lunes, 18 de junio de 2007

Al-Qa´ida y Osama ben Laden: un estudio "definitivo" sin "soluciones finales"/Massimo Introvigne y T. Ángel Expósito Correa


Recensión del libro de Rohan Gunaratna, Inside Al Qaeda. Global Network of Terror (considerado como uno de los mayores estudiosos del terrorismo internacional, además de asesor de anti-terrorismo para varios gobiernos). Descripción del fenómeno Al Qaeda, con propuestas para su derrota definitiva y puntualizaciones del recensor.

************************

Rohan Gunaratna, profesor en la University of St. Andrew´s, en Escocia, considerado como uno de los mayores estudiosos del terrorismo internacional, ha producido con Inside Al Qaeda. Global Network of Terror ("Dentro al-Qa´ida. Una red global del terror"), una obra presentada en la contraportada como "definitiva". La pretensión -si nos referimos a la descripción del fenómeno- no es excesiva, y Gunaratna, que es asesor de varios gobiernos y de la Organización de las Naciones Unidas, ha tenido acceso a un gran número de expedientes reservados relacionados con al-Qa´ida, también participando personalmente al interrogatorio de miembros de la organización detenidos en varios países, antes y después del 11 de septiembre de 2001.

Utiliza además publicaciones clandestinas de al-Qa´ida a las que no muchos estudiosos tuvieron acceso, como la Enciclopedia de la Jihad Afgana, un texto de alrededor de siete mil páginas, y el volumen de reflexiones, en árabe, publicado clandestinamente en Londres por el editor Al-Sharq al-Awsat en diciembre de 2001 con el título Caballeros bajo la bandera del Profeta. Meditaciones sobre el movimiento jihadista, que comprende las reflexiones del médico egipcio Ayman al-Zawahiri, número dos de al-Qa´ida, sobre el futuro del movimiento tras el 11-S.

El retrato que se desvela no es confortador. Al-Qa´ida, según Gunaratna, constituye un movimiento cualitativamente y cuantitativamente distinto de todos los grupos terroristas que la historia reciente ha conocido. Bien lejos de ser esa realidad marginal que algunos estudiosos del fundamentalismo islámico -deseosos sobre todo de contestar la posición sobre el punto de la CIA y de la administración estadounidense- habían creído poder describir en la década de los noventa, al-Qa´ida aparece como la mayor organización terrorista que la historia haya conocido, con un número de agentes -varias decenas de miles, aunque las estimaciones sean objeto de controversias-, armas y disponibilidades financieras paragonables no tanto a las cifras de movimientos terroristas del pasado cuanto a las posibilidades de un pequeño -pero bien armado- Estado contemporáneo.

Mientras el pasado ha conocido grupos terroristas controlados por Estados, al-Qa´ida aspira -y lo había conseguido, en el caso de Afganistán- a ser un grupo terrorista que controla Estados. En lo referente a su líder, "entre los jefes terroristas contemporáneos, Osama ben Laden no tiene iguales [...]. Primeramente, es el único líder en haber construido un grupo terrorista verdaderamente multinacional, que puede golpear en cualquier parte del mundo [...]. En segundo lugar, se ha construido un seguimiento popular en el mundo islámico, y es objeto de casi veneración en ambientes musulmanes de Asia, África y Oriente Medio, y entre los emigrantes de la primera y segunda generación en América, Europa y Australia": Gunaratna explica, por ejemplo, que el setenta por cien de los niños nacidos en poblada ciudad nigeriana de Kano entre el 11-S y el fin del mismo año han sido llamados "Osama", y que investigaciones demoscópicas revelan en todo el mundo islámico una popularidad de ben Laden superior a la de los líderes políticos locales.

Esta popularidad se traduce en un contínuo flujo de financiaciones, las cuales se añaden a las importantes contribuciones de organizaciones caritativas internacionales islámicas cuyas cúpulas simpatizan por al-Qa´ida o están -muy a menudo- infiltradas, así que la fortuna personal de ben Laden contribuye sólo en parte minoritaria a la solidez financiera de la organización, que además descansa asimismo sobre un sistema internacional de fraudes a las sociedades de tarjetas de crédito, mientras parece que ben Laden, a diferencia de los talibanes afganos, haya siempre rechazado su participación en el tráfico de drogas.

