viernes, 2 de mayo de 2025

Donde no hubo apagón en España (ni en Cartagena) / Juan Carlos M. Torrijos *


El lunes 28 de abril ya ha pasado la historia como el día del "apagón total" o, como ahora gusta decir a mucha gente, el “blackout " español.

Aunque técnicamente el “apagón” no afectó a toda España, pues quedaron a salvo los archipiélagos de Baleares y Canarias, así como Ceuta y Melilla, el territorio peninsular (el español y el portugués) estuvieron casi 12 horas a oscuras. Además, sufrimos otro “apagón informativo” por parte del Gobierno, a lo que ya estamos acostumbrados…, pero eso es “harina de otro costal”.

En lo que no hubo “apagón” fue en la incompetencia, ampliamente demostrada, en la pésima gestión previa del sistema de Red Eléctrica Española (REE).

Donde tampoco hubo “apagón” es en algunos casos, como el que relato a continuación en la ciudad de Cartagena, en lo que creo que se puede calificar, sin temor a equivocarse, como una “incompetencia” municipal para la adecuada gestión de la emergencia o, si se prefiere, como “desidia y menosprecio al ciudadano”. 

Esto sea dicho sin perjuicio de alabar la gestión y la actitud de las policías nacional y local y demás servicios de emergencia ampliamente desplegados, que facilitaron que el “apagón” alterase mínimamente el ritmo de la ciudad; sólo lo que imponía el hecho de no tener suministro eléctrico. También es de destacar la exquisita actitud de los ciudadanos de a pie, apoyándose mutuamente.

Relato mi propia experiencia.

Llego a la ciudad Departamental, como antes se acostumbraba a decir o "trimilenaria" más al uso actual, sobre las 15:15. Una vez estacionado mi vehículo, pensé que la falta de fluido eléctrico y de la consiguiente conexión a Internet, desde hacía ya más de cinco horas, habría llevado a la supresión momentánea de la obligación de abonar la tarifa para aparcar en la zona de aparcamiento regulado (la famosa ORA). Craso error.

A eso de las 15:20, pienso que, por si acaso, tengo que obtener el ticket de aparcamiento, conociendo de sobra cómo se las gastan algunos servicios públicos en esta ciudad. Intento totalmente infructuoso por la falta de fluido eléctrico ya que, aunque los expendedores funcionan con energía luz solar autónoma, no podían conectarse a Internet y, por consiguiente, no se podía realizar el pago con tarjeta (mi caso, ya que no suelo llevar monedas sueltas y no funcionan con billetes).

Abordo a uno de los varios trabajadores de la empresa que gestiona la vigilancia de la ORA, presentes, curiosamente, en la zona y le pregunto si hay que abonar la tarifa correspondiente. Me responde, algo sorprendido por mi pregunta, que claro que hay que pagar ya que las máquinas funcionan con energía solar y lo hacen correctamente. 

Le objeto que de acuerdo, pero que el pago con tarjeta no puedo hacerlo, a lo que me contesta que entonces debo pagar con efectivo (tampoco podía hacerlo mediante la aplicación correspondiente, por la falta de conexión a Internet) y, sin más explicaciones, me deja allí.

Entonces, comienzo a pensar en qué establecimiento de los que me conocen podría solicitar cambio. Y digo de los que me conocen, porque a ver quién iba a uno cualquiera, ya que estaban casi todos abarrotados, llenos de gente. 

Desde los bares (curioso, ¿verdad?) a las ferreterías intentado adquirir un camping gas, ya agotado en toda la ciudad, pasando por los estancos, para comprar cartones de tabaco (se ve que por si se prolongaba el asunto, pues nadie nos decía nada, salvo las emisoras de radio, eso sí, si tenías pilas o la oías en el coche) o las farmacias, que solo dispensaban medicamentos que se pueden adquirir sin recta.

No obstante, inmerso en esos pensamiento y tras otro infructuoso intento de abonar la tarifa de la ORA con tarjeta, me sorprende la señora que justo antes que yo, y que sí disponía de efectivo, había obtenido su ticket, al ver mi enésimo intento por pagar, me ofreció todas las monedas de las que disponía y que no acepté por pura "vergüenza torera".

Al final decido ir a pedir cambio al estanco; cambio con el que pude obtener el ticket reglamentario (que adjunto como prueba de mi testimonio).

Señora alcaldesa, entiendo que ante la situación del apagón estaba usted muy ocupada como para caer en cómo quitar a los ciudadanos de Cartagena una tribulación más: la de tener que pagar el aparcamiento regulado y sólo con monedas. 

Lo del concejal responsable del área correspondiente ya lo entiendo menos. En todo caso, habrá que sumarlo a la lista de "incompetencias" o, casi mejor, a la de las operaciones más allá del nivel de competencia, del responsable.

El caso es que el pasado 28 de abril, el ciudadano “apagado" en Cartagena tuvo que buscar efectivo y, posiblemente, si no lo encontró, tendrá que hacer frente en los días venideros a la correspondiente sanción que le llegará desde el Ayuntamiento.

Desde estas líneas conmino a doña Noelia Arroyo, alcaldesa de Cartagena, a que las multas de la ORA que hayan podido imponerse tras el “apagón", así como lo recaudado por estacionamiento en la zona de la ORA durante el mismo, se dedique a los colectivos más vulnerables de la ciudad, ofreciendo lo recaudado a alguna de las múltiples organizaciones benéficas que operan en Cartagena, como Cáritas, o a las Hermanitas de los Pobres, que tanto hacen por los mayores más vulnerables de esta maravillosa ciudad. Espero que así lo haga y así nos lo haga saber a los ciudadanos.

Por cierto, otro “servicio” que funcionó perfectamente en toda España fue el de los radares de tráfico, alimentados con fuentes autónomas de energía solar. Al menos esos sí que siguieron prestando su inestimable servicio.

Un saludo desde mi atalaya.

 

 (*) Abogado

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