MADRID.- La declaración que realizó el 'pequeño Nicolás' en comisaría tras ser detenido el 14 de octubre está plagada de nombres de políticos y empresarios.
Algunos de ellos ya han aparecido, pero otros permanecen silenciados
gracias al secreto de sumario que impuso el actual instructor de la
causa, el juez titular del Juzgado número 2 de Madrid, Arturo Zamarriego. Sin embargo, tras cuatro semanas de investigación, El Confidencial
ha reunido elementos suficientes para recrear los últimos meses del
joven y despejar casi todas las incógnitas que envuelven este mediático
caso, según publica hoy este digital líder.
El mayor padrino de Nicolás fue, sin ninguna duda, el ex secretario general de FAES y actual secretario de Estado de Comercio,
Jaime García-Legaz. Ambos se conocieron en el
think tank
del Partido Popular cuando el miembro del Gobierno ya desempeñaba un
cargo de responsabilidad y el joven solo tenía 15 años. A García-Legaz
le pareció que Nicolás
era un chico dispuesto, resolutivo y con don de gentes. Tenía además una enorme capacidad de convocatoria. Y le había caído bien a José María Aznar, que actuó como ponente principal en una conferencia organizada por el ‘pequeño Nicolás’ para otros jóvenes de su edad.
La
relación con García-Legaz duró hasta que a éste último le hicieron
llegar ciertos comentarios y le advirtieron de que se distanciara del
chico ante la desconfianza que su actitud estaba empezando a generar en
otros miembros del partido. Para entonces, el ‘pequeño Nicolás’ ya
estaba siendo investigado por el CNI por hacerse pasar supuestamente por
uno de sus agentes. El aviso había llegado también a la vicepresidencia del Gobierno,
pero el presunto impostor ya había logrado la cobertura necesaria para
pasearse por Génova -como demuestran las fotos que hizo el chaval en
noviembre de 2011, el día de la victoria electoral del PP-, hacer
negocios con empresarios españoles y colarse en el Palco del Bernabéu.
Grandes amistades en el Distrito de Chamartín
Todo
ello le sirvió al pequeño Nicolás para hacer carrera en el PP de
Madrid. Aprovechando que sus padres son afiliados en el Distrito de
Chamartín, el chico empezó a frecuentar la agrupación del PP en esta
demarcación de la ciudad. La actual consejera de Educación, Juventud y
Deportes, Lucía Figar, era la máxima responsable del PP
de Chamartín, pero sus responsabilidades políticas apenas le dejaban
tiempo para el barrio. Su segundo en la demarcación, el actual concejal
presidente del Distrito, Luis Miguel Boto, y el tercero de a bordo, Emilio García Grande,
que es el primer responsable político de la Policía Municipal de
Madrid, dedicaban más tiempo al PP. Y, con ellos, el ‘pequeño Nicolás’
hizo una enorme amistad. Comían juntos, quedaban para cenar e incluso salían de fiesta. Testigos
de esa relación aseguran que los tres se convirtieron en amigos
inseparables, a pesar de la enorme diferencia de edad que existían entre
los dos cargos del Ayuntamiento de la capital y el joven que ahora está
imputado por falsedad documental, usurpación de funciones públicas y
estafa.
La
camaradería entre ellos llegó a ser tan intensa que el ‘pequeño
Nicolás’ trabó también relación con la mujer de García Grande, Lidia Curto. Este diario ha tenido acceso a varias fotografías en las que el chico y ella aparecen conversando en un clima de confianza en un desayuno informativo al que también había asistido como invitado su marido.
Su paso por Moncloa-Aravaca
El ‘pequeño Nicolás’ también puso un pie en el distrito de Moncloa-Aravaca, presidido por el controvertido Álvaro Ballarín,
uno de los concejales más discutidos del Ayuntamiento de Madrid. Al
igual que los otros dos cargos del PP municipal, Ballarín no tenía
ningún inconveniente en dejarse acompañar por el joven. Su relación
también fue muy cercana, como aseguran fuentes de ese distrito
consultadas por este diario. Oficialmente, se encargaba de organizar
actos, conseguir asistentes y preparar las campañas. Pero el vínculo del chico con estos cargos iba más allá de la labor propia de un partido.
Con el respaldo de estos dirigentes, el ‘pequeño Nicolás’ se movía por
los pasillos del Palacio de Cibeles como si fuera su casa.
