Camino de las nuevas elecciones tras el 
fracaso de los partidos en las negociaciones, nadie sabe qué pueda pasar
 porque se dan demasiadas novedades, porque no hay precedentes, porque 
el contexto es radicalmente nuevo, porque el sistema en su conjunto ha 
cambiado ya profundamente. Es más, muchos sostienen que no pasará nada 
(entre ellos, en cierta medida El País), y que todo seguirá como 
hasta la fecha, lo cual, desde luego, no es una posilidad absurda en sí 
misma. Los seres humanos somos imprevisibles porque si fuéramos 
previsibles, no seríamos seres humanos.
Entrando en un terreno específico, en el concreto que nos presenta El País,
 lo más llamativo es la seguridad con que se afirma que va a pasar lo 
que el común de la gente juzga que va a pasar, esto es que aumentará la 
abstención. Y lo subsiguiente: que ello beneficia más a la derecha, otra
 píldora de saber convencional. Igualmente se afirma que el PP mantendrá
 su liderazgo y que la suma aritmética de los votos de IU y Podemos 
producirán el ansiado sorpasso. Todo muy razonable, sosegado, 
tranquilo... y tan probable como lo contrario. Lo único que este posible
 contrario tiene en su desfavor es precisamente que las empresas 
demoscópicas estén vaticinando un resultado, no con el fin de describir 
una realidad que se encuentren, sino de crearla. 
¿Por
 qué va a votar cerca del 30% del electorado por la banda de malhechores
 que gobierna? Por nada, obviamente, y es probable que no lo haga. El 
partido responsable de este desastre en todos los órdenes de la vida, 
presenta como candidato al presidente en funciones. Como si se hubiera 
bañado en las aguas del Jordán y no fuera ahora el mismo personaje 
inenarrable, mezcla de estupidez, arrogancia y corrupción y responsable 
último de esta catástrofe en que se encuentra la gran nación.
Pero
 lo más llamativo es el pronóstico de que los votos sumados de IU y 
Podemos superarán a los del PSOE, lo cual preanuncia el ansiado sorpasso anguitiano,
 alfa y omega de la existencia de este cómico personaje. Este logro, de 
darse, dejaría al PSOE a un paso de la extinción, motivo por el cual, el
 partido del primer y verdadero Pablo Iglesias, necesita revalidar y, a 
ser posible, mejorar sus resultados del 20 de diciembre si el aspirante 
Sánchez quiere seguir en su puesto.
Estos
 anticipos son tan razonables y de sentido común que hieden a falsos a 
la legua. Y ¿en qué reside su falsedad? En que no han contado ni una vez
 con el cambio de actitud del electorado. Se dice con frecuencia que la 
irrupción de los partidos emergentes y el cambio en el sistema de 
partidos alterará mucho el la forma y el fondo de la interacción 
política. IU, maltratada en su día por Iglesias, se toma ahora la 
revancha y, sabiéndose cada día más fuerte, se atreve a poner 
condiciones al amado jefe de Podemos. 
Frente a esta recuperacion del 
espíritu crítico el propio Podemos toca con sordina porque sabe que 
tiene ante sí un descenso considerable de votos por su actitud arrogante
 y necia.  De ahí que vaya en coalición con los comunistas del más 
oscuro pasado, bajo la advocación del septuagenario líder a quien otorga
 la condición de intelectual orgánico. Trata de conseguir el triunfo de 
una causa ambigua cuyo principal defecto consiste en que lleva la 
derrota en el comienzo mismo de la victoria.
Por
 último, tampoco el destino del PSOE está escrito y, como el de los 
otros dos, será lo que sus dirigentes quieren que sea. Los dirigentes, a
 su vez, aparte de pelearse entre sí para garantizar la continuidad de 
los restos del PSOE solo tienen una posibilidad de mantenerse haciendo 
frente a la mala fe de Podemos. El juego sucio de este consiste en 
asegurar que su lucha es contra el PP contando con el PSOE como aliado, 
lo cual es falso. Su verdadero adversario es el PSOE. El PP, en cambio, 
lo que los estalinistas llamaban un aliado  "objetivo".
En términos genéricos y periodísticos, hasta puede volver el bipartidismo.
En términos genéricos y periodísticos, hasta puede volver el bipartidismo.
La República catalana
Cuando quieras saber cómo van las cosas, qué fuerza tienen los 
programas, los partidos, que apoyos las opciones, no vayas a las 
ciudades con cientos de miles o millones de habitantes porque no son 
buenos indicadores. En las grandes urbes, en las megalópolis hay siempre
 infinidad de gente aburrida, ejércitos de ociosos que no tienen nada 
que hacer y a quienes basta a veces una convocatoria en un día de sol 
para que te llenen una plaza, un parque o una gran avenida. Pero su 
asistencia no querrá decir casi nada. Hubieran ido de mejor grado a un 
partido de fútbol o un concierto. No es difícil dirigirse a una 
muchedumbre en las ciudades. 
Una mínima organización, una convocatoria 
atractiva, algún interés añadido como una banda de música, y tendrás una
 asistencia numerosa, nutrida. Si verdaderamente quieres saber cómo 
están las cosas, qué posibilidades tienen las distintas propuestas, ve a
 las ciudades pequeñas, a los pueblos, averigua cuánta gente acude a las
 convocatorias. Si no va nadie o lo hace muy poca gente, si la 
asistencia es mínima, no auguro buen futuro a la causa que defiendas. Es
 la movilización en las pequeñas poblaciones, en los pueblos, la que nos
 da la medida del apoyo a una causa. 
La independencia de Cataluña moviliza a 
la gente en los pueblos de una forma constante. He celebrado actos, 
reuniones, conferencias en muchos pueblos catalanes, del interior y de 
la costa, más industriales, más agrícolas, más comerciantes y siempre me
 he dirigido a auditorios muy numerosos. La gente, la sociedad en su 
conjunto, está muy movilizada. Supongo que muchos de los asistentes 
podrían estar en otros lugares, quizá paseando por la sierra o por el 
monte o montando en bicicleta, pero el hecho es que acuden a las 
convocatorias de la Assemblea Nacional Catalana, llenan los locales a 
rebosar, atienden a conferencias y escriben en twitter sobre el 
acontecimiento. Y luego, otras viralizan.
Los
 dos últimos actos a que he asistido han sido en localidades medianas o 
empequeñecidas con población media o muy escasa. Sin embargo, en los dos
 lugares la asistencia muy concurrida. No hay otro tema en Cataluña que 
suscite tanto interés. Nada parecido es posible en España. El apoyo al 
independentismo es masivo en el Principado. Esto no es una ventolera ni 
una moda pasajera. Responde a una voluntad generalizada y claramente 
expresada. Es imparable.
Pero para verlo hay que salir de los grandes centros urbanos e ir al interior, al corazón del país. El viernes estuve en Sabadell, hablando sobre el derecho a decidir. Dialogué con Pere Cardús y la presentación fue de Quim Dausa. Ayer, en Matadepera, hablando sobre el impacto de la República catalana en España, en Europa y en el mundo. La presentación, de Pere Mas.
Pero para verlo hay que salir de los grandes centros urbanos e ir al interior, al corazón del país. El viernes estuve en Sabadell, hablando sobre el derecho a decidir. Dialogué con Pere Cardús y la presentación fue de Quim Dausa. Ayer, en Matadepera, hablando sobre el impacto de la República catalana en España, en Europa y en el mundo. La presentación, de Pere Mas.
Gracias a lo presentadores, gracias al público. Han sido grandes experiencias.
Donec Perficiam.
 
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED  

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