MADRID.- No  le gusta hablar de ello, pero no puede evitar escucharlo. Casi siempre,  leerlo. Está en múltiples quinielas, y más de uno le sitúa ya como  ministrable en la cartera de Economía con un próximo Gobierno Rajoy o,  incluso, de gobernador del Banco de España, en pugna directa con otro de  los candidatos españoles, José Manuel González Páramo. Experiencia no  le va a faltar. Extraordinariamente respetado en el mundo económico  actual, Luis de Guindos reitera una, dos y tres veces si hace falta que  la solución de la crisis en España pasa por un plan integral de política  económica que deberá de poner en marcha ya el Gobierno, y si el actual  «no tiene capacidad, ganas ni sabe, que convoque elecciones generales de  inmediato y que lo haga el siguiente». Consejero, además, del Banco Mare Nostrum (Cajamurcia), lo entrevista 'Abc'.
—Vivimos un momento lleno de contradicciones...
—Sí,  y de las contradicciones muchas veces surgen soluciones curiosas,  imaginativas, uno se busca la vida, por eso soy optimista a pesar de  todo...
—Desde ese optimismo, ¿cómo percibe la situación presente de la economía española?
—Por  desgracia, España está enmarcada dentro de la zona de riesgo de los  países periféricos. Pero, independientemente de lo que digan las  noticias día a día, nos debemos marcar como objetivo fundamental salir  de ahí, porque España nunca ha estado al borde de ningún rescate como  Grecia, Irlanda o Portugal. Ese debería ser el objetivo número uno de la  política económica de España. 
—¿Haciendo qué exactamente?
—Fundamentalmente  generando confianza en la economía española y credibilidad con respecto  a la capacidad del país para crecer en el medio plazo. ¿Cómo? Con una  política económica dirigida estrictamente a una austeridad  presupuestaria con la que cumplir los objetivos de déficit que nos hemos  marcado, y, sobre todo, recuperando el crecimiento económico. Porque si  no recuperamos el crecimiento económico, el plan de austeridad por sí  mismo no tendrá efecto. Por tanto, para tener confianza y credibilidad  es necesario convencer a los mercados y a nuestros socios de la Unión de  que vamos a cumplir los objetivos que nos hemos marcado. Por ejemplo,  el de alcanzar un déficit público en dos años del 3% del PIB pero que  simultáneamente se va a hacer a través de un crecimiento económico,  mejorando la competitividad de España y mejorando la capacidad de  generación de empleo.
—¿Cómo generar más empleo si la actividad económica sigue parada?
—Para  crear crecimiento económico hace falta un plan integral desde el punto  de vista de la política económica española. Que parta de un diagnóstico  de nuestros desequilibrios. Tenemos un nivel de endeudamiento elevado,  una reestructuración pendiente en el sistema financiero, un mercado  laboral que ha penalizado la generación de empleo, una burbuja  inmobiliaria que todavía no se ha ajustado en sus precios, un problema  de pérdida de competitividad acumulada, que se ha corregido solo  parcialmente... En España se han hecho ajustes, sí, sobre todo lo ha  hecho el sector privado, pero son ajustes parciales, no totales que son  los que verdaderamente se necesitan. Lo que hay que hacer es que este  plan integral parta del diagnóstico de los ajustes pendientes y de  alguna forma nos lleve a que la política económica intente acelerar  dichos ajustes para rebotar lo antes posible. 
—¿En concreto?
—A  la austeridad obligada, más reformas. En el mercado laboral,  fundamentalmente la reforma de la negociación colectiva, que es vital  para la economía española. La de las cajas de ahorros, que me da la  impresión de que nos volvemos a quedar atrás. Liberalizando todo lo  relacionado con el mercado de alquileres, ya que en España tenemos,  según los últimos datos del Ministerio de Fomento, unas 700.000  viviendas vacías, que deberían salir al mercado de alquiler. Cambiando  la regulación comercial, ya que la que tenemos pone trabas a la  inversión, algo que no nos podemos permitir en estos momentos. Hay que  liberalizar otros mercados, como los servicios profesionales; tenemos  que lograr una política energética relativamente razonable, que vaya a  las fuentes de la generación del déficit de tarifa y las corrija... Todo  ese tipo de cuestiones si las tratamos y de alguna forma generan  confianza y credibilidad, pueden poner a crecer a la economía española  rápidamente.
