MADRID.- El atún rojo español estrena DNI digital con un mensaje ecológico que  destaca la denominación de origen del pez y su "pedigrí" de pesca  sostenible.
La nueva herramienta, desarrollada por una empresa acuicultora  catalana, registra desde la hora de pesca y peso exacto del pez, hasta  detalles como el porcentaje de grasa de su carne y su PH, que incide  directamente en el valor de mercado.
Pero el principal interés de la información, encriptada en un código  BiDi que puede leerse con cualquier móvil con conexión a internet, es  diferenciar las piezas que cumplen con la normativa internacional y las  cuotas de la Comisión del Atún del Atlántico Norte (ICCAT), que cada año  asigna el volumen de pesca.
Este parece ser el "seguro de vida" del preciado Atún bluefin  (Thunnus thynnus), amenazado por la sobreexplotación y los pescadores  furtivos.
En España, donde se pescan cerca de 4.000 toneladas de las 22.000  autorizadas en el Atlántico norte y el Mediterráneo, la empresa catalana  Balfegó, con cinco generaciones de atuneros en su haber, declara su  compromiso con el futuro de una especie cuya pesca se documenta desde  hace mil años.
Su director, Juan Serrano, que presentó a la prensa el nuevo  procedimiento de trazabilidad "que avala la garantía de sostenibiliad de  la especie", destacó que el consumidor "tiene derecho a una información  completa y veraz" sobre lo que compra, venga de donde venga.
"Los empresarios debemos ser transparentes y compartir los procesos  sociales y ambientales seguidos en la elaboración y comercialización de  un bien", subrayó Serrano, que abogó por la implementación de una  "etiqueta de pesca responsable".
Para agregar espectáculo a la "puesta de largo" del sistema de  registro "Bidi", elaborado enteramente en España, Balfegó hizo traer  desde Tarragona hasta el Casino de Madrid uno de sus atunes, de 140  kilos de peso, con el certificado de pesca completo, que los interesados  pudieron leer en sus teléfonos.
Se despiezó ante los ojos de todos, bajo las manos maestras de Tajiri  Nobuyuki, que con dos ganchos o "tekagi" y dos cuchillos de corte  llamados "deva bocho", de 30 centímetros el más largo, separó en cuartos  al animal, del que en Japón se aprovecha como aquí el cerdo, dijo, "todo".
Dos renombrados cocineros, Paco Roncero y Ricardo Sanz, encabezaron  al equipo de 250 personas que transformaron el atún en capaccio,  canapés, tartare, sushi, sashimi y tataki, entre otros platos de cocina  fusión que avalaron el ganado prestigio gastronómico del atún rojo.
Según Sanz, el que se sirvió, era "como un mihura", en alusión a la  afición, y el cariño que despierta el atún entre sus defensores, "como  en los toros".
El atún en libertad nada a más de 60 kilómetros por hora, puede vivir  hasta 20 años y logra pesos de hasta 600 kilos. Su migración natural va  desde el golfo de México al Atlántico norte y al Mediterráneo.
 El de Balfegó, según la etiqueta, se alimentó "exclusivamente con  pescado procedente de la pesca extractiva, sin aditivos, ni antibióticos  ni suplementos nutricionales".
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