Si lo dicen las de la CUP será cierto.
Desde el momento en que esas urnas no han sido adquiridas con cargo al
presupuesto de la Generalitat, sometido a continuo y severo control del
ministerio de Hacienda, es razonable pensar que hayan sido donadas o
prestadas, por ejemplo, por algún magnate catalán independentista. Eso o
pensar que se hayan materializado de modo milagroso, como el maná del
pueblo elegido o la lluvia, fenómeno maravilloso e inexplicable, según
Rajoy.
En
todo caso, tener ocho mil urnas en sí mismo no es ilegal. Puede
tratarse de un coleccionista o de alguien que haya comprado los restos
de una empresa de fabricación de urnas en quiebra. Lo curioso es que, al
fin y al cabo, esconder 8.000 urnas no debe de ser sencillo. He aquí un
interesante trabajo de pesquisa de la seguridad del Estado con
finalidad preventiva, pues se supone que las urnas servirán para cometer
un delito, el de votar. También de interés periodístico: a ver quién da
con las urnas. Vehí ya avisa de que no puede revelar sus fuentes.
Incidentalmente, el cartel que lucen las
diputadas de la CUP, Gabriel y Vehí, está fuertemente inspirado en el
de Cheremnykh y Viktor Deni, en 1920, titulado El camarada Lenin barre la suciedad de la tierra. Estética
bolchevique actualizada en clave feminista. Lenin sustituido por una
catalana. La escoba es la misma. La dona no barre el globo terráqueo
sino solo els països catalans. Pero, si reduce la barrida,
multiplica lo barrido: aparte de los reyes y curas de rigor, aquí se
amontonan financieros, políticos, toreros, personajes de la casa real en
abundancia. Hace gracia el cartel. Lo que no me parece justo es que
figure Artur Mas. No está bien cebarse en el contrincante (justa o
injustamente) vencido. Indica ensañamiento.
No
solo son evanescentes las urnas, también lo son los proyectos de ley.
Estaba previsto que el miércoles, 16 se presentara al pleno el de la
Ley del Referéndum, que el gobierno tiene previsto recurrir al Tribunal
Constitucional antes de que se seque la tinta o se coloque el último
bit. Pero no figura en el orden del día ya distribuido. La oposición y
el gobierno se quedan sin contrincante. Claro que tampoco pueden
confiarse porque el proyecto puede ser introducido en el último momento
por ese artículo que el TC se dejó coleando.
¿No
da la impresión de que la Generalitat está jugando con el gobierno?
Salvando las distancias está aplicando una guerra de guerrillas. La
famosa distinción de Gramsci entre guerra de maniobras y guerra de
posiciones se dejaba fuera la guerra de guerrillas, tan esencialmente
hispánica. Tanto es así que está admitida en muchas lenguas, aunque con
una sola erre, "guerilla". Aparecen de pronto las urnas y todas las
baterías de la posición y las maniobras se centran en ellas. Pero las
urnas desaparecen. Como los proyectos de ley. Y otra vez a esperar
¿Y
qué decir del censo? ¿Y qué de la idea de reclutar voluntarios para el
proceso? Otra especie de censo de juramentados, pues quien no esté
inscrito no podrá después participar en los trabajos de la votación y el
escrutinio.
A
la hora de calibrar quién está al mando en La Moncloa frente a la
continua iniciativa catalana en todas partes y en ninguna tranquiliza
mucho escuchar a Rajoy admitiendo que Cataluña es el extranjero. Deja bastante claro lo que este hombre tiene en la cabeza.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED