Una de las incógnitas desde el comienzo de todo este proceso hace más de diez años es cómo escogió Azagra para tamaña empresa a un personaje con los antecedentes de Mendoza, lo promocionó luego Cañizares y no lo combatió finalmente Ureña. Porque, en el fondo, estamos hablando de un gran negocio y de dinero. A punto estuvo la UCAM de pasar a la órbita del CEU “San Pablo” siendo administrador apostólico monseñor Cañizares quien, por sus enfrentamientos con la Asociación Católica de Propagandistas, prefirió seguir encomendando a Mendoza su gestión y explotación pese a sus primeros conatos de desencuentro con el Movimiento Neocatecumenal y con el Opus Dei.
También entre los ecologistas hay sus más y sus menos.
Parece que la decisión de que la plataforma "Murcia No Se Vende" no secunde la campaña "Costa contra la corrupción", destinada a recabar los 18.000 euros que pesan sobre el profesor aguileño Pedro Costa Morata, como consecuencia de una sentencia condenatoria del Juzgado de Lorca, hay que buscarla en su origen mucho más en las motivaciones de "Ecologistas en Acción de la Región de Murcia", que en excusas de su candidatura electoral por IU-Los Verdes al Senado hace tres meses. El repudio aflorado tiene más miga y mucho más fondo.
Porque, como ya se demostró en las elecciones de hace un año, este independiente, verde y de izquierdas, no arrancó suficientes votos ni en su propio pueblo al ser, desde hace casi treinta y cinco años, un veraneante más con alguna fama de manipulador entre ciertos sectores de la propia izquierda local más ilustrada. No es un enemigo para el PSRM ni para nadie aunque la "nomenklatura" de la reacción trate de hacerlo mártir con esta curiosa sentencia de primera instancia ya recurrida en segunda... y, si hace falta, hasta Estrasburgo a base de euros pedidos puerta a puerta.
Costa es un francotirador, de escasa relevancia ya, dentro del creciente movimiento ecologista español, que se especializó hace mucho tiempo en la casi exclusiva defensa del litoral, pero que tiene un afán de protagonismo individual que no encaja muy bien con lo que se lleva hoy de acción colectiva, mediática y de gran conexión con la opinión pública más concienciada. Le ha salido una muy fuerte competencia con "Greenpeace".
Levanta por eso mucho recelo entre figuras más jóvenes y con planteamientos muy distintos sobre la estrategia a seguir. Y, uno a uno, mucho menos valientes que él porque demostrado está que no tiene pelos en la lengua, ni en la pluma, aunque su discurso suene ya a muy conocido. Su excesiva confianza, por su larga militancia, y mucha vehemencia es precisamente lo que lo llevó ante un juez por lenguaraz.
Costa es un histórico, ahora de andar por casa, casi una pieza de museo, al que precisamente no se le debiera tratar con tanto desdén desde las filas del PSRM a causa de viejas rencillas y con tontas explicaciones de interpuestos, como que somos «un movimiento social independiente y apartidista, donde todo el mundo tiene cabida sin discriminación por razones de sexo, raza, creencia religiosa o afinidad política», precisamente antiguos sindicalistas de "Hidroelectrica Española", versus "Iberdrola", la empresa que tanto combatió Pedro en su día y hoy propietaria de la mayor parte de los terrenos a urbanizar en la Marina de Cabo Cope.
En "Ecologistas en Acción", "Greenpeace" o "ANSE" no goza Costa de un gran predicamento aunque finjan, cuando no hay más remedio, en un perfecto ejercicio de hipocresía en función de los objetivos irrenunciables y la imprescindible unidad de estas minorías en territorio tan sometido por la especulación urbanística. Lo que pasa ahora es que a José Ramón Jara le estorban estos movimientos sociales, asamblearios pero muy minoritarios, que tanto le obligan a mantener una pose izquierdista, que no desea, y a los que parece ha ordenado desactivar o instalar en la más trivial banalidad, como bien se pudo ver ya este sábado en la fracasada concentración de "Murcia No Se Vende".
Es la de Costa Morata la soledad del viejo triunfador de la lucha en 1974 contra la instalación de una central nuclear en Cabo Cope, promovida por "Hidroeléctrica", aunque luego reciba de sus femeninas manos, en lo que se percibe como gran contradicción, el premio nacional de medio ambiente que le concedió la ministra de Aznar, Isabel Tocino, hoy una radical, activa y comprometida con la energía nuclear en España. Y hay quien hasta dice, que como premio a haberselas jurado al PSOE de Felipe González-Alfonso Guerra-José Bono, que también lo repudió en su día al sentirse utilizado por Pedro Costa.
Costa Morata levanta ese lógico recelo entre ciertos ecologistas precisamente por quien le concedió ese tan cacareado premio en 1998, porque colabora regularmente en publicaciones muy marcadas por el tongo y porque tiene, o ha tenido, un despacho profesional-consulting abierto al público en Madrid, en la calle Francisco Silvela, para poder comer todos los días aprovechando también, y es legítimo, su proyección pública en estas cuestiones, llegado el caso. Pero en la vida, nadie le ha regalado nada a este huérfano de ferroviario pasado desde muy niño por internados de León, para más "pedigree" en la era Zapatero.
A veces, resulta que, tal vez en su afán de convertir al infiel, acepta Pedro el caramelo envenenado del adversario y realiza trabajos por encargo y remunerados. Parece el caso de la Asociación de Promotores Inmobiliarios de la Región de Murcia, que preside el polémico José López Rejas, sobre qué hacer con el litoral murciano y que, según el propio Costa, no terminó de cobrar. IU-Los Verdes lo supo en su momento y no le puso objeciones porque el cambio de última hora desde la lista a la Asamblea Regional a la del Ayuntamiento de Murcia dicen que fue por no estar censado en la Región y no para "esconderlo" por miedo a que trascendiese en la campaña electoral.
Para muchos elementos clave de la izquierda murciana no es pues de fiar, entre muchas otras razones porque Costa no se confía a nadie, curtido ya a sus años en 101 batallas libradas en solitario y, a lo sumo, es más cercano con los compañeros de viaje que ha necesitado en cada momento para no ser desplazado del escenario, que tanto le gusta porque lo estima imprescindible para influir y que sus planteamientos sean considerados por la gente.
Lo que menos se tolera de Costa es su tendencia a repartir patentes verdes o lanzar anatemas ideológicos contra quien no comparte sus tesis, táctica o prioridades. Muchos no reconocen su autoridad porque lo perciben como un autoritario agitador fuera de tiempo y prefieren acercarse más a quien hoy tiene la mejor iniciativa y el favor de los medios en la lucha, más espectáculo, contra la urbanización salvaje del litoral, y que no son otros que los avezados, intrépidos, demócratas, universales, y mucho menos retóricos, miembros de "Greenpeace".
El gran argumento, más político, contra él es que ya no es capaz de mover a nadie, ni siquiera en su pueblo (pese a ser primo del actor Paco Rabal), tal como dice haber comprobado "Ecologistas en Acción", presidida en Murcia por la profesora Julia Martínez, cuando allí han celebrado acciones de protesta contra la "actuación de interés regional " en la Marina de Cope, cuna del propio Costa, un ecologista de otra época pero muy reacio a prescindir de las bambalinas porque todavía se siente útil aunque lo sea sólamente a su región de origen, tan poco agradecida a la postre con él aunque la central nuclear no se instalase realmente por la gran actividad sísmica medida en aquel paraje, hoy de nuevo en peligro.