Esperamos
que esta carta les haga replantearse su participación en éste y futuros
festivales 'benéficos' que impliquen la tortura y el maltrato de
animales".
La consejera de Presidencia de la Comunidad Autónoma de Murcia,
María Dolores Pagán, participó hoy en la
presentación de la corrida
'benéfica' contra el cáncer, de la que destacó que
“se lanza un mensaje de alegría, de
esperanza, de esfuerzo bien empleado y recompensado con creces por el
buen destino que se da a lo recaudado”.
"Sufrimiento del toro durante la lidia"
(Dra. Susana Muñoz Lasa)
En el año 2007 salió a la luz pública un
estudio realizado por el
Prof. Illera, de la
Facultad de Veterinaria de la
Universidad Complutense de Madrid, sobre el sufrimiento de los toros durante la
lidia. Somos muchas las personas que hemos intentado, con resultados
infructuosos, conseguir dicho estudio. Ha sido difundido por distintos medios
de comunicación, (periódicos como
El País,
El Mundo, revistas taurinas...) pero
hasta la fecha no ha sido publicado en ninguna revista científica conocida.
Para su análisis, debemos atenernos a lo publicado en dichos medios de
comunicación. En concreto, nos basaremos en la información publicada por el
diario
El Mundo:
www.elmundo.es/suplementos/cronica/2007/591/1172358004.html
En el diario
El Mundo se dice que, tras un
estudio neuroendocrino realizado durante cinco años en ciento ochenta toros y
ciento veinte novillos, se habían obtenido los siguientes resultados y
conclusiones:
1.- "
Los niveles de estrés, medidos a través del
cortisol y las catecolaminas, son tres veces mayores durante el traslado que en el ruedo, por lo
que el toro sufriría más estando en el
camión, y no ante el mismísimo torero."
2.- "
Descubrieron que durante la lidia, el toro
libera beta endorfinas, (conocidas como las hormonas del placer) en una
cantidad diez veces mayor que las que liberaría un ser humano. Y durante el
transporte, esta cantidad se incrementa en siete veces. "
3.- "
La beta endorfina - explica Illera – bloquea
los receptores del dolor hasta que llega
un momento en que dolor y placer se equiparan y el sufrimiento puede llegar a
ser casi nulo. "
4.- "
Lo que queremos llegar a decir es que el
toro bravo tiene un mecanismo especial para llegar a controlar su dolor."
Vamos a intentar analizar la veracidad de
estas conclusiones atendiendo únicamente
al rigor científico, ya que a la ciencia hay que responderle desde la ciencia.
Pero antes de seguir adelante sería conveniente hacer un breve resumen de lo
que son las endorfinas y el cortisol para aquellas personas que no pertenezcan
al mundo de las ciencias de la salud.
Las endorfinas son unas sustancias
descubiertas en los años setenta por Hughes. Estas sustancias las produce el
organismo, son análogas a la morfina (
endo: dentro, morfina) y se secretan en
respuesta a ejercicios físicos intensos (deporte, relaciones sexuales...) y
también ante el dolor, como un intento de
modulación
inicial de duración limitada, aunque
su papel analgésico está siendo muy debatido. Cuando se secretan en ausencia de
dolor tienen la función de producir placer.
El cortisol se libera fundamentalmente como
respuesta al estrés, aunque ambas sustancias están muy relacionadas: de hecho,
la ACTH, (una de las hormonas que se liberan durante el estrés) y la
b-endorfína, comparten el mismo precursor, el POMC. Pero, pese a su relación,
no olvidemos que estrés y dolor son cosas diferentes.
Vamos a realizar un análisis de las
conclusiones aportadas por Illera, ateniéndonos a la estructura de un trabajo
científico:
- Introducción.
- Hipótesis
y objetivos.
- Material
y método.
- Resultados.
- Discusión.
- Conclusiones. (Tesis doctoral)
- Bibliografía.
Comencemos por los objetivos del estudio. Un
estudio científico nunca se realiza porque sí. Hay una razón que generalmente
obtenemos al responder a estas preguntas:
- ¿Para
qué?
- ¿Qué se
busca con la investigación?
- ¿Por
qué se investiga?
Las personas que trabajamos dentro de la
Universidad somos especialmente responsables de nuestros actos, ya que nos financia
dinero público. Y por lo tanto, debemos devolverle a la sociedad lo que nos
está dando. Esto quiere decir que los estudios deben buscar siempre un
enriquecimiento, un desarrollo, una mejora y un aporte de conocimientos en el
campo donde cada uno se desenvuelva. Si tratamos de responder a estas preguntas
a partir del estudio de Illera, veremos que no aporta ningún beneficio a la
sociedad, pues el setenta y dos por ciento de los españoles están en contra o
son indiferentes a las corridas de toros; seguramente tampoco beneficia a los
toros de lidia (todo lo contrario).
