El  presidente por fin sabe quien manda aquí. Ya lo ha asumido y ha  tirado  la toalla. Ya no hay espacio para políticas sociales porque los   mercados se enfadan. Ya no podemos mantener la edad de jubilación porque   los mercados se enfadan. Ya no podemos pagar una pequeña ayuda a quien   no encuentra trabajo porque los mercados se nos cabrean. Tenemos que   vender el patrimonio público porque como tengamos un poco de déficit los   mercados entran en cólera. Y claro, cuando los mercados se ponen a   malas, ¿qué puede hacer un gobierno?
Además,  hemos sido tan malos durante todo este tiempo que, para  evitar que nos  rescate la Unión Europea o el FMI, ahora tenemos que  rectificar.  Porque claro, la sanidad pública española es la de mayor  calidad de  Europa, la educación pública la que mejor funciona, las  pensiones las  más altas, las prestaciones por desempleo aseguran en este  país que  toda persona viva con dignidad hasta que encuentra un trabajo  en  condiciones, los contratos ofrecen estabilidad, las infraestructuras   son las mejores del continente…que ha llegado el momento de recortar.   Basta de políticas sociales improductivas que han llevado a este país a   la ruina, nos repiten los voceros de los mercados.
El  presidente del menos socialista de los gobiernos de la historia de   España ya no decide en clave política (si alguna vez lo ha hecho) y   ahora funciona como una entidad empresarial más, siendo la número 38 de   la reunión que mantuvieron recientemente el gobierno y las 37 empresas   más grandes del país.
El  presidente se equivoca si piensa que siendo amigo de los mercados,   éstos le van a recompensar. Quizá Zapatero no acaba de comprender que   los mercados mueven sus capitales a los lugares donde mayor beneficio   pueden obtener y más confianza perciben, independientemente de que seas o   no amigo suyo. 
Un  país con 4,5 millones de parados, de los que 1 millón  no recibe  ninguna ayuda y a los que se sumarán cientos de miles que  ahora  cobraban los 400 y pico euros y con millones de pensionistas que   reciben al mes una mísera paga, está abocado a tal conflicto social, que   puede ser que finalmente los mercados huyan de España despavoridos. Lo   que quizá sea lo mejor, porque ¡qué diferente sería todo si no   tuviéramos miedo a los mercados y pudiéramos decidir por nosotros mismos   qué políticas económicas y sociales queremos desarrollar en nuestro   territorio! 
Además,  si llegáramos al punto de que la UE nos tuviera que  rescatar, ¿qué  medidas les quedan ya por aplicarnos para cumplir con la  ortodoxia  liberal? Pocas, aunque visto lo poco que queda por cargarse  del Estado  de bienestar, podrían estar pensando en meter mano a la  sanidad y la  educación públicas. No olvidemos que los mercados son  insaciables.
(*) Jordi Calvo Rufanges es economista e investigador sobre movimientos sociales. Está concluyendo una tesis doctoral sobre el Fórum Social Mundial.-  jcalvo@centredelas.org
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