MADRID.- “Construye una ciudad extraordinaria, tú tomas las decisiones. Piénsalas bien para hacer felices a tus ciudadanos”. Así se presentaba 'SimCity',
uno de los videojuegos de simulación más exitosos que nació hace tres
décadas para poner al jugador en la piel de un alcalde con una única
misión: crear una ciudad desde cero. En 'SimCity' no había opción de
perder, ni de ganar. Cada cual podía hacer lo que quisiera con su
ciudad. El suelo era un lienzo en blanco, según reza hoy El Confidencial.
Para diseñar este famoso videojuego que aún sigue vendiendo, Will Right, su creador, se inspiró en algo tan simple como la realidad urbanística. Todas
las ciudades han vivido su 'SimCity' particular y cada una se ha
desarrollado con unas características y un ritmo único. Hace unos días,
en El Confidencial recopilamos y analizamos los datos del catastro
para conocer la historia de 50 capitales de provincia a través de la
edad de sus cimientos. Esta vez visualizamos los usos de sus edificios
en busca de su cara más social: cómo viven sus habitantes.
El peso de la industria
Aunque a rasgos generales las ciudades españolas destinan más del 80% de su suelo a la vivienda,
los edificios industriales han tenido un fuerte peso en la historia
urbanística del país. Por eso, sigue habiendo más polígonos que oficinas
o servicios. Huesca es el mayor ejemplo; casi un
tercio de las construcciones (1.734) son polígonos industriales y solo
el 54% de los edificios son hogares. Es el porcentaje de suelo
industrial más alto de España.
Lo mismo ocurre en otras urbes afectadas por la despoblación como Cuenca, Pontevedra, Teruel, Logroño o Huelva. Mientras,
las grandes ciudades como Madrid o Barcelona, debido a su mayor
desarrollo económico, ya no se apoyan en la industria como la mayor
fuente de ingresos. De hecho, estas dos grandes ciudades concentran la
mayor proporción de oficinas de España (1,9%).
¿Por qué hay una evolución tan dispar entre el tándem Madrid-Barcelona y
el resto de capitales de provincia? La explicación se encuentra 150
años atrás, en la era de la industrialización. Como los habitantes de
las ciudades más pequeñas emigraron a Madrid y Barcelona en busca de un
empleo mejor, ambas capitales pudieron acumular mucha mano de obra en muy poco tiempo,
consolidando una economía fuerte que dio a luz a otros sectores como
los servicios o las finanzas, de los que viven actualmente. En las
ciudades pequeñas, sin embargo, la falta de alternativas económicas
llevó a mantener la industria como proveedora de actividad y empleo.
“La especialización temprana trajo muchas ventajas en el cambio
económico, pero también una cara oscura: donde hay más actividad y
recursos también se genera una mayor demanda de empleos con remuneración
baja”, explica el sociólogo Sergio Torrejón. “Por eso, la polarización
del empleo -distancia entre altas y bajas remuneraciones- es mucho mayor en los grandes núcleos urbanos”.
La Castellana, oficinas rodeadas de viviendas
Esto no quiere decir que en Madrid y en Barcelona no haya industria, sino que se desplazó a la periferia cuando dejó de ser un sector prioritario para la ciudad.
Un buen ejemplo es el madrileño polígono Marconi o la zona del puerto
de Barcelona, que aglutinan decenas de edificios industriales mientras
priorizan el sector terciario -comercio y turismo- y el financiero en su
centro neurálgico.
“Barcelona ha sido históricamente una ciudad meramente industrial pero fue deslocalizando la industria a la periferia
poco a poco. Otras capitales como Málaga o Sevilla, que siguen teniendo
un gran peso de la industria, están teniendo un proceso mucho menos
maduro”, explica Sergio Porcel, del Instituto de Estudios Regionales y
Metropolitanos de Barcelona.
Planificación o desorden: Murcia VS Albacete
Observando el
mapa con detenimiento se puede ver la importancia que se ha dado a la
planificación urbana en unas ciudades y otras. En Murcia, por ejemplo,
el crecimiento ha sido más espontáneo que dirigido por el ayuntamiento: “Es una ciudad totalmente desordenada. La
huerta, que está alrededor de la ciudad, está completamente llena de
viviendas pequeñitas, familiares, porque no se reguló en su momento:
nadie se preocupó de conservar el paisaje y no hacer una ciudad
disgregada, lo que genera problemas de movilidad”, explica Iñaki Romero,
urbanista del estudio Paisaje Transversal.
