"Las cajas son vulnerables", están comprometidas en algunos casos por "los políticos regionales y sus amiguetes en el sector inmobiliario", y están entrando en la fase más oscura de una tradicional crisis bancaria provocada por el estallido de la burbuja inmobiliaria, subraya el diario.
A su parecer, los márgenes de intermediación de las entidades financieras se encuentran bajo presión por la manera de formalizar los créditos hipotecarios en España, referenciados en la mayoría de ocasiones al Euríbor y sujetos a revisión anual.
Los prestamistas se beneficiaron inicialmente del descenso de los tipos de interés porque los créditos estaban vinculados a tipos de interés anteriores, más elevados, pero con el Euríbor sólo un poco por encima del 1%, las cuotas hipotecarias se sitúan cada vez en niveles más bajos.
En este escenario, tanto bancos como cajas de ahorros, "desesperados por la liquidez", están dispuestos a pagar a los clientes de depósitos el doble del interés que cargan a los clientes de hipotecas con el objetivo de asegurarse la entrada de pasivo a largo plazo, indica FT.
El segundo problema del sector es que mientras que los préstamos entran en morosidad, con impagos que se elevarán a entre el 7% y el 8% de los activos en 2010, los prestamistas están consumiendo las provisiones genéricas que ayudaron a compensar su cuenta de resultados en el ejercicio 2009. La tasa de impago, añade, afecta más a las cajas que a los bancos.
Por otro lado, el diario británico destaca que el Banco Central Europeo (BCE) desea retirar cuanto antes las ayudas extraordinarias de estímulo articuladas por los Estados, mientras que muchas entidades en España se han hecho muy dependientes de la financiación mayorista.
Así, los bancos que necesiten financiación tendrán que ir al mercado mayorista y no la encontrarán al 1%, sino que ésta será mucho más cara, por lo que los resultados que presenten las entidades este año "serán muy malos", dice el Financial Times, que cita de forma anónima a un ejecutivo de una caja de ahorros.
El diario sostiene que el sistema financiero español encara "un año más difícil" que el pasado, cuando las provisiones obligatorias establecidas por el Banco de España y la estricta regulación de este organismo le permitieron mirar la crisis desde la barrera y mantenerse en los beneficios.
Asimismo, incide en que las fusiones que se avecinan en el sector de las cajas de ahorros se complican por la "opaca estructura de propiedad" de estas entidades financieras, que desde un punto de vista técnico son fundaciones de obra social sin accionistas.
Otro problema añadido es la reticencia de las autoridades de Competencia europeas a permitir la concesión de excesivas ayudas de Estado y su suspicacia ante la posibilidad de que las cuentas de las cajas se encuentren en peor estado del que sus ejecutivos reconocen.