Cuando la UCO tomó Totana una mañana de otoño avanzado, la sorpresa fue colosal pero no tanto para algunos avisados cuando el resto de observadores tenían la vista más puesta en la costa; ya se sabe, San Javier, Los Alcázares, Torre Pacheco, Águilas…
Algún cerebro desde el Estado estudió la situación de corrupción estructural que sufre la Región de Murcia y buscó el municipio donde, de una tacada policial, podían caer la mayor parte de nuestros mafiosos por coincidir en Totana diferentes líneas delictivas. Por ser un municipio interior, los capos implicados se confiaron un poco más pese a las tempranas denuncias de Juanjo Cánovas, el líder de IU en todo el Valle del Guadalentín.
Además, por el hilo se llega al ovillo (o los ovillos) y ese es el verdadero objetivo del Estado y de la Justicia: descabezar a “mafia nostra” en la Región de Murcia para restablecer una verdadera situación democrática, hasta ahora mucho más teórica que real. En Totana han actuado todos nuestros grandes capos al olor de 180 millones de euros de principal pero muchos más de beneficios indirectos. Las indicaciones del ex alcalde Martínez Baños han resultado preciosas para liberar a los totaneros de garras mafiosas en expansión.
La Interpol ha seguido la pista del dinero y ha llegado a Suiza, Luxemburgo y la República Dominicana. Lo de Brasil es poco más que anécdota de un pobre recaudador para terceros, que además es un chapucero rodeado de aficionados. La “Tótem” busca más arriba para llegar luego a la reproducción del modelo en lugares de mayor relumbrón. Espera el “canto del gallo” para ir levantando la región patas arriba. En Totana está cogido hasta “el calvo de la baraja”. Un verdadero bingo policial.
Resulta que la autonomía política está sirviendo aquí para lo contrario de lo que se supone pero, sobre todo, para dificultar la acción del Estado ante la criminalización creciente de la vida pública y la proliferación de mafias subsidiarias de toda laya.
La presencia del despierto ministro de Justicia, y su mentalidad de fiscal, va a servir para que el Estado, al menos, tome mayor conciencia de lo que aquí está pasando y siga viniendo en ayuda y rescate de los ciudadanos honrados. Si Bermejo continúa de ministro después del 9-M, el principio de la solución puede ser posible con él como diputado por nuestra circunscripción.
Pero es que antes de las elecciones generales dos peces gordos pueden estar ya en la pecera. La UCO trabaja sin descanso, ni fines de semana, entrenada como está para rendir aún en esas circunstancias. Si todavía viviese el ensayista murciano Miguel Espinosa, podría escribir un éxito seguro, algo así como “La esclavitud de las conciencias”, para describir con pluma de intelectual diestro en la expresión, nuestra actual realidad espiritual como pueblo. Porque de mafias está la Región llena por el caldo de cultivo propiciado por unos dirigentes envilecidos, que vienen de tiempo atrás.
En grandes líneas se puede hablar de mafia inmobiliaria, financiera, política, fiscal y administrativa. Todas han coincidido actuando en Totana en medio de la más completa impunidad y confianza sobre la base de un cómplice silencio mafioso de escogidos especuladores, como compañeros de viaje de quienes se ofrecieron para hacerles el trabajo sucio y cobrar por correr riesgos desde sus pedestales. Muchos triunfadores emergentes no son sino testaferros de los de siempre: los del franquismo póstumo, ahora envilecidos por el becerro de oro hasta una adicción mórbida que somete su alma, pero uno en trance de jubilación y otro de fusión sino de procesamiento.
Las mafias (las hay del transporte, sanitaria, periodística, sindical, seguridad, policial, colegial, agrícola, institucional, funcionarial, universitaria, cultural, artística…incluso) anulan la condición de ciudadanía en los murcianos, menoscaban nuestra democracia regional, conjuran la libre competencia, castigan el talento y la creatividad, y persiguen a quien exhibe criterio propio. Es por eso que la Justicia, como tercer pilar del Estado, debe garantizar las libertades públicas, procurar la concurrencia en el mercado y fomentar la transparencia para que sean plenos los beneficios del Estado social y democrático de derecho y la sociedad de la Región no siga secuestrada por las mafias y sus intereses.
En nuestros camiones se han dado bastantes casos de transporte de droga, en nuestra sanidad pública existe un derroche conveniente y silenciado, en nuestras universidades públicas, endogamia y fraude, cuando no un negocio fraudulento en la privada; en la Construcción quedan pocos promotores profesionales y abundan los presuntos delincuentes, en la Información, se han extinguido la libertad e independencia, excepto en contados casos, y en nuestro sistema financiero propio progresa el crédito privilegiado para unos pocos y hasta los fallidos para los amigos. Todo esto es mafia.
Pero eso no es todo. Aquí hasta el arte de unos cuantos es un sistema de blanqueo, los trabajadores molestan a unos sindicatos domesticados con subvenciones, los ciudadanos a unos políticos que sólo los utilizan como excusa para ocultar las ambiciones de las burocracias de los partidos, los opositores a funcionarios públicos se enfrentan a oposiciones trucadas y a unos tribunales sesgados, nuestras policías locales aparecen demasiadas veces relacionadas con la droga, más evidente en determinados municipios; los colegios profesionales se han convertido, la mayoría, en defensores de intereses corporativos y minoritarios, y olvidado ser garantía para la sociedad. Todo eso es mafia.
También es mafia la del agua. Hay regantes que utilizan sus concesiones del Estado para traficar con ella al dejar de ser rentable para una agricultura que ya no practican o han abandonado. Por eso se puede hablar de “profesionales” de los sindicatos y de terratenientes de nuevo cuño que la acaparan ahora para venderla al turismo y al ladrillo. Pero más excluyente y perniciosa es la mafia institucional, aquella que copa las instituciones democráticas para que no funcionen y lucrarse con su información privilegiada. Y hasta se dan intermediarios culturales, que reclaman sustanciosa comisión por una gran semana, por el mero hecho de escogerte para su cartel.
Es por todo lo anterior que en la Región de Murcia no crece ni prospera una sociedad civil, tan necesaria en democracia. Y de ahí nuestro atraso estructural, absoluto y relativo. Conforta saber que permanece un núcleo de irreductibles dispuestos a aprovechar todos lo resquicios del sistema para mantener viva la llama de una denuncia razonada y permanente para que “mafia nostra” no se salga con la suya contra el criterio nuestro, el de todos los demás.
Se empieza por Totana y no se sabe por dónde acabará todo esto ahora que un “crack” económico inminente amenaza con paralizar a la Región y provocar que los murcianos, por una vez, comiencen a pedir explicaciones y a exigir que les devuelvan su dinero. No quiero ni pensar cuando los mansos se pongan a embestir contra tanto monosabio disfrazado de torero.