Ni parecería -a priori-, aportar nada a la
ciencia veterinaria, ya que hoy en día existen magníficos tratamientos contra
el dolor. Entonces, ¿a quién beneficia este estudio? Obviamente, al mundo
taurino. Podría ser, aunque no lo sepamos con certeza, que dado que se trata de
un estudio costoso hubiese recibido alguna financiación por parte del colectivo
taurino. Es un punto importante que hay que aclarar, ya que recientemente un
trabajo científico publicado en
Nature 1 afirma que hasta un 33% de los
científicos reconocen haber falseado sus estudios; entre las causas más
frecuentes se reconocía (hasta un 15%) "haber variado la metodología o los
resultados como respuesta a presiones de los patrocinadores". Muchas
revistas científicas exigen, para su publicación, aclarar este dato antes de
aceptar el trabajo
2.
El segundo apartado a analizar es el material
y el método. La metodología es la forma en que se ha diseñado el estudio,
representa el diseño y las técnicas de recolección de información. Si el
estudio indica que los resultados son obtenidos durante la lidia, la extracción
debe haberse realizado durante la lidia. Pero entonces:
- ¿Cuándo se paró la corrida?
- ¿En qué momento de la corrida se realizaron
las extracciones de sangre?
- ¿Con qué método se realizó la extracción de
sangre durante la lidia con el toro vivo?
- Las extracciones de endorfinas deben hacerse secuencialmente y en un
"timing" fijo. ¿Cómo las hizo?¿Cuales fueron T1, T2, T3...?
Cuando hablamos de
timing, nos referimos al
momento exacto en que se hizo la extracción. Esto es muy importante en todos
los estudios hormonales, pero especialmente con la b-endorfina, que tiene una
vida media de 22 +/- 1,7 minutos. Para poder valorarla se necesita saber
exactamente cuando se extrajo. Por ejemplo: cinco minutos después de picar,
tres minutos después de la primera banderilla. . .etc.
Obviamente, las endorfinas se extrajeron con
el toro muerto. Por tanto, es un estudio sobre cadáver, lo que se llama un
estudio
necrópsico. No es, por tanto,
un estudio sobre la lidia. Además, sería importante conocer también el método
de análisis utilizado: estudios recientes sobre endorfinas (
Harbach H, et al) parecen indicar que la
metodología más adecuada es el
two-site
fluid-phase immunoprecipitation RÍA. Otros métodos parecen incluir en la
determinación otras sustancias, además de endorfinas, con lo que los resultados
varían. Desconocemos si es o no el método utilizado por Hiera, por lo que no
podemos pronunciarnos al respecto.
Estos errores metodológicos podrían ser, a mi
juicio, suficientes para invalidar el estudio, pero continuaremos analizándolo,
a pesar de ello.
CONCLUSIONES:
1. "
Los
niveles de estrés, medidos a través del cortisol y las catecolaminas, son tres
veces mayores durante el traslado que en el ruedo, por lo que el toro sufriría
más estando en el camión, y no ante el mismísimo torero."
Cuando se libera cortisol existen tres fases:
ascenso, meseta y descenso. En la fase de ascenso, el organismo reacciona ante
el factor estresante con un aumento del cortisol; si este factor se mantiene,
se alcanza una meseta durante un periodo limitado de tiempo. En la fase de
descenso, el organismo claudica. El estrés ha sido tan grande que el organismo
no puede mantener la secreción y se rinde. Esto no significa que no haya
sufrimiento (estrés), sino que éste ha sido tan grande y prolongado que ya no
puede seguir luchando con él. Es la fase de agotamiento (estudios de Selye). Es
más que probable que el animal, para el que ya ha comenzado la tortura, se
encuentre en esta tercera fase.
2. "
Descubrieron
que durante la lidia, el toro libera beta endorfinas, (conocidas como las
hormonas del placer) en una cantidad diez veces mayor que las que liberaría un
ser humano. Y durante el transporte, esta cantidad se incrementa en siete veces.
"
En un estudio científico comparado, las condiciones
del estudio deben ser idénticas, excepto la variable a estudiar (las endorfinas
humanas o bovinas). Esto significa que, para hacer esta afirmación, al hombre
se le debe torear para extraer las endorfinas en las mismas condiciones.
¿Cuando se ha toreado a humanos? Sólo podrían hacerse comparaciones entre dos
animales a los que
se toree exactamente
en las mismas condiciones, y obviamente, expresando siempre el nivel de
endorfinas no de forma absoluta, sino en relación al peso corporal.
3. "
La
beta endorfina - explica Illera -, bloquea los receptores del dolor hasta que
llega un momento en que dolor y placer se equiparan y el sufrimiento puede
llegar a ser casi nulo".