—¿Con el Gobierno actual parece bastante complicado?
—Estamos  viviendo ya los últimos minutos de esta legislatura, y la percepción  que existe es que evidentemente la legislatura está agotada. Eso no son  buenas noticias, porque la prioridad de España tiene que ser la  implementación de las reformas, si eso no lo puede hacer este Gobierno  es mucho mejor que se convoquen elecciones cuanto antes, que haya un  nuevo Gobierno que tenga un mandato claro al respecto, y que lo ponga en  marcha. No nos podemos permitir continuar como hemos estado en los  últimos meses, en los que se anuncian reformas y luego ni son las que se  esperan ni las que se deciden se ejecutan.
—Resulta  paradójico que Rubalcaba, como próximo candidato socialista a la  presidencia del Gobierno, se esté dedicando con sus declaraciones a  intentar recuperar la «o» del partido...
—Esas  contradicciones internas, que pueden ir a más, son incompatibles con el  mensaje que tiene que mandar ahora España, tanto a sus socios de la  Unión como a los mercados.
—¿Hay que olvidar ingresar más vía subida de impuestos? 
—Creo  que existen aún muchas partidas en las que se puede reducir gasto.  Existen solapamientos, duplicidades... es curioso que durante la crisis  el empleo público haya crecido, son cuestiones que no te puedes permitir  en un momento como el actual. Por tanto, aún hay posibilidades de  recorte. A ello hay que unir el hecho de que hay que intentar  racionalizar las prestaciones de los servicios públicos que son muy  importantes para el tema del bienestar social, como es la educación y la  sanidad. Vuelvo a repetir todos tenemos que ser más corresponsables,  pero matizado y ajustado por el nivel de renta de contribuyentes y  beneficiarios.
—¿Para controlar el déficit de las comunidades autónomas será suficiente con fijar un techo de gasto?
—Es  absolutamente imprescindible incluirlo en la ley de estabilidad  presupuestaria, de la que se eliminó una parte en 2005, un apartado  donde se decía que las CC.AA. no podían tener déficit. Lo matizamos con  un concepto evanescente que era el equilibrio a lo largo del ciclo. Eso  fue un error. Calcular cuál es la posición cíclica de la economía en un  año en concreto es una especie de canto al sol que siempre da como  resultado que se puede gastar.
—Siguen faltando reformas para controlar ese déficit...
—La  de la negociación colectiva. Hay que dar posibilidades claras para que  haya más convenios colectivos de empresa. En España, el ajuste ante una  caída de la demanda en las empresas, siempre es el mismo, echar a los  temporales, y eso hay que evitarlo. Es lógico que si hay una caída de  demanda, la empresa tenga que ajustar sus costes. Pero la peor forma de  ajustar sus costes, desde todos los puntos de vista (social, laboral,  económico, presupuestario...) es despidiendo temporales. Conviene tener  en mente la reforma de la negociación colectiva que hizo Alemania en  2003, que le ha permitido que, a pesar de que tuvo una caída muy  importante de la actividad durante los años más calientes de la crisis,  no hubo destrucción de empleo. Después, con la recuperación, los  alemanes se han subido a ella con más rapidez que los demás. Hay que  conseguir más convenios de empresa, proporcionar mayor flexibilidad  interna en las mismas, para ajustar tiempos de trabajo, jornadas,  vacaciones, etc,. y por último, lograr que los convenios se eternicen  vencidos ya su plazo, no se pueden congelar condiciones laborales del  pasado ante un mundo cambiante.
—¿Qué opinión tiene sobre la petición de nuestros socios de indexar salarios a la productividad?
