ROMA.- Representantes de agricultores de África y Asia y América Latina se congregaron en Roma para pedir a la comunidad internacional que cese el acaparamiento de tierras por parte de inversionistas privados y países que buscan aprovisionarse de materias primas y alimentos.
Los representantes participan en el seno del Foro de la Sociedad Civil, una novedad introducida por la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), cuya sede central se encuentra en Roma, para dar voz en la toma de decisiones a colectivos sociales de todo el mundo.
"Durante décadas vivimos gracias a la agricultura familiar y ahora estamos furiosos de que gente se apropie de nuestras tierras y destruya tradiciones seculares", explicó Hortensia Kinkodila, quien llegó de Congo para denunciar el grave fenómeno del acaparamiento de tierras.
"La especulación con las tierras ha suscitado revueltas porque los campesinos no logran producir más alimentos para ellos y sus comunidades", comentó por su parte Renaldo Chingore, de Mozambique.
Según un informe del Banco Mundial (BM), la compra de tierras por parte de multinacionales privadas y empresas gubernamentales ha aumentado en los últimos años de manera impresionante. Sólo en el año 2009, se compraron 45 millones de hectáreas de tierras cultivables de países pobres con el fin de satisfacer las necesidades crecientes de los países desarrollados en el campo de los cereales, biocarburantes y minería.
Los compradores provienen sobre todo de China, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Corea del Sur, Reino Unido e India. La mayoría de las tierras adquiridas se encuentran en África (Sudán, Gana y Madagascar), así como en Indonesia y Filipinas, sostiene el informe.
Pero el fenómeno de acaparamiento de tierras se registra también en países de América Latina: Brasil, Argentina y Paraguay, los cuales figuran en la lista de aquellos que son blanco de la especulación.
Representantes de Organizaciones No Gubernamentales como Oxfam, Via Campesina y Coordination Sud sostienen que el "acaparamiento" de tierras ha generado el aumento de los precios de los alimentos, la salida forzada de hacendados y fomentado la corrupción.
Para la brasileña Conceicion Muora, del colectivo Marcha Mundial de la Mujer, el monocultivo, entre ellos soja, caña de azúcar y eucalipto, figuran entre los mayores enemigos de algunas regiones de Brasil, ya que "reduce la biodiversidad y cambia todo el territorio". "Esa industria basada en el monocultivo amenaza nuestra soberanía alimentaria. No necesitamos ese tipo de desarrollo sino de una reforma agraria genuina. Queremos decidir qué plantamos y cómo lo plantamos", dijo.
En cambio, el BM estima que los inversionistas contribuyen a ayudar a los países a desarrollarse, a crear empleos y a acceder a nuevas tecnologías. El BM cita como ejemplo Perú, donde fueron adquiridas 235.000 hectáreas, lo que se tradujo en un maná de 36 millones de euros en 15 años de inversiones.
"Es falso que se transforman tierras inútiles y vacías, como dicen los partidarios del acaparamiento", sostiene Ian Scoones del Instituto de Estudios de Desarrollo Sussex, del Reino Unido. "Los nómadas, los pequeños propietarios de tierra, los trabajadores agrícolas han visto sus medios de existencia afectados y será difícil garantizarles derechos", comentó Scoones.
Para evitar abusos, la FAO propone un código ético de conducta para una gestión responsable de las tierras, al que se adhiere de forma voluntaria. La idea no ha sido bien recibida por los colectivos agrarios internacionales, los cuales piden medidas más eficaces. "Esos códigos voluntarios funcionan si todas las personas involucradas están animadas por un espíritu cívico, pero no todos son así. Más que la zanahoria se necesita garrote", sostiene Scoones.