MADRID.- El excepcional episodio de gota fría o DANA (depresión aislada en
niveles altos) que ha sufrido el sureste peninsular en los últimos días ha dejado seis muertos
y, como siempre en estos casos, la duda de si alguna de estas
desgracias podía haberse evitado. Ni es fácil ni puede eliminarse por
completo el riesgo cuando en un corto periodo de tiempo caen hasta 500
litros por metro cuadrado. Sin embargo, algunos geólogos y especialistas
en riesgos trabajan en proyectos que pretenden reducir las víctimas lo máximo posible. Cada vez cuentan con más conocimientos y datos que podrían servir para avisar a la población, según El Confidencial.
En el Instituto Geológico y Minero de España (IGME), Andrés Díez-Herrero ha desarrollado un sistema que puede funcionar como alerta temprana frente a posibles inundaciones. Como ya
explicó recientemente a Teknautas,
la idea es combinar todos los datos disponibles cuando se registran
fuertes precipitaciones para calcular lo que técnicamente se denomina
'onda de crecida', es decir, la elevación del caudal de un río hasta la
altura máxima y su posterior disminución.
Esto se consigue analizando la cantidad de precipitaciones que van
registrando las estaciones meteorológicas y los caudales que ofrecen las
confederaciones hidrográficas, que se actualizan cada 10 minutos.
Pero no es suficiente: para saber si la crecida de un río va a provocar
que una zona quede anegada, es imprescindible combinar esos datos, que
van cambiando por momentos, con los
mapas de zonas inundables.
“Así
sabemos los tiempos de viaje de las crecidas, sabemos qué zona se va a
inundar, con qué velocidad y en qué profundidad. Gracias al GPS, si un
usuario está en una zona de peligro, la aplicación le avisará en su móvil de que en 30 minutos el lugar en el que se encuentra va a quedar un metro bajo el agua”, explica Andrés.
De momento, este sistema, denominado RIADapp, no se ha llevado a la práctica por falta de presupuesto.
“Es una elección de la sociedad, tenemos que pensar si queremos tener a
Messi o un sistema de alertas para la población”, señalaba Andrés a
Teknautas. Es un ejemplo más de lo lejos que estamos aún de tener una
política coherente de prevención de este tipo de tragedias. Los
especialistas señalan que o se trabaja con planificación y recursos o
será imposible evitar una nueva tragedia.
Alertas en el móvil
Jorge Olcina Cantos, catedrático de la Universidad de Alicante, tiene claro que, en efecto, un 'smartphone' es la mejor herramienta para lanzar este tipo de advertencias.
“Para el aviso inmediato a las poblaciones, deben activarse avisos a
través de la telefonía móvil, porque hoy es lo que llega a todo el
mundo”, afirma en declaraciones a Teknautas.
Aunque quizá no es necesario desarrollar una 'app' específica:
“Debe haber una respuesta coordinada de la Administración competente,
sobre todo Protección Civil y Emergencias, con las compañías
telefónicas, para que cualquier aviso de riesgo extremo llegue en forma
de mensaje SMS, es algo sencillo de hacer”, asegura.
De hecho, en
algunos países asiáticos, como Japón, funcionan avisos de este tipo ante
la llegada de un tifón. "El usuario recibe un mensaje de alerta
conminándole a que no salga de casa o no saque el coche", explica.
España estaría en las mejores condiciones para implementar un método similar, puesto que ya parte con ventaja al contar con “el mejor sistema de gestión de la emergencia de Europa”, opina
el experto de la Universidad de Alicante. Desde su punto de vista,
“cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, bomberos, Protección Civil y
la Unidad Militar de Emergencias (UME) han respondido de manera
excelente, salvando vidas y bienes, en una acción coordinada”.
Sin embargo, esto no significa que no haya margen para mejorar. Olcina cree que el
proyecto Drainage es un buen ejemplo de lo que se puede hacer. Esta iniciativa persigue, entre otras cosas, “analizar los sistemas de alerta a la población, para saber qué mecanismos son más eficaces a la hora de informar sobre el riesgo existente en una localidad o área concreta”.
