SEVILLA.- Juan Torres, catedrático de Economía de la Universidad de Sevilla, acaba de publicar La crisis financiera. Guía para entenderla y explicarla. Un pequeño libro en el que de manera clara y sucinta acerca a los ciudadanos lo que está ocurriendo en el mundo y por qué. Pero va mucho más allá. Es la denuncia de una crisis moral y un intento de "animar a los ciudadanos a levantar su voz, y decirle a los poderosos que hasta aquí hemos llegado". Lo entrevista hoy 'Público'.
¿Sufrimos las consecuencias de un pecado de omisión?
Lo ocurrido es el resultado de un modo de actuar que no hubiera sido posible sin la complicidad de los gobiernos y bancos centrales que miraban para otro lado. Son los gobiernos, como este, los que ponen las líneas telefónicas para facilitar operaciones financieras oscuras en Gibraltar.
¿Decir eso no es ir demasiado lejos?
Si Gibraltar tiene 30.000 habitantes y el Estado español le da 100.000 líneas está proporcionándole los medios para funcionar como paraíso fiscal. Si la Unión Europea firma convenios con paraísos fiscales está facilitando su existencia. Prácticamente, todas las entidades financieras tienen sedesen ellos. El Instituto para la Obra de la Religión, que es el banco central del Vaticano, es un paraíso fiscal. Son instrumentos imprescindibles para hacer lo que han estado haciendo los bancos.
Es usted muy crítico con las medidas de rescate del sistema financiero...
Porque es una supeditación de los gobiernos a los intereses bancarios. Están inyectando dinero a través de los bancos, y estos lo usan para salvar sus cuentas. No llega a la economía real. Los ciudadanos pagaremos impuestos para apoyar a los bancos, para que estos, a su vez, financien a las empresas sus expedientes de regulación de empleo. Porque también es cierto que muchas empresas están usando la crisis para tapar un mal gobierno semejante al de los bancos.
Desde los gobiernos mantienen que sería catastrófico no hacerlo.
Salvar el sistema financiero no es salvar a los bancos. El sistema se ha hundido porque los bancos se han dedicado a especular sobre bases falsas. Y eso ha provocado hambre. Hemos visto en multitud de bancos ofertas para que la gente invierta aprovechándose del alza de precios de los mercados alimentarios. Son los inversores especulativos los que provocan el hambre, y es criminal que se usen los recursos para sostenerlos. Y más aún darles dinero para que ganen más dinero.
Muchos dirán que es un planteamiento demagógico.
En mayo del año pasado la FAO reclamó 6.000 millones de dólares para atender hambrunas inmediatas. Sólo se recaudaron 4.000. Si es demagogia decir que no dan dinero a la FAO para que luche contra el hambre y, sin embargo, dan miles de millones de dólares a los bancos, para que luego paguen grandes primas a sus directivos o para salvarle la cara a los bancos que han perdido dinero en la pirámide de Madoff Los ciudadanos tenemos que reclamar el fin de esa inmoralidad, no dar un euro más a bancos corruptos que se llevan el dinero a paraísos fiscales, que financian actividades puramente especulativas, mientras hay tanta gente padeciendo.
¿Una crisis económica apoyada en una crisis moral?
Claro. Esta crisis pone sobre la mesa los valores morales sobre los que está montada nuestra civilización. Los ciudadanos tienen que saber que la Iglesia tiene paraísos fiscales, y que los terroristas, traficantes de armas y banqueros corruptos también tienen facilidades para instalarse en los paraísos fiscales. Las finanzas se han convertido en un sistema de corrupción global con la complicidad de gobiernos e instituciones.
¿Tiene propuestas concretas para el cambio?
Prohibir los paraísos fiscales, desincentivar la especulación con impuestos, dotar a los gobiernos de capacidad de maniobra, controlar los movimientos de capitales Pero no será posible si los ciudadanos no tienen poder para exigirlo. Los planes de Obama, que son relativamente moderados, están siendo atacados sin piedad, y modificados, por la derecha y los poderes financieros. Hay que reclamar el fin de esa situación inmoral en la que se encuentra la economía mundial.
¿Qué pueden hacer los ciudadanos para vencer a esos poderes?
Salir a la calle, votar a los partidos que defienden estas ideas, poner su dinero en los llamados bancos éticos, no en los especulativos. Puede lograrse por vías pacíficas y democráticas, pero diciendo que no con contundencia.