Tras el beneplácito de Bruselas y con ayudas mil
millonarias del Fondo de Garantía de Depósitos (FGD), el Banco de
Sabadell se ha hecho por fin con el control de la CAM por el precio
simbólico de un euro.
Trabajé en la Caja de Sureste, después de Alicante y
Murcia y, al final, Caja Mediterráneo durante 39 años, 12 como director
de oficinas y asesor de métodos y los últimos 27 (1972-1999), como
auditor de oficinas y servicios centrales. Conocí la profesionalidad y
rigor de los inspectores del Banco de España (BdE), por lo que no puedo
entender la pasividad del supervisor, incumpliendo durante años la Ley
26/1988 sobre Disciplina e Intervención de las Entidades de Crédito,
pasividad que también ha afectado a otras cajas y bancos, como estamos
viendo en estos días.
He leído con detenimiento el informe de 49 folios emitido
por la inspección del BdE el 25 de enero pasado, en el que se relatan
hechos puestos de manifiesto «en el curso de los trabajos puntuales de
inspección 'in situ' realizados durante los ejercicios 2008, 2009, 2010 y
2011», y ¿qué medidas se adoptaron en estos años? Pues al parecer
ninguna hasta julio de 2011, cuando la Ley 13/1994 en su artículo
23.1.f. facultaba al BdE, en cualquier momento, para «acordar
respecto a ellas y a sus órganos de administración y dirección la
incoación de expedientes sancionadores y las medidas de intervención, de
sustitución de sus administraciones o cualesquiera otras
medidas». De haberse actuado a tiempo, la situación hubiese
sido muy distinta, creo que más barata para el FGD, y la CAM hubiera
salido adelante.
Me resisto a creer que por parte de alguien en el seno
del BdE existiese animadversión hacia la CAM, pero de ser así debió
pensar que detrás de unos malos directivos había una entidad con 130
años de historia, más de tres millones de clientes, 1.000 oficinas y
7.000 empleados. Lo cierto es que en este país de filtraciones, desde
finales de 2010 comenzaron a difundirse noticias alarmantes en los
medios de comunicación, provocando una fuga de depósitos de más de 6.000
millones de euros que llevaron a la caja a una situación irreversible.
Parafraseando al señor Fernández Ordóñez, me atrevo a
afirmar que su gestión al frente del Banco de España y, más
concretamente en el caso de la CAM, ha sido «la peor de la peor».
Solo me resta desear al Banco de Sabadell los mayores
éxitos en esta nueva andadura, sabiendo que junto con el negocio
financiero hereda el potencial humano de una plantilla de empleados
altamente cualificados.