Mi primera reflexión sobre el post 24M
apunta, claro, al merecidísimo batacazo del PP, y en concreto hacia
Rajoy, hierático líder que, como declaró que había ganado, le faltó
tiempo para asegurar que no hay motivo de peso para cambiar nada ya que,
como mucho, lo que ha fallado ha sido la habilidad de su partido y su
Gobierno para comunicar a los ciudadanos las maravillas de su ejercicio
político. Cuando, en realidad, de los resultados de las elecciones lo
que se debe extraer es lo diametralmente opuesto: que estamos bien, pero
que muy bien informados de sus obras, tan exitosas, que hemos tomado
buena nota y que hemos obrado en consecuencia. No necesita, pues,
insistir en sus logros en el PIB (sin desarrollo) o en el empleo (malo,
caro y humillante).
Como es normal, se ha iniciado la fuga de
líderes populares de las instituciones y de la política: Fabra, Bouza,
Rudi y otros no tienen madera ni vocación de combatientes en la
oposición. Además, la pérdida de hegemonía de María Dolores Cospedal,
mola; me uno a la sentencia que le atañe: tanto sus recortes
inmisericordes como el pustch que por su cuenta y riesgo impuso a la
región reduciendo los escaños de las Cortes castellano-manchegas para
mejor ganar, le han dado su merecido.
Pero pocos espectáculos tan
divertidos y reconfortantes estamos viviendo como la enajenación de
Esperanza Aguirre, incapaz de soportar que su burbuja pinche y su baraka
quiebre. Ahí la tenemos fuera de sí, incapaz de aceptar la derrota, de
que se le escapen más altos designios políticos, de que se le acaben
decenas de años de coche oficial y, lo peor de todo, que su catástrofe
personal „que nunca admitirá que es merecida„ lo sea a manos de una dama
ajena a su tumulto, simplemente digna. De ahí que agite Madrid un tanto
peligrosamente: no tiene ninguna gracia que acuse de antidemócratas a
quienes le han cantado su final (ella, que es demócrata por convención).
Tan ambiciosa como ignorante, la señora condesa parece dispuesta a
tensar la cuerda hasta límites a los que no debiera acercarse.
Y,
sobre Murcia, pues eso, que me duele que pese a las muy fundadas
advertencias (tan obvias, tan desoídas) de que se debían unir las
fuerzas de los emergentes de Podemos con los veteranos de IU, todo ello
en el entorno de una gran plataforma de carácter eminentemente social
porque si no resultaría improbable desbancar al PP de la Asamblea
Regional, ya que el posible aumento de escaños del PSOE sería poco
relevante. La situación creada, al desperdiciarse el 4,8% de una IU en
horas bajas, es que Podemos dispone de seis escaños pudiendo haber
alcanzado tal coalición entre nueve y once, que es lo que podría haber
aportado el 18% agrupado; suficiente para sumar hoy, con un PSOE
mejorado, los 23 escaños necesarios para no depender de nuevas derechas
como Ciudadanos, de por sí muy poco fiables.
Ciudadanos, igual
que en su día UPyD, significa la segregación de defensas desde una
derecha en apuros, más o menos amarilla; surgida, digo, para incordiar
al nacionalismo catalán igual que Rosa Díez cifró su identidad
originaria en combatir al nacionalismo vasco; y tras esto, erosionar a
la izquierda como pauta de conducta. Ciudadanos mantendrá en un
principio sus distancias con el PP y su cantinela anticorrupción, tan
oportunas para su imagen novedosa, pero pronto cambiará ambas cosas.
Entre
mis sentimientos más personales cifraré la alegría por el incremento de
concejales de IU (y aliados) en la Región, aun reconociendo que esto se
ha debido en parte a la ausencia de Podemos en las lides municipales,
actitud de prudencia tras la irrupción en varios frentes electorales sin
preparación suficiente y con éxitos no todos consistentes. (Pero esta
incomparecencia tiene que hacerles pensar que implica perder una
oportunidad, ya que en 2019 lo previsible es que su vigor, ahora
espectacular, ya no pueda alimentar ninguna presencia especialmente
productiva en ese nivel).
Es en el plano municipal donde se curten
los mejores y donde la gente de la calle aprecia más a las personas y
sus trabajos. Siempre aprovecho para decir que en las campañas en las
que yo he participado con IU he querido reconocer y expresar mi aprecio
por los líderes locales y concejales con los que me he encontrado. De
cara a la reconstitución de IU, que pasa por dialogar y recorrer caminos
en común con Podemos (y a ver qué pasa), yo organizaría una ´asamblea
municipalista´, abierta y más o menos permanente, que marque discusiones
y estrategias comunes, y dé cohesión y eficacia al sugerente número de
concejales obtenidos.
La tarea que sigue es inmensa y cruda, con
objetivos que no admiten dilación, como poner orden en los servicios
municipales del agua (frenando privatizaciones, recuperando la gestión
directa, atacando las corrupciones y corruptelas?) y sanear en todos los
sentidos a los Ayuntamientos, especialmente los de la costa. Más
ejercer la presión correspondiente ante la desposesión de competencias
con que el Gobierno popular ha castigado a los municipios.
Acerca de
mi pueblo, me alegra que la futura alcaldesa sea la socialista Mari
Carmen Moreno, una zagala lista, paciente y apañá, que ha desbancado
(contra mi pronóstico, entre el de muchos) al actual alcalde popular, a
la sazón primo mío; el estancamiento, de años, de IU en Águilas me gusta
mucho menos.
Mazarrón sigue siendo, desde 1979, un pésimo
ejemplo de vida política municipal; sólo me consuela que los juzgados
tienen mucha tarea pendiente en el pueblo, sobre todo en relación con
los dos últimos alcaldes y su turno de poder; comparado con varios de
los que le han sucedido, aquel primer alcalde democrático, Mariano
Yúfera, al que me enfrenté por sus urbanizaciones y al que calificaba de
franquista y mesiánico, ha resultado ser un personaje entrañable.
(*) Ecologista