—Estoy  a favor de la descentralización de la negociación colectiva y de que  haya más convenios de empresa. La productividad es un concepto que  macroeconómicamente carece de sentido como guía de salarios. Lo que sí  tiene sentido para determinar una parte del salario es que las empresas  tengan en cuenta la productividad de sus trabajadores. La única forma de  conseguirlo es si dejas en el entorno de la empresa la posiblidad de  que tanto gestores como sindicatos determinen cómo se fije la  productividad de cada uno, y cómo va a ser la remuneración para aportar a  la cuenta de resultados. Lo de ajustar salarios a la productividad es  un eufemismo, y lo que se está queriendo decir es que creas un entorno  en el cual las empresas puedan ajustar sus condiciones a lo que es la  evolución de las aportaciones de los trabajadores y a la evolución de la  demanda.
—Si usted fuera gobernador del Banco de España ¿qué pensaría sobre la actual reforma del sistema financiero español? 
—El  decreto ley de febrero decía que las entidades tienen que tener un  capital superior al de Basilea y se les daba un plazo. Si la entidad no  tenía ese capital entonces el FROB pondría el dinero. Creo que la vía  elegida es errónea. De alguna forma, cuando observamos los descuentos  que se están exigiendo en estos momentos a las cajas que están saliendo a  Bolsa vemos cómo se pone de manifiesto que la vía es errónea. ¿Por qué?  Porque ese ratio de capital, si no están valorados correctamente los  activos, carece de significado. Hubiera sido mucho más efectivo haber  reforzado todo lo relacionado con saneamiento y transparencia inicial de  estos activos, y a partir de ahí se habría generado confianza y  credibilidad. 
—¿Habrá nueva oleada de fusiones?
—Sí,  sí habrá segunda oleada de consolidación, y la veremos en los próximos  trimestres. Si bien tendremos que estar alerta sobre otro de los  problemas del sector. Hay cuatro grupos de cajas que han pedido ayuda al  Frob y tendrá que haber un proceso de reestructuración importante. 
—¿Faltan por aflorar aún activos tóxicos en nuestras entidades?
—Queda  ajuste pendiente. Pero el problema no es tanto que aún queden por  aflorar algunos activos inmobiliarios, como que estamos viendo un  estrechamiento de márgenes. Como consecuencia del riesgo macroeconómico y  de que tenemos una prima de riesgo entorno a los 270 puntos básicos,  las entidades españolas no se pueden apenas financiar en los mercados de  capitales. Hay mucho vencimiento de deuda que habíamos contratado en el  pasado que no se está recabando. Esto, por un lado, nos hace ser muy  dependientes de la ventanilla del BCE y, por otro, incentiva a la guerra  de los depósitos, del pasivo. Lo que a su vez desemboca en un  incremento del coste de financiación de bancos y cajas, por lo que el  margen, entre lo que reciben y lo que cobran de esos préstamos y su  financiación, se va estrechando. Se estrechó en 2009 un 25%, y este año  se vuelve a estrechar, lo que evidentemente pone en cuestión la  rentabilidad del negocio futuro. Urge solucionarlo, porque te exige una  reestructuración y una segunda etapa de consolidación.
—Si  usted fuera ministro de Economía, ¿que medidas pondría en marcha para  tener unos presupuestos austeros, lógicos, responsables y reales?
—España  ha perdido entre 30.000 y 40.000 millones de euros por ingresos, que  estaban ligados a la burbuja inmobiliaria, y que además como se  reprodujeron durante bastante años, los consideramos estructurales. Eso  ha afectado sobre todo a las administraciones territoriales, comunidades  autónomas y ayuntamientos, que dependían enormemente de esos ingresos  inmobiliarios. Toca ajustarse a una nueva realidad, en la que hay que  ser mucho más austeros en gastos de personal y corrientes. Hemos perdido  muchos ingresos y el equilibrio presupuestario va a ser un requisito  básico para la supervivencia de todas las prestaciones sociales, para  las que se antoja imprescindible que haya una mayor corresponsabilidad  social de los usuarios, matizado por el nivel de renta. No se puede  exigir lo mismo a una persona con una pensión de viudedad de 600 euros  que a una con unos ingresos de más de 100.000 euros, al que le puedes  hacer más corresponsable. Tenemos que infundir un espíritu de austeridad  mucho más profundo, algo que ya se ha dado de algún modo en las  familias españolas, y asumir que todos tenemos que ser más  corresponsables, sobre todo los que tienen mayor nivel de renta con lo  que son la prestación de estos servicios.

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