Campaña electoral más sentencia, igual a tensión al 
cuadrado. Estaba escrito. Una vez conocido el fallo del Tribunal 
Supremo, la repetición electoral coincide ahora con una escalofriante 
crisis de orden público en Barcelona, con el derrumbe político de la 
presidencia de la Generalitat y una fenomenal ola de inquietud en toda 
España. La ulsterización de Catalunya y no el Brexit salvaje podría 
convertirse en el más grave acontecimiento europeo de finales de 
octubre. 
Perspectiva. Es necesario trazar perspectivas. Si 
observamos bien el caótico cuadro, veremos como algunas de sus líneas se
 cruzan en un punto situado en la latitud 51º30’30’’N y la longitud 
0º07’32”O. Se cruzan en la ciudad de Londres. Vamos a intentar 
explicarlo. El tema es delicado.
La repetición de elecciones en España comenzó a dibujarse la noche del 26 de mayo, cuando Pedro Sánchez comprobó
 la mejora de los resultados del PSOE y el trompazo de Unidas Podemos en
 las elecciones europeas y locales, en relación con las generales de 
abril. Una tercera vuelta podía ser golosa. Subida del PSOE por encima 
del 30%, descalabro de Unidas Podemos, entrada en juego de la escisión 
de Íñigo Errejón y bajón de Ciudadanos, ofrecían a Sánchez una magnífica carta astral.
La repetición electoral fue madurando lentamente. Otoño, 
ciertamente, presentaba problemas, empezando por la posibilidad de un 
Brexit salvaje el 31 de octubre, diez días antes de las elecciones 
españolas. Se elaboró en la Moncloa la teoría de la Mayoría Cautelosa: 
en un clima de incertidumbre general, los españoles se decantarían por 
el PSOE como principal garantía de gobernabilidad. No tardó en formarse 
una comisión interministerial, presidida por Carmen Calvo, que se encargaría de evaluar semanalmente los riesgos del Brexit.
¿Acaso ignoraban estos planes la sentencia del Supremo y 
sus posibles efectos en Catalunya? Esta es una de las preguntas clave 
para la crónica política de este otoño. En julio, Sánchez llegó a 
comentar a algunos periodistas la posibilidad de que la sentencia se 
aplazase en caso de repetición electoral. No estaba en sus manos 
decidirlo y a la vista de los acontecimientos queda claro que el juez Manuel Marchena no quiso demorarse, para que la prisión provisional de Jordi Cuixart y Jordi Sànchez no superase el tiempo máximo de dos años. Al Tribunal de Estrasburgo no le gusta que se abuse de la prisión preventiva.
Waterloo está más cerca de Londres que Madrid. En los últimos meses, Carles Puigdemont
 ha declarado en reiteradas ocasiones que los dos principales problemas 
de la Unión Europea son el Brexit y Catalunya. Efectivamente, calendario
 en mano, el Brexit salvaje prometido por Boris Johnson podía 
coincidir con el impacto de la sentencia del Tribunal Supremo español. 
Era perfectamente posible que a finales de octubre, el hombre de 
Waterloo se enfrentase a otra demanda de extradición. Tenía que 
reorganizar sus líneas defensivas. 
Brexit salvaje y protestas de alto voltaje en Catalunya, 
que esta vez no podían limitarse a unas manifestaciones oceánicas, el 
tipo de respuesta por el que optaba Esquerra Republicana. Había que 
hacer algo más y al exalcalde de Girona siempre le han interesado la 
política internacional y las nuevas tecnologías. En junio comenzaron las
 protestas en Hong Kong, que culminarían en agosto con una espectacular 
ocupación del aeropuerto, coordinada desde las redes sociales. En la 
antigua colonia británica en el Mar de la China Meridional no se mueve 
una mosca sin que lo sepan en Londres y en Pekín. 
En verano, las referencias a Hong Kong empezaron a ser 
frecuentes en la literatura procesista catalana. A principios de julio, 
en una reunión celebrada en Ginebra (Suiza) por distintos actores del 
independentismo, con asistencia de Puigdemont y Joaquim Torra, se decidía “externalizar” las protestas para no poner en riesgo la Generalitat, como ha explicado en este diario Lola García. Comenzaba a gestarse la plataforma digital Tsunami Democràtic con el pack Hong Kong incorporado. Un proyecto sofisticado.
El pasado lunes, una vez conocida la sentencia, Tsunami 
Democràtic convocaba a través de Telegram la ocupación del aeropuerto de
 El Prat. Miles de personas secundaron la acción, desmovilizada a 
medianoche, cuando la policía empezó a actuar con contundencia. 
El martes, Puigdemont intentaba acceder a la sede del Parlamento Europeo en Bruselas y le cerraron el paso. Aquel mismo día, el speaker de la Cámara de los Comunes, John Berkow,
 manifestaba su predisposición a invitar al hombre de Waterloo a hablar 
en Westminster, en el curso de un debate sobre la situación en Catalunya
 a iniciativa de diputados galeses y escoceses.
El miércoles se iniciaba una batalla campal en el centro 
de Barcelona, fuera del control de la plataforma del Tsunami. Otros 
protagonistas. Otras redes. Otro oleaje. La furia de los jóvenes 
independentistas que se sienten frustrados y algunas cosas más, que 
llevará tiempo conocer. 
El pack Hong Kong ha sido desbordado en Barcelona, 
mientras en Londres intentan avanzar a trompicones hacia un Brexit 
pactado, que mantendría el derecho de veto de España sobre el estatus de
 Gibraltar.
(*) Periodista y director adjunto de La Vanguardia

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