Para ello, “hay que estudiar los grupos de edad y sus costumbres,
para poder transmitir de la manera más sencilla pero eficaz posible la
información que surge de las investigaciones sobre riesgos naturales y
las cartografías derivadas de ellas. No conozco proyectos de este tipo
en Europa, son enfoques novedosos y, de momento, poco explotados por la
investigación aplicada”, añade.
Mejorar la percepción del riesgo
El
proyecto Drainage está coordinado por el profesor José María Bodoque,
de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), experto en análisis de
la peligrosidad por inundaciones. Según explica, la iniciativa también
pretende “demostrar que es posible ir hacia un modelo diferente de gestión de riesgo de las inundaciones”.
“Todo
el mundo piensa que hay que dragar, construir motas y encauzamientos,
pero nosotros queremos demostrar que recuperar la capacidad de
laminación de las llanuras de inundación es compatible con que no haya
incremento del riesgo y también con cumplir el objetivo que marca la
Directiva Marco del Agua sobre el buen estado ecológico de las aguas”, comenta. En definitiva, dejar que un río ocupe su espacio natural entraña menos riesgo que tratar de encauzarlo artificialmente, además de ser positivo para el medio ambiente.
Sin embargo, Bodoque reconoce que esta idea ya no sirve para todos los lugares inundables de España. El proyecto piloto se desarrolla en un tramo muy concreto del río Duero,
el que va entre Toro y Zamora, poblaciones separadas por apenas 30
kilómetros, y podría ser útil “para abordar grandes ríos como este o el
Ebro, en los que las zonas inundables son agrícolas”, pero en el caso
del Levante llega demasiado tarde porque existen construcciones por
doquier hasta el límite de los cauces de los ríos.
No obstante, en
ambos casos “es necesario mejorar la percepción del riesgo; estamos
realizando un estudio sobre ello, pero tenemos claro que la población de
todos los sitios tiene la percepción contraria a la realidad, creen que lo mejor es constreñir el río”.
A este problema se añade que la mayor parte de la gente subestima la
capacidad de arrastre de las corrientes. “Estos días hemos visto en los
medios lo peligroso que es cruzar una corriente de agua con un coche, a
partir de 40 centímetros comienza a flotar”, así que es imprescindible
transmitir mejor los mensajes a la ciudadanía.
Prevenir mediante videojuegos
Por
eso, en el marco de este proyecto se aglutinan ideas muy diversas de
cara a la mejora de la prevención de riesgos, incluyendo la utilización
de videojuegos para enseñar a los niños a estar preparados para actuar
frente a una inundación. Así, a partir del popular juego de construcción
'Minecraft', se ha creado '
Minecraft Gea', cuyo objetivo es protegerse de riesgos geológicos como las inundaciones.
Para
ello, parten de un hecho real: la colonia infantil de verano de Venero
Claro, situada en Navaluenga (Ávila), sufrió una grave avenida
torrencial en 1997. El objetivo de los jugadores es ponerse a salvo
y, según explica la web de 'Minecraft Gea', “educar en la cultura del
riesgo y mejorar la percepción de los niños, a la vez que aumentar su
resiliencia ante las inundaciones”.
Esta última iniciativa pone el dedo en la llaga sobre “la falta de
educación para el riesgo que tenemos en España”, opina Jorge Olcina, “a
pesar de que contamos con algunas de las regiones de riesgo más
importantes de Europa, como el litoral mediterráneo, Canarias o el País
Vasco”. El experto de la Universidad de Alicante cita específicamente
estos lugares porque gran parte de su población vive en zonas potencialmente inundables.
La mayoría se encuentran junto al Mediterráneo, pero los estrechos
valles fluviales vascos y los barrancos canarios tampoco se libran.
“Es necesario introducir enseñanzas sobre riesgo, gestión y autogestión de la emergencia en Educación Primaria y Secundaria”,
asegura, así como trazar planes municipales de información a sus
ciudadanos. “Estoy pensando especialmente en las personas mayores o en
los extranjeros que han venido a vivir a España. Siempre que hay un
episodio como el vivido estos días, de alta peligrosidad, se produce el
fallecimiento de alguna persona mayor o de algún extranjero residente en
España, porque no reciben información del riesgo al que está sometido
el territorio donde viven”, comenta.