Entre la esperanza y el miedo, esta es
la encrucijada en la que se encuentra nuestro país, tras cinco años
vertiginosos y nada más salir del proceso electoral andaluz. ¿Qué
dinámica se impondrá en los próximos meses?
Si gana la esperanza,
seguirá abierta la oportunidad de transformar para mejor nuestra
sociedad; si por el contrario se instala el miedo, se corre el riesgo de
retroceder hacia una involución donde pierdan la democracia y los
derechos humanos, ahora que la extrema derecha asoma en el panorama
político español.
Es necesario volver a situar en el centro del debate político lo que realmente importa a los ciudadanos:
Asegurar
un empleo estable y salarios suficientes para lograr un nivel de vida
decente, garantizar una sanidad y educación públicas, gratuitas y de
calidad para todos y todas, incluidos inmigrantes y refugiados; abordar
políticas que eliminen para siempre el machismo estructural de nuestra
sociedad y todas las violencias que lleva acarreadas; garantizar el
acceso a una vivienda digna; recuperar el concepto de un medio ambiente
saludable y sostenible como la base de los derechos humanos de tercera
generación, y prepararnos de verdad para la transición ecosocial que
evite el colapso ambiental como consecuencia del Cambio Climático.
En
suma, generar un discurso de la esperanza, donde las cosas puedan
cambiar a mejor. Pero también es necesario desenmascarar las mentiras en
las que se basa el discurso del miedo: es falso que España esté rota,
es falso que estemos inmersos en una invasión de inmigrantes, es falso
que se vaya a prohibir la religión católica (o cualquier otra religión),
todas estas mentiras son las que agitan los miedos que desembocan en el
voto a la derecha extrema, ya sea la de Vox, o la del PP aznariano, o
la del Ciudadanos de la exaltación patriótica. Sin las mentiras y el
miedo ese voto no existiría.
Pero
no debemos olvidar otro hecho importante: la dinámica de la ira y la
indignación. Se dice que «todos los políticos son iguales» y se acaba
generando un voto del enfado destructivo o un aumento de la abstención.
Hay razones para esa indignación, pues la corrupción sigue campando a
sus anchas, la crisis ha devaluado el trabajo con salarios miserables
para una mayoría y la cultura del pelotazo vuelve a resurgir.
Salimos de
la crisis más pobres y más desiguales, la política de los últimos dos
años no ha puesto coto a estos desmanes: la gente percibe un cambalache
institucional entre los partidos tradicionales para que las cosas
realmente no cambien, pero también se percata de que los nuevos partidos
no han logrado impedir esa farsa.
Por
todo ello, y para entrar en la dinámica de la esperanza es necesario
que se alcance un acuerdo de confluencia regional y municipal en
candidaturas unitarias de confluencia por las siguientes razones:
Es
un mandato democrático de sus inscritos y militantes: en Izquierda
Unida, en su consulta de junio de 2018, votó un 77% a favor de la
confluencia; en Podemos en marzo de 2018 ganó el sí en la Región de
Murcia con el 84% del total de votos emitidos; todavía más en los
municipios de Murcia (86%) o Cartagena (92%), que deberán ser referentes
en el proceso de confluencia.
No
hay razones ideológicas, ni para la política municipal ni para la
regional, que justifique que Podemos, Izquierda Unida y Equo concurran a
las elecciones en listas diferentes que competirían entre sí. La
ciudadanía interpretaría que lo realmente importante es quién está en
las listas electorales o cómo se realizará el reparto de futuras
subvenciones, y no lo verdaderamente sustancial: el modelo de Región o
de ciudad que se debe construir de forma común y plural.
La
prioridad de la negociación no puede ser el porcentaje que cada quien
tenga en una lista. Si se persiste en esta vieja manera de actuar se
perderá, una vez más, la oportunidad de ofrecer a los ciudadanos un
modelo de transformación de la realidad que sea viable y progresista. Y
cada oportunidad perdida aumenta el desconcierto en la izquierda.
Los
movimientos sociales (asociaciones ecologistas, de apoyo a inmigrantes y
refugiados, de afectados por las hipotecas, de apoyo a la educación y
la sanidad públicas, de solidaridad internacional, colectivos LGTBI,
grupos feministas, etc.), habitualmente recelosos a apoyar a partidos
políticos, se distanciarán todavía más si se produce una competencia
entre distintas opciones de cambio.
Es
necesario construir un amplio movimiento de base que simpatice y apoye
las políticas de transformación progresista. En muchos barrios y
pedanías, diputaciones, municipios medianos y pequeños, ya hay personas
trabajando juntas por el cambio desde hace tiempo. Los concejales y
concejalas en los Ayuntamientos deberán dar ejemplo de confluencia en
los meses que quedan de labor política institucional.
La
división y la competencia entre las opciones para un cambio en la
Región de Murcia provocará que la ciudadanía progresista se desmovilice
en el peor momento, justo ahora, cuando más falta hace recuperar cada
voto que se fue a la abstención.
Por
todo ello, para volver a recuperar la esperanza, es necesario que se
anuncie lo antes posible que se ha alcanzado un acuerdo de confluencia
entre Podemos, Izquierda Unida y Equo para ir juntos en las elecciones
municipales y regionales. Es necesario que quienes han trabajado en
Cambiemos Murcia y Ahora Murcia se identifiquen y participen en ese
proyecto común.
Con este anuncio comenzará una campaña movilizadora
donde la ilusión vuelva a aparecer entre las personas que apuestan por
el cambio y ven que todavía es posible alcanzarlo. Este acuerdo debe
extenderse a la totalidad de los municipios murcianos en las mejores
condiciones para cada localidad.
Las
tareas a realizar en la Región y en cada uno de sus municipios son de
tal calado que si las negociaciones precisas no son capaces de trabar un
acuerdo se podría acudir a algún tipo de mediación. Es una de las
formas más corrientes de resolver conflictos aparentemente irresolubles y
que, por la amplia posibilidad de diálogo y escucha entre ciudadanos y
ciudadanas, nunca deberíamos desechar.
(*) Intelectuales murcianos de izquierda
- Antonio Campillo.- Teresa Vicente.- Antonio Urbina.- Julia Martínez.-Patricio Hernández.- Alicia Poza.- Lola López Mondéjar.- Jose Daniel Espejo.- Manuel Tovar.- Maria José Campillo.- Pedro Aparicio.- Mercedes Trujillo.- Felipe Iracheta.- Josefina Pérez.- Mariano Cano.- Encarna Aguirre.- Juan Miguel Margalef.- Angeles Trujillo.- Gabriel Navarro.- Álvaro de Verástegui.- Antonio Galiano.- Cristina Guirao.- Angel Alcántara.- Jesús Solá.- Ana Fructuoso.- Leandro Sánchez.- Víctor Egio.
Ojo a la lista de "intelectuales". Con esta gente estamos perdidos, Vox le dará la mayoría al PP, pero no pueden quedarse callados o ir a mondar acequias, tienen que sacar sus egos a relucir un rato.
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