legislatura, Pedro J. se implicará a
fondo para que en esta su tercera salida no falte en su diario un firme
compromiso democrático y reformista.
¡Que viene Pedro J., que viene Pedro J.! Se comenta a media voz en
los círculos mediáticos, políticos y económicos del poder. Bueno, cada
día está más cerca y a punto de llegar, lo seguiremos con interés a ver
si lo de la independencia -‘a la tercera va la vencida’- es de verdad.
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