La historia de al-Qa´ida es en gran parte conocida y la reconstrucción de Gunaratna es tan detallada y atenta al particular -nos ofrece, por ejemplo, el número de teléfono satelitar usado por años por ben Laden y los nombres de los hoteles donde pernoctaron los principales agentes de al-Qa´ida en sus viajes- que por momentos resulta difícil su lectura, también porque algunos de los protagonistas utilizan un exorbitante número de nombres falsos -más de cuarenta en el caso de Ramzi Ahmed Yousef-, consiguiendo confundir -si no los servicios secretos que les siguen la pista- al menos al lector medio del tomo. Algunos particulares son dignos de reseñarse. Por ejemplo, Gunaratna considera probable que el cuarto objetivo -fallido- de la operación del 11-S fuera la Casa Blanca, y estima cierto que el mismo día solamente la clausura del aeropuerto londinense de Heathrow con alguna hora de antelación respecto a las previsiones de al-Qa´ida, tras los atentados de Nueva York y Washington, haya impedido a un grupo de terroristas, ya preparados para el embarque en el vuelo Londres-Manchester, secuestrar el avión y estrellarlo contra el Parlamento británico.

De la obra se desprende que los hechos del 11-S han sido reconstruidos hasta en los particulares, y que al-Qa´ida ha aprendido de sus errores pasados. En efecto, la organización de ben Laden no es infalible y sus enemigos no son desprevenidos: si al-Qa´ida ha conseguido en la década de los noventa a llevar a cabo algunos atentados espectaculares, otros que habrían sido mucho más letales han sido impedidos. En particular, Gunaratna llama la atención sobre el denominado Oplan Bojinka, un plan que debería haberse realizado en 1995 y que preveía la explosión en el aire, el mismo día, de once aviones de líneas estadounidenses y el contemporáneo asesinato del presidente de los Estados Unidos William Jefferson "Bill" Clinton y del Papa Juan Pablo II; y sobre el atentado que debería haber golpeado el aeropuerto internacional de Los Ángeles en ocasión de las celebraciones del 31 de diciembre de 1999.

Ambos fueron impedidos con las detenciones de algunos entre los candidatos ejecutores suicidas antes que pusieran en práctica sus propósitos, provocadas -según Gunaratna- por el hecho que se trataba de activistas más bien visibles -por lo tanto, vigilables- del fundamentalismo islámico radical, muchos de ellos con antecedentes penales específicos. En el caso del 11-S, en cambio, la mayoría de los terroristas no tenía antecedentes penales y les había sido ordenado no frecuentar grupos fundamentalistas, ni mezquitas, ni leer el Corán o rezar en público. El jefe de la operación del 11-S, Mohammed Atta (1968-2001), hijo de un afamado abogado egipcio, era más bien conocido como un estudiante que se había licenciado en 1999 con mención de honor en urbanística en Hamburgo con una tesis sobre la recuperación del centro histórico de Aleppo y tenía una brillante carrera ante sí.

Por otro lado, parece que al-Qa´ida tiene constantemente preparados un centenar de distintos proyectos terroristas, realizando solamente tres o cuatro al año con decisiones tomadas rápidamente por una pequeña "cúpula" de jefes: ben Laden, el ideólogo del movimiento al-Zawahiri además de responsable de la organización, el palestino Abu Zubaydah, y el comandante militar, ex-policía egipcio Muhammad Atef (1944-2001); No obstante Zubaydah ha sido capturado por los servicios estadounidenses en Paquistán el 28 de marzo de 2002, y Atef ha muerto en Afganistán, en ambos casos perjudicando seriamente a al-Qa´ida.