Albacete estaría en el lado opuesto, con un polígono
bien planeado (el Parque empresarial Campollano) a las afueras de la
ciudad y un centro monopolizado por viviendas y servicios públicos muy
distribuidos por los distintos barrios. Los edificios públicos, por su
parte, suelen estar en el centro por dos razones: la primera y más
evidente para ser accesibles a la ciudadanía, pero también porque es
donde más construcciones históricas hay, que suelen ser de propiedad
municipal o estatal.
“En los años 60 se puso de moda separar las
funciones de la ciudad para hacerla más eficiente, igual que en una casa
separamos las estancias”, continúa Romero. “Por eso, en cuanto nos
alejamos del centro de las ciudades los usos empiezan a separarse mucho.
En Madrid, si te vas hacia la A-2, industrias y oficinas están pegadas a las carreteras pero las residencias no, porque nadie quiere vivir cerca de las carreteras”, añade Romero.
También en Toledo, la zona de polígonos queda bastante alejada de la
ciudad pero dividida tan solo por una carretera de las urbanizaciones
construidas en la última década. Soria, sin embargo, tiene una tendencia
distinta: casi no hay línea de separación entre el oeste de la ciudad y la zona industrial.
Castellón: la picaresca española
Castellón es una de las ciudades con una planificación más curiosa, aunque en esta ocasión más que el diseño urbano lo que ha entrado en juego es algo tan español como la picaresca.
Si vemos el mapa, el núcleo urbano está conectado con el puerto por un
eje industrial y toda una constelación de terrenos agrícolas… que no lo
son. “Si te fijas, muchas tienen piscinas, así que seguramente son
antiguos huertos donde ahora se han construido chalets pero que no se
han registrado en el catastro como tales”, explica Romero.
“En todas las ciudades pasa lo mismo: en verano sus habitantes
quieren salir de la ciudad, por lo que muchos se compraron un trozo de
campo a las afueras”, añade. “Pero luego, cuando los hijos han heredado
la huerta del abuelo, han ido haciendo casas de veraneo sin cambiar el uso ni ha habido un control municipal, por lo que sigue apareciendo como agrícola”.
Centro polivalente, ensanches monotemáticos
La planificación urbanística influye directamente sobre la vida de sus habitantes. Cuanto más crezca el comercio en una calle, más aumentarán sus alquileres.
Cuanto más se apueste por las zonas verdes, más vida habrá a su
alrededor. De la misma forma, el uso que se haga de los edificios
acabará por moldear la ciudad y en esto tiene mucho que ver el tipo de
economía.
“El desarrollo de las economías capitalistas tiene
lugar, entre otros factores, por la vía de consumo. Esto no solo afecta a
escala económica, sino también a la creación de espacio social”,
detalla el sociólogo Manuel Mejías. “Interactuamos en base al comercio y
nuestras relaciones se mercantilizan a un mayor ritmo, lo que modifica el paisaje social en las ciudades”.
Y
como las oficinas se sitúan en el centro para estar bien comunicadas
con la ciudadanía, que debe ir cada día a trabajar a ellas, los
comercios se han situado también en estas zonas para aprovechar el
tránsito. Madrid es un caso muy particular ya que no
solo tiene una alta densidad de oficinas en el centro sino que ha
construido barrios específicamente destinados a este propósito, como el
eje de la Castellana, Las Tablas o el polígono de Suances.
Metodología
Para la
elaboración de este mapa, se ha utilizado el 'plugin' de Qgis Spanish
Inspire Catastral Downloader, que permite descargar en formato .gml los
datos catastrales según Inspire de España directamente de la base de
datos de la Dirección General de Catastro. Esta base cubre, a nivel
municipal, la Península y las islas, a excepción del País Vasco y
Navarra, que tienen sus competencias transferidas. Es por esta razón por
la que no aparecen pintados en el mapa.