jueves, 11 de diciembre de 2025

José Martínez Rodríguez: se nos fue el penúltimo librero tras 75 años en los soportales de la catedral / F. Poveda


Tuve con este hombre una larga conversación la pasada primavera porque mi suegro mantenía con él una muy buena relación como cliente asiduo. No podía imaginar que este librero entusiasta, el penúltimo que quedaba en Murcia, iba a entrar en barrena ya en verano por culpa de unas válvulas que no había manera de sustituir con una intervención quirúrgica y que lograba mantener en funcionamiento su corazón como podía con una medicación específica que finalmente no ha sido suficiente para obtener el alta en el hospital de la Arrixaca y llegar a los 88 años que ya José Martínez Rodríguez no ha podido cumplir y contarlo a sus amigos clientes. 

Los soportales de la Catedral acogen la librería Ramón Jiménez desde hace más de 80 años y en ella ha pasado casi toda su vida el actual dueño y antes empleado, José Martínez Rodríguez (Llano de Brujas, Murcia, 1938) un hombre que nació en el seno de una familia numerosa de ocho hermanos (de los que ya solo queda vivo uno, Fulgencio) y que se tuvo que poner a trabajar con pantalón corto en 1953 a los 13 años, exactamente igual que hizo su colega de Beniaján, Diego Marín, a los 14 en la desaparecida librería 'Biblión' de la calle Pascual y ahora el único librero clásico que nos queda en Murcia tras la reciente desaparición de este decano, persona  con una capacidad innata para conectar con el cliente .

Pepe Martínez heredó el negocio por testamento de su inicial propietario, Ramón Jiménez, casado y sin hijos que, en los años 80, decidió pasar su legado empresarial a su único empleado desde hacía tantos años para que la librería no desapareciese; el mismo empeño que tenía Pepe a través de su hija Mayte, que ha vuelto a regentar de nuevo el negocio después de un primer intento de jubilación total de su padre, que no prosperó porque la muerte de su esposa, Teresa Belmonte, le hizo retornar a los soportales hasta prácticamente el día de su fallecimiento el pasado 30 de noviembre a primera hora de la mañana.

 Decía rotundo que "a mí me da la vida venir a trabajar".  

 “Parece que el día que desaparezca de la librería no viviré”, confesaba con una sinceridad apabullante este hombre que encarnaba la esencia misma de lo que significa amar los libros y servir a su clientela comenzando por la más fiel e histórica.

Su trayectoria laboral comenzó en 1951 en la librería y papelería Magisterio Español, situada en la calle San Cristóbal. En 1982, cuando el dueño de su siguiente librería, Ramón Jiménez, falleció, Pepe pasó a ser el propietario de esta emblemática librería murciana abierta desde 1941. Los libros prohibidos los tenían en el sótano. Se vendían  libros de editorial Losada, y en los años 60 los de Ruedo Ibérico. En cuanto a su lugar de procedencia, algunos libros venían de Argentina. Él mismo era un gran lector.

Pepe pensaba y decía que "los libros en papel se venderán más o menos, pero creo que no van a morir nunca" y añadía "se nota quién lee y quién no en cuanto hablas con las personas. Los libros dan educación, ilustración y saber hablar, enseñan mucho", él que hizo la mili con el rey Juan Carlos quien lo visitó en mas de una ocasión para comprarle libros al residir los fines de semana durante el curso en la Academia General del Aire justo enfrente, en la casa-palacio de los condes de Montemar de la calle Salzillo. 

Hasta Ernest Hemingway se presentó en la librería cuando Pepe acababa de entrar y aún era un crío. También estuvo una vez Mario Vargas Llosa cuando nuestro hombre era todavía un jovenzuelo. Los autores murcianos pasaron casi todos por esta librería, de las abiertas la más antigua en la actualidad. En ella pasó nuestro hombre más de siete décadas porque empezó como aprendiz en este negocio histórico del centro de la ciudad.

Lo que más le gustaba era hablar con el público y recomendarle libros y que luego volviesen a decirle que les gustó la obra que les recomendó. Lo hizo hasta hace pocas semanas porque no sabía hacer otra cosa que vender libros, algo que le encantaba, y que le ha hecho morir con las botas puestas abriendo hasta los domingos por la mañana de septiembre a junio. 

Era un profesional del libro de los que ya apenas quedan en nuestro país porque seguía atendiendo con amabilidad a los clientes de la librería hasta el pasado octubre. "Los clientes que tenemos son antiguos, los vamos manteniendo", confesaba a los amigos.

Como decían sus clientes más asiduos, entre ellos mi suegro el escritor Felipe Palacios, su presencia constante convirtieron la librería Ramón Jiménez en un lugar de referencia para varias generaciones de lectores murcianos gracias a Pepe y durante casi 75 años. 

«Ha descansado en paz, rodeado de sus hijos, José Clemente y Mayte», informó la familia en las redes sociales de la librería. «Toda una vida dedicada a este negocio y a todos ustedes que le han acompañado», subrayaban. 

La familia de José Martínez, que tenía esos dos hijos y nietos (Paco Pepe y Hugo), ya ha anunciado que continuarán con su legado al frente de la mítica librería "tal y como él hubiera querido". 

 "Se ha dejado todos sus ahorros para que esta librería siga en pie", destacaba la hija que le acompañaba en la librería.

Enamorado de los libros y de poder venderlos, Pepe espetaba a sus clientes de más confianza, "los libros compradlos en librerías, no en supermercados". 

Ahora le ha llegado la hora del descanso más merecido y muy posiblemente su alma esté reubicada en la biblioteca celestial porque la suya es hoy la más grande de las librerías murcianas en un espacio tan pequeño y sin poder ser batida por las grandes y medianas superficies.

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