El PP murciano no teme la irrupción de Podemos que proclama la
encuesta del CIS. Tal vez la han leído a su favor, y suponen que el
nuevo partido se limita a concentrar el voto de la izquierda sin atacar a
la médula popular. Se equivocan. También en esto se equivocan.
Si Podemos aparece como fuerza hegemónica en España es porque un
número millonario de votos que hace tres años concurrió en el PP se
desplaza ahora de manera directa al partido de Iglesias. Esto puede
resultar chocante para los dirigentes de la gaviota, incapaces de
aceptar un trasvase de esa dimensión y de tal categoría ideológica. Pero
esta es la clave que define la calidad del fenómeno. Podemos no podría
situarse a tamaña altura sin un nutrido y sustancial respaldo de
ciudadanos que hasta ahora votaban PP.
Esto también afecta a Podemos, que busca una nueva percepción. El
debate interno en este grupo, muy propio de la izquierda, se desarrolla
entre quienes pretenden conservar ‘las esencias’ y quienes están en
proceso de modulación de las propuestas ‘utópicas’.
En definitiva, el
grupo dirigente trata de combinar los efectos de la indignación general
con un tono político y programático que traslade la impresión de
alternativa pragmática.
Podemos ha salido de sus propios círculos
ideológicos y se apresta a ampliar su horizonte sociológico. Ya están
ahí. No sólo van a triturar al PSOE, con lo que apenas conseguirían
algo, pues el porcentaje del PSOE es irrelevante, sino que se adentran a
gran velocidad en el electorado popular. Se puede palpar hasta en la
calle.
Algo debería preocupar al PP la ascensión de Podemos, pues éstos no
vienen a sustituir al PSOE de 2015, sino al PSOE de 1982. Y para esto se
han de comer al PP por las patas.
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