MADRID.- La 'refundación' del PSOE madrileño y la incorporación del ex ministro Jordi Sevilla al socialismo valenciano dejan si cabe aún más en evidencia al Partido Socialista de Murcia, la otra región donde las candidaturas de José Blanco fracasaron estrepitosamente el 27-M y donde sigue debatiéndose entre "la renovación pendiente" y la "renovación permanente", sin ejecutar ni una ni otra.
En las bases socialistas hay muchas dudas de que la opción de Pedro Saura de convocar en otoño una conferencia regional del partido bajo el título de 'Podemos crecer mejor', con presencia prometida del presidente José Luis Rodríguez Zapatero, sea suficiente para remontar el vuelo y renovar una organización esclerotizada y acomodaticia en su rol de opositor permanente.
Al líder socialista murciano, Pedro Saura, los dedos se le vuelven huéspedes desde el 27-M. Tras conseguir bajar los resultados electorales del PSOE en Murcia al mínimo histórico del 31% de los votos, propiciando una subida también histórica del PP al 58%, sus decisiones postelectorales y las de algunos de los miembros de sus candidaturas han aumentado la inestabilidad interna en el PSRM.
La decisión de Saura, asumida por la dirección regional, de colocarse, además de secretario general y portavoz parlamentario regional, como senador por designación autonómica ha sentado como un tiro en las filas socialistas. Hasta el normalmente comedido antecesor de Saura en la secretaría general del PSRM, Ramón Ortiz -que también ignoró la renovación pendiente-, se ha visto obligado a declarar su disconformidad con la senaduría de Saura.
Los hechos cantan y en el ambiente se palpan. A la última reunión de la Comisión Ejecutiva Regional socialista, inmediatamente posterior a esa designación, faltaron 90 de sus 200 miembros. "Para no votar en contra de las decisiones del Comité Regional", es decir de Saura, se hizo saber sotto voce. Los socialistas murcianos intentan así tapar una situación de división interna y de disensiones y críticas para que no salten aún de los corrillos y cenáculos privados a la luz pública, tras el k.o. electoral del 27-M.
Los Alcázares y Lorca, los arietes
Tampoco ayuda, de cara a la opinión pública, que uno de los pocos que ha osado criticar abiertamente a Saura y a sus listas, sin mencionarlas, ha sido el ex alcalde socialista de Los Alcázares, Juan Escudero (en la imagen), que fue forzado por su partido a abandonar la alcaldía hace un año cuando su nombre y su ayuntamiento aparecieron relacionados con el capo marbellí nacido en Cartagena de la Operación Malaya, Juan Antonio Roca.
Los Alcázares se mantiene como feudo socialista tras el 27-M, lo que da alas a Escudero. Como se las da al lorquino Miguel Navarro -también forzado a salir de las listas del PSOE por ser uno de los mejores defensores de la política urbanística del PP gobernante- el hecho de que en mayo el PSOE saliera derrotado en Lorca por primera vez en la historia de la democracia.
En la oposición interna a Saura se perfilan Navarro -de momento en silencio- y Escudero como arietes junto a los que critican el "hipercriticismo" socialista contra los macrodesarrollos urbanísticos, que tan perfectamente han sido realizados por los dos ex alcaldes citados en Los Alcázares y Lorca.
Las dimisiones de los número uno y dos socialistas en Cartagena, Ignacio Segadoy Teresa Rosique -colocados por Saura-, tras su correspondiente debacle electoral auspiciada por la vieja guardia socialista local, se añaden a las dificultades que se le plantean al secretario regional para la vuelta del verano.
La estrategia de todos, oficialistas y críticos, de puertas afuera, es "ganar en las generales" e ir a un congreso después de ellas. Pero cada día que pasa se hace más patente que la situación interna del PSRM es muy volátil y que una solución "a la madrileña", con refundación del partido incluida, aparece con fuerza en el horizonte. La incógnita reside en si José Blanco se atreverá a ponerle el cascabel al gato murciano, único de los tres grandes fracasos socialistas del 27-M sin solución a la vista.
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