Estas afirmaciones son totalmente
incompatibles con el estado actual de los estudios científicos sobre
endorfinas. Estudios realizados por anestesistas y ginecólogos
3,4,5,6,7,8,
y publicados en revistas de gran prestigio (
European Journal of
Anaesthesiology, International Journal of Gynecology & Obstetrics) parecen
demostrar, sin lugar a dudas, que
a mayor
dolor existen niveles más altos de endorfinas, por lo que los elevados
niveles de endorfinas nos estarían indicando que el toro está sufriendo un
intenso e insoportable dolor. También indican que
las endorfinas secretadas en condiciones de estrés no son analgésicas
(Harbach, 2007), y que en general, su papel analgésico está muy debatido.
Sirva
como muestra un ejemplo (estudio realizado en mujeres de parto, comparando
dolor y niveles de endorfinas): "(...) hemos encontrado 8 en la casilla
de
tolerable, siendo la media de
188,84 pg. /mi. y la "S" de
93,09. En la casilla de
dolorosa,
había 15 casos, siendo la media de
415,74 pg. /mi. y la "S" de
211,81. Por último, en la casilla de
insoportable,
encontramos once casos con una media de
509,8
pg. /mi. y una "S" de 265,61. Resultados totalmente satisfactorios,
si los comparamos a los de otros autores: Jouppila, Karlovist, Borgia, Florido,
Fachinetti y Petraglia, etc., siendo totalmente coincidente con nosotros."
Este estudio, presentado por el Dr. Claudio
Becerro en la Real Academia de Ciencias Veterinarias en 2005, deja claro que
cuando el "animal" estudiado puede hablar, lo que nos dice, alto y
claro, es que a mayor nivel de endorfinas, mayor dolor. Pero otros estudios realizados
en humanos vienen a confirmar estos resultados (realizados durante el parto y
durante el dolor postoperatorio): "Se observó una correlación significativa
entre la severidad del dolor y la ACTH, b-LPH IRM y los niveles de
B-endorfinas, con concentraciones plasmáticas de b-endorfinas aumentadas."
(Harbach, 2007).
En un estudio sobre el parto, Bacigalupo nos
dice (Bacigalupo et al, 1990): (...): beta-endorphin 42 pg/ml, cortisol 318
ng/ml (valores medios). Las concentraciones de hormonas aumentaron progresivamente
al aumentar la intensidad del dolor del parto. (...) Así, los niveles
elevados de endorfinas en plasma no abolen el dolor, sino que probablemente lo
modulan.
"(...) Estos resultados son consistentes
con los hallazgos de Bacigalupo que también encontró niveles de beta-endorfinas
más elevados en las mujeres que sentían mayor dolor durante el
parto." (Hofmeyr et al, 1995).
Por tanto, las endorfinas son un indicativo de
la presencia de dolor: a mayor nivel, mayor dolor. ¿Qué nos está diciendo
entonces el hecho de que el toro aumente diez veces sus niveles de endorfinas
"durante la lidia"? Pues que está sintiendo una agonía terrible. Pero
como no puede hablar... ¡qué fácil es experimentar con animales y sacar las
conclusiones que a mí me parecen! Nunca una beta-endorfina secretada en
condiciones de dolor puede producir placer. No se conoce ningún caso de ser
humano torturado que haya referido placer durante la tortura.
4. "
Lo
que queremos llegar a decir es que el toro bravo tiene un mecanismo especial
para llegar a controlar su dolor".
Para apoyar esta afirmación, Illera nos dice
que el tálamo del toro es un veinte por ciento mayor que, suponemos, el de
otros bóvidos (el tálamo es una parte del cerebro que tiene, entre otros
cometidos, la función de procesar el dolor). En primer lugar, los estudios
actuales parecen encaminarse a afirmar que el tamaño de un órgano no determina
su función (el cerebro de la mujer es un diez por ciento más pequeño que el del
hombre). Simplemente, estará en relación con su corpulencia: nada más. En
segundo lugar, su mayor tamaño no quiere decir que disminuya el dolor. El
tálamo no se encarga de abolir el dolor, se encarga de procesarlo: podría
aumentarlo a niveles insospechados (existen dolores talámicos de intensidades
tales que en ocasiones conducen al suicidio).
Para finalizar, remito al Congreso de
Veterinaria celebrado en Arles, Francia, en el año 2000, que evidenciaba que un
entre un veintidós y veintitrés por ciento de las reses lidiadas estaban
drogadas con fenilbutazona. ¿Qué estudio endocrino puede realizarse con una
muestra drogada al menos en su cuarta parte?
Por todo ello,
desde la ciencia, el estudio de Illera podría no tener validez. Su
metodología y sus conclusiones parecen erróneas desde los conocimientos
científicos actuales, y por ello, de ninguna manera puede afirmar que el toro
no sienta dolor. Sin proponérselo, si algo ha demostrado, precisamente, es que
el toro está sintiendo un inmenso e insoportable dolor.
Susana Muñoz Lasa
Doctora en Medicina
Universidad Complutense de Madrid
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