MADRID.- Pocas cosas hay en España que dividan más que el mercado laboral. Separa -y discrimina- entre hombres y mujeres, entre jóvenes y mayores, entre españoles y extranjeros, entre fijos y temporales, y entre quienes viven en el norte o en el sur de España. En las conversaciones de bar o en las tertulias levanta menos pasiones que el fútbol, la política o la religión. Pero sus consecuencias se notan cada día. Sólo una de cada diez personas que vive en el País Vasco y quiere y puede trabajar está desempleada; en Canarias, son una de cada cuatro.
El paro crece en toda España. En eso no hay división. Desde que en junio de 2007 la tasa cayera al 7,9%, la más baja de la democracia, todo ha sido subir. Ahora llega al 17,9% según 'El País'.
Pero la media esconde diferencias en la velocidad del deterioro. Ahí está la división. Mientras en Murcia, Andalucía o los archipiélagos el salto ha superado los dos dígitos, en Navarra, el País Vasco, Cantabria o Asturias la subida apenas ha sido de cinco puntos. Eso sí, ninguna comunidad baja del 10%. Todas están por encima de la zona euro (9,5%) y de la Unión Europea (9%).
La línea que separa a unas autonomías de otras está trazada con ladrillos. La construcción empujó el empleo hasta 2007. Pero mucho más en unas comunidades que en otras. Y ahora que el edificio se viene abajo, aquellas que más subieron son las que más caen.
Por ejemplo, en Murcia los trabajadores que se dedicaban a la construcción llegaron a representar el 16,6% de todos los empleados de la región. Fue en junio de 2007, en el punto álgido del crecimiento económico. Apenas una década antes eran el 10,3%. Ahora, en pleno desplome suponen el 9,8%, según la última encuesta de población activa. La consecuencia inmediata: en dos años el paro en la región ha subido casi 14 puntos, hasta el 20,2%.
"El tema fundamental ha sido la importancia de la construcción", explica Pablo Alcaide, del gabinete de estadística regional de Funcas. "Las comunidades donde este sector tuvo más importancia son las que van a tener unas tasas más altas", pronostica.
Florentino Felgueroso, investigador de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada, considera que más allá de la palpable influencia de la construcción tanto en la euforia como en la caída laboral, el componente demográfico explica la diferencia entre las comunidades cantábricas y las mediterráneas más que cualquier otro.
"Las tasas de actividad son menores en las autonomías del norte, sobre todo entre los mayores de 50 años", explica Felgueroso. En las comunidades del norte, esta ratio, que mide el porcentaje de gente que puede y está dispuesta a trabajar, se sitúa por debajo de la media estatal (60%).
Esta baja tasa, continúa el también profesor de la Universidad de Oviedo, llega por el mayor número de prejubilaciones y retiros anticipados en la zona, así como por la emigración -y cita el ejemplo asturiano- de los grupos de edad que pueden trabajar.
La existencia de una población más envejecida conlleva una menor demanda de viviendas, por lo que el boom inmobiliario fue allí menor. "Se hicieron menos barbaridades", explica contundentemente el director del área laboral del bufete Garrigues, Rafael Ortiz.
De ahí, comenta Felgueroso, que el crecimiento más contenido acarree una atracción de inmigrantes y mano de obra menor. Algo que incluso se ha notado desde el comienzo de la crisis.
Por ejemplo, el número de personas dispuestas a trabajar en Andalucía o en Valencia ha crecido en los últimos dos años pese al continuo crecimiento del paro, no así en el País Vasco o Asturias, donde lleva un año en retroceso.
Dentro de las autonomías donde más ha aumentado el paro también hay diferencias. Extremadura y Andalucía recogieron menos frutos en la cosecha del crecimiento. Su tasa de paro siempre se mantuvo por encima del 10%. Y ahora, cuando ha llegado la recesión, el desempleo se ha cebado con ellas sobremanera. Ambas superan el 20% de paro, y según los cálculos de Alcaide, su media -junto con la de Canarias- este año quedará por encima de esta cifra.
Diferente es el comportamiento de Cataluña y Madrid. En la primera, la construcción no tuvo el papel destacado que jugó en otras autonomías, pero el paro sí que ha dado un salto importante (casi 10 puntos) por el desplome industrial.
Según explica Alcaide, la caída del sector manufacturero este año en Cataluña será del 15%, un punto por encima de la media nacional. Claro que aquí surge la comparación con otras autonomías donde el peso industrial es grande, el País Vasco o Navarra, aunque como se encarga de recordar Ortiz, la industria catalana está más vinculada a la construcción que otras.
Valga el ejemplo de la firma de sanitarios Roca, noticia en los últimos meses por sus regulaciones de empleo. En Madrid, en cambio, la fortaleza de los servicios (el 80% del empleo de la región), donde la destrucción de empleo ha llegado más tarde que a los otros sectores, se nota.
A la hora de resumir, Felgueroso separa entre las regiones más "rígidas" del Cantábrico, en las que su configuración demográfica les impide crecer más y crear más empleo en épocas de crisis, y las más "volátiles" del Mediterráneo. Sí, crean más empleo, pero todavía lo destruyen a un ritmo mayor.