En lo referente a la ideología, Guanaratna propone algunas interesantes reflexiones sobre el carácter a la vez utópico y concreto de las tesis elaboradas por ben Laden y al-Zawahiri. Por otra parte, el objetivo declarado es la restauración de un único califato para la entera umma musulmana; este fin supone el derrocamiento de los regímenes corruptos que no aplican o aplican parcialmente la shari´a en los países con mayoría islámica, lo cual es posible sólo haciéndoles faltar la protección que les garantizan los EE.UU., los cuales deberían ser inducidos a retirarse de éstos países por la amenaza de un terrorismo que los persigue hasta el corazón de América.

A quien observe que el objetivo es utópico, al-Qa´ida contesta que "[...] todo ocurre según la voluntad de Dios"; asimismo la operación 11-S, afirma al-Zawahiri, "[...] se consiguió gracias a la ayuda de Dios, no a nuestra eficacia o poder". Por otro lado, el macro-proyecto del califato es contínuamente micro-traducido en una serie de objetivos intermedios que, por muy difícil que sea su realización, no son políticamente imposibles y en parte ya han sido alcanzados: derrocamiento de regímenes específicos, creación de enclaves controlados por al-Qa´ida y por sus aliados en zonas remotas de Paquistán -donde, según Gunaratna, todavía se encontraría ben Laden-, de Indonésia y Filipinas, etc. El éxito de al-Qa´ida también está asegurado por el universalismo pan-islámico de ben Laden, que contra enemigos comunes ha conseguido hacer colaborar musulmanes fundamentalistas y tradicionalistas, y también sunníes y chiítas; además, no sin que ello fuera un elemento de fricción con los talibanes, radicalmente anti-chiítas: se trata de una dialéctica que -según Gunaratna- habría podido ser mejor explotada por los enemigos del terrorista de origen saudí.

Antes bien, afirma Gunaratna, el principal apoyo militar y de inteligencia al sunní ben Laden viene hoy del Irán chiíta, no de Irak, por lo tanto una política estadounidense que privilegiara el ataque a Irak sería, según el estudioso, totalmente desacertada.

Queda confirmado que, contrariamente a una difundida opinión popular, los objetivos de al-Qa´ida así como son percebidos por sus dirigentes y por sus miembros son de naturaleza religiosa: "Osama jamás ha interpretado el islam como si estuviera al servicio de un objetivo político específico. Es el Islam su objetivo político"; por lo cual, vistos desde fuera, "Osama y Zawahiri no son hombres de Dios sino políticos sedientos de poder"; la distinción entre el elemento religioso y el político no tiene sentido dentro de al-Qa´ida pero Gunaratna propone utilizarla en una propaganda exterior que cuestione su mito: operación cuyo éxito en los países islámicos es todo lo contrario que descontado.

El estudioso también desmiente la existencia, para la gran mayoría de los militantes de al-Qa´ida, de móviles económicos; En su mayoría los terroristas proceden de familias acomodadas y han recibido una buena instrucción, y en al-Qa´ida reciben "sueldos" modestísimos: es ejemplar el caso de Omar Sheikh, el terrorista responsable del asesinato del periodista del Wall Street Journal Daniel Pearl (1963-2002), hijo de empresarios emigrados a Inglaterra y estudiante en la London School of Economics.

Según Gunaratna, los movimientos fundamentalistas islámicos -que prefiere llamar "islamistas" - se dividen en cuatro tipos: revolucionarios, ideológicos, utópicos y apocalípticos. Los primeros, los "revolucionarios" , cuyo tipo lo constituye Hamas, practican la violencia al servicio de objetivos precisos políticamente alcanzables; los segundos, los "ideológicos", justifican la violencia sistemática con un discurso ideológico coherente que exalta su valor pedagógico y religioso, según una ideología que sería típica del teórico fundamentalista sudanés Hassan Turabi y sería practicada por los Hizbolá en Líbano; los terceros, los "utópicos", entienden derrocar el orden mundial existente para reemplazarlo con un nuevo orden mundial islámico: de ellos son ejemplos los talibanes y al-Qa´ida misma en una de sus primeras fases de desarrollo; finalmente los "apocalípticos" creen en el valor de la violencia global que debería conducir a un apocalípsis islámico, única condición para la restauración del califato.

Sólo dos grupos -al-Qa´ida y el GIA, el Grupo Islámico Armado, argelino -serían en este sentido "apocalípticos", aunque Gunaratna precise que el adjetivo no es usado en el sentido corriente en la sociología de las religiones para indicar una verdadera y propia espera del fin del mundo, un elemento cuyo presencia en al-Qa´ida sigue siendo objeto de debates y preguntas a los cuales el estudioso tiende a dar una respuesta negativa. En lo referente al GIA, el mismo ben Laden ha denunciado su violencia gratuita contra enteras aldeas musulmanas -exprimiéndose en términos particularmente severos contra los repetidos episodios de violencia carnal- y ha favorecido en 1998 la escisión del GSPC, el Grupo Salafita para la Predicación y el Combate, que hoy es el representante del network de al-Qa´ida en Argelia y está también presente clandestinamente en Francia y en Italia.

¿Qué hacer contra al-Qa´ida? A corto plazo la respuesta, según Gunaratna, puede ser solamente militar y de inteligencia. No se deben subestimar los éxitos conseguidos por los servicios occidentales en impedir operaciones de al-Qa´ida -que por lo tanto no es invencible- y favorecer asimismo una mejor cooperación entre los servicios de los distintos países. Por ejemplo, el secuetro de aviones de línea para que se estrellen contra edifícios-simbolo habrían podido ser previstos, según el estudioso, mediante una mejor colaboración entre servicios franceses y estadounidenses, ya que los primeros conocían como el objetivo de los terroristas del GIA -que en la noche de Navidad de 1994 habían secuestrado un avión de la Air France despegado de Argel- era el de estrellarlo contra la Torre Eiffel: durante una escala para repostar en Marsella, el plan fue evitado por repartos especiales de la Gendarmería francesa, que asaltaron el avión matando a todos los terroristas.

A medio plazo, según Gunaratna, derrotar a al-Qa´ida significa romper la red de simpatía y de complicidad de las que disfruta en el mundo islámico en general y fundamentalista en particular. A diferencia de muchos sociólogos, Gunaratna no distingue particularmente entre fundamentalismo "neo-tradicionalista" -que en general no utiliza medios violentos- y "radical", no sólo porque el fin de su estudio no es el análisis del fundamentalismo, sino porque de su documentación se desprenden continuamente contactos entre al-Qa´ida y exponentes de grupos que otros denominarían "neo-tradicionalistas", como, ejemplo paradigmático, los Hermanos Musulmanes. "La pregunta -escribe Gunaratna- tiene que ser planteada: al-Qa´ida es coránica o herética?"; El estudioso opina evidentemente que la respuesta vaya en el sentido de la herejía, aunque la argumentación sea sumaria. El problema que Gunaratna tiene presente no es teológico, sino estratégico: como ganar la guerra contra al-Qa´ida -y contra el fundamentalismo en general- utilizando a la vez instrumentos militares e "ideológicos", como según su opinión se consiguió con éxito con el comunismo durante la Guerra Fría. El estudioso hace votos para que se manifiesten, a medio plazo, "autorizados religiosos" del islam en grado de pronunciarse autorizadamente al menos contra el terrorismo. Gunaratna admite que hasta el momento no se han encontrado "[...] antecedentes tradicionales, garantías de seguridad o incentivos" para favorecer semejantes pronunciamientos, pero no desespera que se puedan encontrar en el futuro, mientras considera inútiles las declaraciones de verdaderos o supuestos expertos occidentales del islam, puntualmente ridiculizadas en los países a mayoría islámica.

Esto lo empuja a mirar, por encima del medio, al largo plazo en el cual, para favorecer el afloramiento de un simposio de autoridades internacionales islámicas que esté autorizado ante las masas musulmanas y condene el terrorismo, Occidente debería hacer su parte para solucionar los nudos no resueltos como los de Palestina, Chechenia y Kashmir.

