Entre
la gente de la "verdadera" izquierda se habla mucho de la deseable
unidad. Pero, tratando de huir de malos ejemplos del pasado, los de
Podemos rechazan el término "Frente Popular", entre otras cosas porque
en él estaban los socialistas, y afirman la necesidad de ir a algo nuevo
que llaman "unidad popular". Como todo lo que copian por ahí, es tan
nuevo como la Cibeles. De Unidad Popular era la candidatura de Allende
en los años setenta. Nada de pactos entre bambalinas. Sana unidad por
abajo, popular.
En
Andalucía ha fraguado ya esta Unidad Popular: PP, Podemos y Ciudadanos,
como un solo hombre, unidos en un frente que, por supuesto, niegan,
ponen una conditio sine qua non a Díaz para votarla como
presidenta: la dimisión de Chávez y Griñán, lo que equivale a decir que
votarán que no y tratarán de impedir a toda costa un gobierno del PSOE.
Unidad Popular. En el caso del PP y Rajoy está fuera de duda. ¿No se llama popular el
partido y el banco que lo financia, el banco Popular, del Opus, del que
el PP es mero apéndice? Que también es popular Podemos es obvio. Ellos
mismos lo dicen a todas horas: no son de derechas ni de izquierdas, ni
siquiera de centro. Son pueblo, son "la gente", los de abajo. Puro
pueblo, sano espíritu popular y patriótico en el noble sentido de lo
nacional-popular de Gramsci. ¿Y qué decir de Ciudadanos? Albert Rivera
es la personificación misma del pueblo. Este, a su vez, es de derechas,
de izquierdas, de centro, de UGT, de CCOO, de las nuevas generaciones
del PP, de los boy scouts y de todo lo que se mueva. Como el pueblo, ese
feliz pueblo.
Así
pues, Unidad Popular, franca unidad popular de los corruptos, los
neocomunistas, recambios y mutantes de IU y los tecnócratas relamidos
de la nueva derecha. Unidad, ¿frente a qué? Frente al PSOE, contra el
que se respira verdadero odio en esta coyunda de fuerzas dispares en la
forma pero análogas en el fondo que las va a llevar a todas al desastre.
El odio al PSOE, como Palinuro ha señalado en dos ocasiones (El odio al PSOE y El odio al PSOE II),
es profundo y compartido por las demás fuerzas políticas; es la
argamasa que une la derecha nacionalcatólica del PP con la no
izquierda/no derecha de Podemos, la seudoizquierda de IU y la derecha
aparentemente moderna de Ciudadanos. Un odio profundo que los junta en
ese frente común de recurso al pataleo, la conducta del perro del
hortelano y la probabilidad de nuevas elecciones anticipadas en
Andalucía que, probablemente, darán la mayoría absoluta al PSOE.
Si
yo fuera Susana Díaz, no solamente no haría nada en contra de Chávez y
Griñán sino que ni siquiera contestaría a estas bravuconadas del frente
del No, compuesto por gentes que no tienen absolutamente nada que ver
entre sí y no servirían ni para dar un paso hacia la salida. Y, si
sirvieran, sería el último que dieran pues sus respectivos electorados
no volverían a votarlos.
El
odio al PSOE obnubila. Es el ejemplo de lo que estos tres pilares de la
unidad popular más detestan. Para el PP es el partido que promulgó
la aborrecida ley del aborto, que ha costado el puesto al repelente
monaguillo Ruiz-Gallardón, el de la Ley de violencia de género, el del
ingreso de España en la CE, la permanencia en la OTAN, el de la
universalización de la enseñanza gratuita y la sanidad pública y la
garantía de las pensiones (que la derecha está ahora expoliando). El
PSOE ha hecho más por España en veinte años que la oligarquía nacional
católica en doscientos.
Para los de Podemos, el PSOE es el único partido
de izquierda que ha tenido la desfachatez de reformar mejor o peor
España sin contar con ellos porque ellos y sus antecesores los
comunistas y sus inspiradores, los anguitistas, no han hecho nunca nada
salvo hablar y bastante mal por cierto. Para los tecnorreaccionarios de
Ciudadanos, el PSOE es el único partido reformista democrático real, el
que ha hecho cambios en España que ahora ellos tienen que corregir según
unas inconcretas promesas vacías de contenido.
Esta
es la unidad popular que representa el frente unido de Podemos más el
PP y Ciudadanos con un único objetivo: que el PSOE no gobierne. Con una
expectativa de voto en torno al 12% de Podemos, está claro que esta
"auténtica" izquierda neocomunista seguirá sin gobernar, como hizo IU;
pero quizá preste un servicio muy valioso al PP, como lo está haciendo
en Andalucía, impidiendo que el PSOE llegue al poder.
Quizá,
porque no es seguro. Como tampoco es seguro que pueda bloquear mucho
tiempo la situación en Andalucía. Esta unidad popular entre los
corruptos del PP, los neotecnócratas de C's y la "izquierda popular" de
Podemos, tan claramente visibilizada en ese frente del no a Díaz puede
ser, en efecto, el fin del bipartidismo pero por hundimiento de uno de
los partidos dinásticos, el PP, en coalición con los otros dos
advenedizos.
Ya veremos cuántos de estos llegan a noviembre.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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