SANTIAGO DE CHILE.- Cientos de miles de chilenos de
clase media hace 33 años, durante la dictadura militar de Augusto
Pinochet, fueron obligados a dejar a un lado el viejo sistema de
pensiones del Estado y a incorporarse a un sistema privado de jubilación
de capitalización individual que los ha sumido en la pobreza, el cual
ha sido imitado por una treintena de naciones, incluidas Perú, República
Dominicana, Colombia, El Salvador, Costa Rica, Uruguay y México.
El régimen militar prometió que las pensiones
representarían hasta un 70% del último sueldo. Las cifras actuales, sin
embargo, distan mucho de ese objetivo.
"Para nadie es un secreto que las
pensiones no están a la altura de lo que esperarían los trabajadores y
trabajadoras", afirmó recientemente la presidenta Michelle Bachelet.
"Las administradoras de fondos de pensiones han perdido credibilidad en
la ciudadanía".
Bachelet creó una comisión asesora presidencial
para el sistema de pensiones, conformada por 25 personas, incluidos
nueve expertos extranjeros, que en agosto deberá hacer sugerencias para
mejorar el sistema.
El anterior presidente de la asociación de
administradoras, Guillermo Arthur, dijo que las críticas al sistema de
jubilaciones privadas "no tienen mucho asidero".
Indicó que las
empresas "han administrado los recursos de los trabajadores de una
manera extraordinariamente eficiente, con una rentabilidad superior al
8%".
"Si no se han alcanzado mejores pensiones", sostuvo, "no se
debe al funcionamiento del sistema de pensiones", sino al bajo monto de
ahorro en las cuentas individuales es por la escasez de aportes -un 10%
del sueldo bruto mensual-- de los cotizantes y al aumento en las
expectativas de vida de los chilenos.
La alta rentabilidad, sin embargo, no incide en el monto de la pensión.
Las
administradoras calculan las pensiones según las expectativas de vida,
83 años en las mujeres y 77 en los hombres, según una tabla de la
Superintendencia de Pensiones. Cuando cumplen un año más tras jubilarse,
le rebajan la pensión porque se estima que vivirá más del tiempo
calculado inicialmente, para que sus ahorros duren más años.
En el antiguo
sistema de reparto, las pensiones se financiaban con los aportes
mensuales de los trabajadores activos --entre el 20 al 30% de sus
ingresos brutos-- más los aportes estatales, que iban a un fondo que
financiaba las jubilaciones. Y los montos mensuales que se cobraban eran
más altos que los actuales.
Ahora no solo se cobra menos, sino
que una enorme cantidad de jubilados no puede seguir pagando un servicio
de salud privado y ha terminado en el sistema público de salud, que
atiende el 80% de los 17,8 millones de chilenos y tiene serias
deficiencias, incluidas carencias de médicos, de especialistas y de
camas hospitalarias.
En Chile las mujeres pueden jubilarse a
partir de los 60 años y los hombres a los 65, pero no es obligatorio
hacerlo a esas edades y la mayoría de los chilenos sigue trabajando para
incrementar un poco sus pensiones.
El modelo vigente obliga a los
trabajadores a ahorrar mensualmente un 10% de sus ingresos brutos, el
que se acumula en una cuenta individual, de donde salen los fondos para
pensionarse.
En la actualidad hay un período de transición en
Chile, porque abundan los jubilados que hicieron aportes tanto al
sistema fiscal como al privado, pero dentro de pocos años los retirados
serán pensionados puros de las Administradoras.
A diciembre de
2013 las seis administradoras privadas chilenas pagaron 1.031.207
pensiones del equivalente a 310 dólares mensuales, inferior a los 364
dólares del salario mínimo, según la Fundación Sol, experta en temas de
desigualdad.
"Hay quienes han cotizado toda su vida y aun así obtendrán una pensión deficiente", dijo la presidenta Bachelet.
Quienes
no han cotizado o dejaron de hacerlo, cobran un máximo de 200 dólares a
través de "jubilaciones asistenciales" creadas por el primer gobierno
de Bachelet, del 2006 al 2010.
Los únicos que rechazaron el modelo
actual fueron los militares, que siguieron con su sistema, que les
permite recibir, con 30 años de antigüedad, una pensión igual a su
último sueldo.
Quien no quiera jubilarse con una Administradora,
cuyas pensiones fluctúan a la baja, pasan sus fondos a una compañía de
seguros que le otorga una jubilación vitalicia cuyo monto mensual no
varía, pero que también es baja porque su negocio es riesgoso y no se
sabe cuánto vivirá el cliente.
Los problemas previsionales son
mundiales. "Su origen fundamental es la mayor expectativa de vida y los
sistemas han tenido que ir adecuándose", dijo Cecilia Cifuentes,
analista del conservador Instituto Libertad y Desarrollo.
Además
de enfrentar el aumento en el tiempo de vida, los sistemas jubilatorios
deben lidiar con la caída de la natalidad, que harán que haya menos
gente aportando al sistema.
Las administradoras y el empresariado
afirman que para incrementar las futuras pensiones hay que aumentar la
edad de jubilación, el porcentaje de ahorro y los depósitos voluntarios.
En
la mayoría de los países que importaron el modelo chileno todavía no se
han visto las consecuencias porque poca gente se ha jubilado con ese
sistema. En Uruguay, sin embargo, tienen desde 1996 un sistema mixto
pues presiones de grandes sindicatos lograron que se abra un período
para que los mayores de 40 años puedan elegir retornar al antiguo
sistema de reparto ante el temor de que el nuevo sistema privado no sea
eficiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario