Es el momento de que la sociedad cree una nueva forma de relacionarse abandonando el globalismo y encaminándose hacia un localismo de auzolan, de comunidad, de manera que la resolución de las problemáticas se lleven a cabo entre personas más allegadas por proximidad.
1. Copartícipes de la dictadura pandémica
La pandemia de la
covid que dentro de poco llegará a los dos años desde que está con
nosotros ha sido una excusa perfecta para conculcar nuestros derechos y
libertades mediante la utilización de un elemento esencial y de lo más
propio del ser humano como es la salud jugando con el miedo de que la
vamos a perder e incluso fallecer.
Para ello se han utilizado los
métodos coercitivos más propios de un sistema en dictadura que en
democracia, siendo copartícipes del mismo, diferentes sectores sociales y
profesionales como son los gobiernos, los políticos, los sanitarios,
los enseñantes, los tribunales de justicia, las fuerzas de seguridad y
los medios de comunicación, es decir los mimbres del sistema actual. Hay
que decir que han existido excepciones que como se suele decir cumplen
la regla pero han sido las menos.
Cada uno de esos copartícipes
ha ejercido su papel en esta distopía y despropósito, los políticos y
gobernantes, por establecer leyes restrictivas sin base científica y si
política, por su absoluta irresponsabilidad y dictar resoluciones al más
puro estilo antidemocrático propio de otras épocas, utilizando de forma
demagógica salud vs economía, cuando sin salud no hay economía y sin
economía no hay salud.
Igualmente se puede decir de la
utilización maquiavélica durante esta pandemia de salud pública vs
planificación sanitaria cuando el principal problema al igual que en
años anteriores en las epidemias gripales era el colapso sanitario
siendo claramente un problema de planificación sanitaria, que se tiene
que resolver por los gobernantes utilizando eficazmente nuestros
impuestos a través de la dotación de recursos humanos y materiales y no
de salud pública en el que la solución al mismo se descarga en la
población, donde además de contribuir económicamente con los impuestos
tiene que contribuir con su propio patrimonio en algunos de los casos.
Los
sanitarios por ejercer una profesión en el que lo que han demostrado es
el miedo a la enfermedad, circunstancia que son las antípodas de lo que
debe ser esa profesión, la cual ha perdido todo su prestigio con la
dictadura sanitaria que han ejercido, con haber transformado la atención
primaria en todo lo contrario a lo que debe ser una medicina de
acercamiento y comprensión del paciente, los hospitales donde lo que
imperaba era el miedo y no la confianza en que fuese un lugar donde van a
velar verdaderamente por tu salud, a considerar las residencias como
auténticas cárceles donde se ha usurpado el que los familiares pudiesen
despedir a sus seres queridos.
Con su actuación junto a la de los
gobernantes y políticos han conseguido debilitar la sanidad pública y
fortalecer la sanidad privada.
Los enseñantes al perder toda su
esencia de empatía y cariño hacia los menores aceptando el que las
escuelas sean más parecidas a campos de regimiento militar que espacios
de libertad donde se desarrolle lo más esencial en un menor que es su
socialización y su desarrollo cognitivo con todo lo que le rodea, además
de fortalecer su sistema inmunológico cosa que no lo han podido hacer
con el distanciamiento y las mascarillas.
Los tribunales de
justicia por dictar leyes, que, como luego se ha demostrado han ido en
contra de la ley marco esencial en una democracia como es la
Constitución, así como dictar leyes con supuestas bases científicas, que
en realidad y en definitiva no existen, donde se habla de la
proporcionalidad sin saber como esa proporcionalidad afectará a la
evolución pandémica, si a mejor a peor o seguirá igual, pero eso, en
cualquier caso con una restricción de derechos y libertades.
Las
fuerzas de seguridad por ejercer su profesión sin el mínimo criterio
autocrítico, esencia de una policía democrática y no llevar adelante su
trabajo con el latiguillo «nosotros solo ejercemos órdenes», la historia
está llena de ejercer órdenes dictatoriales, y, lo peor es que estas se
hagan con agresividad y violencia como se ha podido ver durante la
pandemia, para que al final su trabajo por culpa de quienes les dan las
órdenes quede en el más absoluto ridículo cuando se dictamina por el
Constitucional que los estados de alarma y todo lo acontecido a su
alrededor no ha sido legal, motivo más que suficiente para que estas
fuerzas de seguridad hubiesen aprendido la lección pero parece que esto
no ha sucedido ante sus últimas actuaciones.
Los medios de
comunicación auténticos tanques de la inoculación del miedo a la
población que junto con el discurso de políticos y sanitarios ha llevado
a nuestro sociedad a tener una pandemia neuronal de la que difícilmente
se va a recuperar y, además, quienes lo han inoculado, en ningún
momento se plantean el extender una verdadera vacuna que lleve en su
composición, la verdad, y la esencia de lo que es recuperar la empatía y
sociabilidad en una población y, en definitiva la humildad para
reconocer que lo han hecho muy mal durante toda esta pandemia, no dando
voz en ningún momento a la disidencia y calificándola con un término de
auténtico corte nazi cuando la realidad es que quienes se han
posicionado en el ámbito del nazismo han sido ellos como se ha podido
ver con el ocultamiento del pensamiento crítico de la disidencia y su
participación en la estigmatización de una parte de la sociedad con la
vacuna y el pasaporte covid..
2. Cronología del relato pandémico fracasado y antidemocrático
Si
repasamos los diversos eventos de esta pandemia veremos como en todos
ellos el común denominador es el mismo «miedo y la falta de libertad»,
denominador común que siempre se utiliza para el control de la sociedad e
instaurar el recelo y la insolidaridad entre sus gentes.
Si
empezamos por el inicio de la pandemia primavera 2020, vemos que los
elementos utilizados fueron el confinamiento, obligación de mascarillas,
los cribados y lo que conllevaba de introducir en la sociedad la figura
del delator al más puro estilo franquista, el cierre de la sanidad
pública, la mala praxis sanitaria, el cierre de residencias a modo de
cárceles, el cierre de la hostelería, con el fin de que no socialice la
gente, con el fin de evitar cualquier debate en el seno de la población,
por si de ese mismo debate salen ideas críticas con el relato oficial,
el teletrabajo, minando en definitiva la fuerza de los trabajadores para
que el día de mañana se negocien las condiciones laborales más a nivel
individual (más debilidad) que colectivo, el cierre de pequeños negocios
a nivel de autónomos, con el fin de que sean absorbidos por las grandes
franquicias.
Todas estas medidas basadas en la restricción de derechos y libertades, en definitiva, estuvieron impregnadas de la inoculación de grandes dosis de miedo a la población, empezando a vacunarla de ese virus neuronal que todavía hoy en día tenemos. ¿Realmente sirvieron de algo a nivel sanitario estas medidas?Rotundamente NO solo sirvieron para debilitar el sistema en su aspecto básico como es el que sea sólidamente democrático, así como el crear una sociedad recelosa y con total falta de empatía.
Posteriormente continuaron con el relato
restringiendo derechos y libertades en verano del 2020 para continuar
con la dosis de la vacuna del miedo no vaya a ser que la población
generase anticuerpos y considerase que ese relato estaba terminado como
así debía de haber ocurrido, lo cual no se dio porque por una parte se
nos había dicho que con la mascarilla la gripe había desaparecido y, por
otra, que hasta que no llegase la vacuna no habría solución alguna a la
pandemia, de manera que la mayor parte de la población con el virus
neuronal inoculado creyó a pies juntillas ese discurso y esperó a que
viniese el «santo grial» de la vacuna como salvadora..
Es por
ello, por lo que ante la subida de hospitalizaciones y UCIs propias de
las epidemias estacionales de la gripe, se crean las diferentes olas
durante el otoño invierno del 2020/2021 mediante la realización de
pruebas de PCR de forma, que, por una parte, se enmascarasen esas
hospitalizaciones y UCIs propias de esas épocas gripales en las que casi
siempre se ha dado en mayor o menor medida el colapso sanitario y, por
otra, se haga ver a la población mediante el engaño de subir pruebas de
PCR en la fase de ascenso de la ola donde se adoptan medidas
restrictivas para luego bajarlas drásticamente en la fase de descenso,
que la decisión de sus medidas han sido las que han conseguido bajar el
número de contagios, cuando la realidad es que el contagio baja porque
se baja el número de pruebas de PCR y porque el virus de la gripe
llegada la primavera desciende rápidamente quedando a nivel basal.
¿ Por
qué razón no se mantiene el número de pruebas de PCR tanto en la fase
de ascenso como en la de descenso durante las diferentes olas? ¿se
habrían obtenido entonces esos descensos que se consiguen de forma
intencionada para justificar las medidas restrictivas?La respuesta es
muy clara NO, porque estadísticamente hay una gran correlación entre
número de pruebas PCR y número de positivos obtenidos y con ello poder
jugar al libre albedrío con la Incidencia Acumulada a 14 días
estadístico utilizado como referente durante toda la pandemia.
Este
ha sido uno de los mayores engaños de esta pandemia por parte de todos
los coparticipantes anteriormente mencionados, las pruebas PCR junto con
los asintomáticos, nueva definición que nos ha traído la sanidad con
esta pandemia, todos estamos si damos positivo enfermos aunque no
tengamos síntomas, cuando la realidad es que se ha utilizado junto con
la mascarilla, de una forma perversa para sembrar el recelo, la falta de
empatía y la división en la población.
¿Realmente han sido las pruebas
de PCR fiel reflejo de la pandemia a nivel sanitario? o más bien, ¿han
sido reflejo de la utilización política para justificar su relato con
medidas propias de lo que no se debe hacer en un estado de derecho? Mi
respuesta es negativa en la primera pregunta y afirmativa en la segunda.
Posteriormente
en primavera y verano de 2021, y ya con la vacunación en marcha en las
franjas de edad de los mayores, en vez de volver a la situación del
verano de 2020 seguimos con la inoculación neuronal del miedo para que
la gente se vacune con las dos primeras dosis, centrándose en las
franjas de los jóvenes con una utilización del todo antidemocrática, y
propio de sistemas dictatoriales como es el chantaje mediante la
realización de más pruebas de PCR en las franjas de edad a las que se
pretendía vacunar.
Todos estos chantajes iban dirigidos al ocio de esos
jóvenes, nuevamente restringiendo derechos y libertades, llegando a
decirles que se podrían reunir si se subía el porcentaje de vacunación
en esa franja de edad al más puro estilo militar. ¿Es esto propio de lo
que debe ser un país en democracia?
Durante ese final de
primavera y verano de 2021 se procedió a crear las siguientes olas para
encubrir el problema de las hospitalizaciones y UCIs generadas por la
propia vacuna y de esa manera seguir con el inóculo del miedo con el fin
de conseguir el que los porcentajes de vacunación fuesen al alza sin
importarles en ningún momento si esa elevación iba a generar mayores
hospitalizaciones y UCIs debidas a los efectos adversos de la vacuna
(pericarditis, miocarditis, ictus, trombos, etc).
Se continúa con
el relato de los beneficios de la vacuna pero la realidad es que es
todo lo contrario, cada vez se dan más casos de covid en las diferentes
franjas de edad cual sea el porcentaje de vacunación en las mismas y, lo
que es más grave, cada vez se dan un mayor número de efectos adversos
de gravedad, llegando al despropósito de querer vacunar sin importar un
mínimo estos efectos adversos hasta el punto de volver a incidir en
medidas de total corte dictatorial como son el pasaporte covid, con
total falta de criterio científico ya que se sabe que un vacunado
también puede contagiarse y contagiar, luego, ¿cuál es la razón
científica para exigir ese pasaporte cuando hay más personadas vacunadas
que no vacunadas? La respuesta es que no existe razón científica y si
política.
Igualmente se puede hablar del empecinamiento en querer
vacunar a los menores sin el mínimo criterio científico ya que el único
latiguillo que repiten es que aunque esos menores lo pasen levemente se
tienen que vacunar para proteger a los mayores que en muchos casos
están con la tercera inoculación, entonces, ¿para qué sirve la vacuna?
¿No inmuniza? ¿por qué es más problemática para contagiar la
inmunización natural que la artificial? Es evidente que ellos mismos
implícitamente están reconociendo que la vacuna no sirve, no inmuniza y
la inmunidad natural contagia a lo sumo igual que la artificial.
Finalmente
y, en el momento actual en el que estamos en la época álgida de la
epidemia estacional de la gripe, se ha procedido a crear esta sexta ola
realizando de una forma exagerada pruebas de PCR, las cuales nuevamente
han generado restricción de derechos y libertades, de manera que les
sirva para justificar el descenso de positivos bajando el número de
pruebas como siempre lo han hecho, y, de esa manera, encubrir las
hospitalizaciones y UCIs que siempre se dan en esta época de forma que
para marzo tengan como salida de su relato fallido el que la covid
quedará como un virus endémico al igual que la gripe, eso si con dos
vacunas o una vacuna doble vírica para todos los años.
¿No es este relato pandémico un relato fracaso y antidemocrático? La respuesta es claro lo es en ambos conceptos.
3. Desestructuración de la sociedad y fracaso del sistema
Con
todo este relato, en el que se ha inoculado un virus neuronal del miedo
y con el denominador común de la restricción de derechos y libertades,
han conseguido llevar al sistema a posiciones propias de una dictadura,
abandonando los principios básicos que deben regir una democracia, y,
siendo las consecuencias la desestructuración de las familias y la
propia sociedad, creando recelo, falta de empatía e individualismo, de
manera que ahora tenemos una sociedad bastante peor que la que teníamos
antes de la pandemia y de la que difícilmente se saldrá mientras no se
logre vacunar de ese virus neuronal del miedo.
Es el propio
sistema con sus poderes fácticos el que se ha cargado el sistema dejando
de lado cualquier principio democrático de lo que son la defensa de los
derechos y libertades, renunciando a su defensa por parte de los
supuestamente partidos que ideológicamente siempre han estado al lado de
ello, dejando libre a la demagogia de opciones más extremas dicha
defensa, que, como todos sabemos, solo será eso demagogia, de manera que
se pudiese llegar el caso de erigirse como salvadores de la patria,
cuando lo que nos ha enseñado esta pandemia es precisamente que nadie
nos tiene que salvar, somos nosotros mismos la propia sociedad quien se
tiene que empoderar y colocarse por encima de este sistema fracasado
precisamente por causa de un virus que ellos mismos lo han querido
utilizar para encarcelar y anular a la sociedad.
Al final el virus
pandémico será el virus que resquebraje el propio sistema, donde la
clase política tiene que tener presente que han usurpado un poder por
dejación de los derechos de una sociedad que no ha interiorizado que esa
clase política está al servicio de los ciudadanos, y no al revés como a
ellos les gusta que sea, es decir, ellos tienen que ser nuestros
empleados y no nuestros jefes.
Este mismo virus se ha cargado
también el sentido identitario de los territorios desde el punto de
vista que para plasmarlo es necesario el respeto al derecho a decidir de
los pueblos, circunstancia que con este virus se ha visto que las
opciones nacionalistas e independentistas que defienden esa posición no
lo han respetado de ninguna manera, ya que para respetar ese derecho a
decidir de un pueblo es imprescindible empezar por el respeto al derecho
a decidir individual y colectivo el cual en ningún momento se ha
protegido sino todo lo contrario, como por ejemplo se ve de forma clara
con la vacuna, la cual es voluntaria pero se hace de facto obligatoria
mediante el chantaje y la extorsión.
4. Cambio de paradigma social
Llegado
este momento en el que se podría decir que el sistema se ha anulado a
si mismo es el momento de que la sociedad cree una nueva forma de
relacionarse abandonando el globalismo y encaminándose hacia un
localismo de auzolan, de comunidad, de manera que la resolución de las
problemáticas se lleven a cabo entre personas más allegadas por
proximidad y que su enfoque esté dirigido hacia la resolución de los
problemas que se tengan en ese localismo comunitario por parte de sus
ciudadanos sin que tengan que intervenir elementos totalmente ajenos a
esas problemáticas los cuales las desconocen por completo, no
suponiendo, por lo tanto, valor añadido alguno a la comunidad, como en
realidad estaba ocurriendo con el sistema actual.
Por otra parte
esa forma de autoorganizarse trasciende más allá de las fronteras ya
que esos localismos de proximidad pueden una vez autoorganizados,
ayudarse y cooperar mutuamente con otros localismos, aunque en este
momento estén enclavados en el sistema caduco de los estados como los
conocemos actualmente, siendo la realidad como se ha visto en esta
pandemia que no nos sirven en absoluto porque todos forman parte de un
estado a nivel mundial globalizado donde lo que impera es el beneficio
económico de los poderes fácticos y no el beneficio de las personas y de
los colectivos sociales.
(*) Biólogo
https://www.naiz.eus/eu/iritzia/articulos/pandemia-covid-democracia-o-dictadura-fin-del-sistema