Los bancos y cajas, principales emisores financieros de hipotecas, han advertido de que el mercado está saturado, que ya no da más de sí y que el alto nivel de las cuotas crediticias mensuales está expulsando a los colectivos más débiles.
El análisis, realizado por la Asociación Hipotecaria Española, la entidad mejor informada en esta actividad, y las consecuencias que se pueden deducir de ellas deberían ser tenidas en consideración por los gobiernos nacional y autonómicos, por los agentes sociales, y también por las asociaciones de consumidores. Tal vez sería conveniente arbitrar estrategias adicionales a las existentes, alcanzar acuerdos y poner ciertas tablas de salvación al servicio de determinadas familias, hipotecadas desde hace años y con perspectivas de empeorar aún más su situación financiera en los próximos meses con las subidas de tipos que se avecinan.
Una de las actuaciones más recomendables para los usuarios, ahora, es la de intentar renegociar las condiciones de los préstamos, preferiblemente con la misma entidad bancaria (los gastos son menores) o con otra para lograr mejores condiciones y cuotas algo más bajas en los pagos mensuales, ya casi perpetuos.
También podría resultar conveniente en estos momentos de euríbor exagerado y en ascenso -las tensiones inflacionarias en Europa continuarán durante los próximos meses- explorar los beneficios del cambio crediticio a un tipo fijo o mixto, posibilidad financiera que parece más ventajosa tras cada vuelta de tuerca monetaria del Banco Central Europeo.
Por otra parte, puede ser el momento adecuado para actuar sobre el sector de alquileres, que no ha contribuido demasiado a paliar el problema inmobiliario de las familias, pese a las buenas intenciones de la ministra Trujillo. Este mercado, ahora, sólo supone el 11,2% del total; es decir, algunas décimas menos que hace seis años. La falta de alojamientos para arrendar en España -sólo hay 1.800.000 pisos ocupados-, y sobre todo las lagunas reguladoras o de seguridad en los contratos entre caseros y alquilados ha provocado que la actividad del sector esté muy lejos de la media europea y no termine de despegar.
La normalización o suave ajuste inmobiliario pasa también por acelerar en los próximos meses los pequeños y grandes desequilibrios en el mercado de alquiler, única alternativa para un elevado número de familias que no pueden acceder a una vivienda o no les interesa comprarla por causas laborales. Ambos sectores requieren una actuación conjunta y coordinada lo antes posible.
www.laverdad.es
El análisis, realizado por la Asociación Hipotecaria Española, la entidad mejor informada en esta actividad, y las consecuencias que se pueden deducir de ellas deberían ser tenidas en consideración por los gobiernos nacional y autonómicos, por los agentes sociales, y también por las asociaciones de consumidores. Tal vez sería conveniente arbitrar estrategias adicionales a las existentes, alcanzar acuerdos y poner ciertas tablas de salvación al servicio de determinadas familias, hipotecadas desde hace años y con perspectivas de empeorar aún más su situación financiera en los próximos meses con las subidas de tipos que se avecinan.
Una de las actuaciones más recomendables para los usuarios, ahora, es la de intentar renegociar las condiciones de los préstamos, preferiblemente con la misma entidad bancaria (los gastos son menores) o con otra para lograr mejores condiciones y cuotas algo más bajas en los pagos mensuales, ya casi perpetuos.
También podría resultar conveniente en estos momentos de euríbor exagerado y en ascenso -las tensiones inflacionarias en Europa continuarán durante los próximos meses- explorar los beneficios del cambio crediticio a un tipo fijo o mixto, posibilidad financiera que parece más ventajosa tras cada vuelta de tuerca monetaria del Banco Central Europeo.
Por otra parte, puede ser el momento adecuado para actuar sobre el sector de alquileres, que no ha contribuido demasiado a paliar el problema inmobiliario de las familias, pese a las buenas intenciones de la ministra Trujillo. Este mercado, ahora, sólo supone el 11,2% del total; es decir, algunas décimas menos que hace seis años. La falta de alojamientos para arrendar en España -sólo hay 1.800.000 pisos ocupados-, y sobre todo las lagunas reguladoras o de seguridad en los contratos entre caseros y alquilados ha provocado que la actividad del sector esté muy lejos de la media europea y no termine de despegar.
La normalización o suave ajuste inmobiliario pasa también por acelerar en los próximos meses los pequeños y grandes desequilibrios en el mercado de alquiler, única alternativa para un elevado número de familias que no pueden acceder a una vivienda o no les interesa comprarla por causas laborales. Ambos sectores requieren una actuación conjunta y coordinada lo antes posible.
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