Su
ascenso en el PP le facilitó el acercamiento a un órgano que en los
últimos años ha sido prácticamente un apéndice del partido, la
Confederación Empresarial de Madrid (CEIM) que aún preside Arturo Fernández, propietario del grupo de restauración Arturo Cantoblanco. El acercamiento al empresario se produjo en uno de los muchos desayunos informativos que frecuentaba el ‘pequeño Nicolás’. Esos actos eran su lugar preferido para engordar la agenda de contactos:
nadie controlaba los accesos, podía asumir diferentes papeles y todo el
mundo estaba dispuesto a conversar. El chico aprendió a utilizar los
eventos para tomarse fotografías con personalidades relevantes y trabar
un primer contacto con ellas. La fórmula le agradó tanto que
decidió colaborar con el presidente de Executive Forum, César Chiva, en la celebración de ese tipo de encuentros. Así podría tener siempre un sitio reservado en todas las mesas presidenciales.
La entrada en CEIM
A
Arturo Fernández le pareció un chaval simpático, e incluso vio en él un
salvavidas para la mermada salud financiera de su grupo empresarial. El
‘pequeño Nicolás’ le prometió que su familia disponía de fondos para
adquirir su compañía, y al dueño de Cantoblanco le agradó esa idea hasta
el punto de que se dedicó a presentarlo como su sobrino. Para
el ‘pequeño Nicolás’, Fernández representaba una nueva vía de acceso al
poder económico. Se convirtió en apoderado de la candidatura
del empresario a la presidencia de CEIM en las elecciones que celebró la
patronal el pasado mes de marzo y rentabilizó esa posición para llegar a
otros emprendedores vinculados a esta plataforma.
Su colaboración con la Confederación de Empresarios Madrileña le permitió entablar también amistad con Lourdes Cavero, exconsejera de la patronal y mujer del presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González.
El día de las elecciones a la presidencia de la institución, las
cámaras le captaron protegiendo a la esposa del presidente de las
preguntas incómodas de los periodistas. Como prueban otras imágenes
publicadas por este diario, el chico también
tenía amistad con, al menos, una de las hijas del jefe del Ejecutivo madrileño.
En uno de esos actos de CEIM, Nicolás conoció a José Luis Balbás,
jefe de la corriente interna del PSOE Renovadores por la Base y
conocido empresario de la capital. Los socialistas lo expulsaron del
partido por su relación con el Tamayazo, que costó la presidencia de la Comunidad a Rafael Simancas en 2003 tras dejarlo en minoría y obligarle a convocar de nuevo comicios. La ganadora de la operación fue Esperanza Aguirre.
El chico utilizó de nuevo su don de gentes para trabar relación con Balbás. Con él acudió, por ejemplo, a la
conferencia que ofreció en la Casa de América de Madrid el pasado mes de abril el alcalde de Miami, Tomás P. Regalado.
El joven se colocó en la puerta del edificio para saludar a todas las
personas que entraban. Parecía el organizador del evento. Cuando
concluyó la conferencia, Nicolás y los verdaderos organizadores se
fueron de tapas con el mandatario estadounidense.
La sede de la CNMV, otro lugar común
De
ese encuentro, aseguran las fuentes consultadas, salió una de sus
amistades más recientes y que también había permanecido hasta ahora en
el lado oscuro de la historia. El ‘pequeño Nicolás’ conoció a Juan Munguira, vocal asesor de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Ambos llegaron a convertirse en inseparables. Hasta
pocas semanas antes de su detención, no era difícil ver al pequeño
Nicolás paseándose con toda libertad por la sede de la CNMV.
En
realidad, el chico ya tenía otra amistad dentro de ese organismo
regulador. Gracias a sus relaciones en el PP de Madrid, el acusado de
estafa había conocido a un asesor de Elvira Rodríguez
en la etapa de ésta como presidenta de la Asamblea de la Comunidad. Su
proximidad a ese asesor continuó cuando Rodríguez desembarcó en la CNMV.
Con esta cercanía y también con el soporte de Munguira, el ya célebre imputado estuvo a punto de ser contratado como asesor del supervisor bursátil.
El
‘pequeño Nicolás’ utilizó todas estas amistades para inventarse una
biografía y conseguir que fuera creíble. Su padre trabajaba de
repartidor pero logró que todo el mundo pensara que era directivo del
Banco Santander, que tenía negocios en Sudamérica o que era un gran
empresario. Utilizaba diferentes versiones en función de quién fuera su interlocutor, y casi todos le creyeron.
Solo tras su detención emergió la verdadera historia de este chico de
familia y barrio humilde. Sus padres ya conocían la parte real de sus
aventuras, pero el descubrimiento de la parte inventada les provocó una
sorpresa de la que aún no se han repuesto.