Se trata, en gran parte, de consideraciones llenas de sentido común, pero al mismo tiempo de una problemática enorme, que quizás no toca a los expertos de anti-terrorismo solucionar: por ejemplo, ¿quién podría tener la autoridad para declarar al-Qa´ida "herética" en una religión como el islam? ¿Quién podría convocar un concilio de "autorizados religiosos", y como elegirlos? Si esta, como cree Gunaratna, es la única verdadera solución final del problema al-Qa´ida, no nos queda por el momento otra cosa que concentrarnos en las soluciones intermedias y reforzar las medidas de prevención militares y de inteligencia, seguros que al-Qa´ida en este momento ya se prepara para atacar otra vez.

Massimo Introvigne (director del Centro Studi Sulle Nuove Religioni y dirigente nacional de Alleanza Cattolica, y T. Ángel Expósito Correa)


ROHAN GUNARATNA

Asesor de la ONU para temas relacionados con el terrorismo islamista. Consultor de gobiernos europeos y americanos. Analista de The New York Times, la BBC, Le Monde. Rohan Gunaratna, el hombre que predijo con escalofriante exactitud el atentado de Madrid y el mayor experto en Al Qaeda.


Lleva más de una década siguiéndoles la pista y por eso, a día de hoy, Rohan Gunaratna, de 42 años, es el hombre que más sabe de Al Qaeda. Licenciado en relaciones internacionales, budista, originario de Sri Lanka y afincado en Singapur, su interés por el terrorismo nació cuando investigaba en su tierra natal a los Tigres Tamiles a finales de los 80. Aquella experiencia lo llevó al Pakistán de 1993 tras los pasos de los terroristas que se apiñaban en torno a Bin Laden.

Sus entrevistas con un total de 200 componentes y sus investigaciones sobre la financiación del nuevo movimiento le hicieron sospechar que estaba ante el germen de un serio problema. Pero el punto de inflexión lo marcó la destrucción por los talibanes de las estatuas gigantes de Buda en Bamiyán en marzo de 2001. Aunque el 11 de septiembre de 2001 parecía impensable, intuyó que algo muy grave podía estar a punto de ocurrir. Por entonces trabajaba como investigador de la oficina de Prevención del Terrorismo de Naciones Unidas.

En la actualidad es profesor en el Instituto para la Defensa y los Estudios Estratégicos de la Universidad de Nanyang, en Singapur, y ha escrito Inside Al Qaeda, el libro más completo sobre el grupo, además de otros seis sobre terrorismo.

Nueva propuesta para que Cartagena sea provincia


MURCIA.- Un grupo de expertos juristas va a proponer al letrado murciano Diego de Ramón, presidente de UDeRM, que como primer firmante presente ante la recién constituida Asamblea Regional un escrito para que la actual provincia de Murcia pase a denominarse provincia de Cartagena y que la Región mantenga su denominación actual, como una fórmula de salir del impasse político en que se encuentra esta cuestión desde la legislatura anterior.

Desde Madrid y desde Murcia no se ve sencillo ahora crear una nueva provincia de Cartagena, en coexistencia con la actual provincia de Murcia, por inconvenientes de todo tipo pero, sobre todo, comparativos: ¿habría que hacer lo mismo con Vigo, Ferrol, Gijón, Algeciras, Jerez, Motril, Elche, Denia, Gandía, Sagunto y Reus? El conflicto institucional estaría servido y bloquearía el proceso que se pudiera poner en marcha al reformar nuestro Estatuto de Autonomía. Los eventuales recursos contenciosos en contra podrían eternizar esta cuestión en los tribunales.

La fórmula propuesta es mucho más sencilla, si así lo decide la Asamblea Regional, dejando la capital regional en Murcia (como sucede con Santiago o Mérida) y la capital provincial trasladarla a Cartagena, incluso al edificio del antiguo Ayuntamiento, con todo lo que eso pudiera suponer. Es decir, llevar a Cartagena toda la administración periférica del Estado y dejar en Murcia la administración autonómica, incluso trasladar la Asamblea Regional a Lorca para mantener cierto equilibrio administrativo-institucional.

La idea, a falta de perfilar por Diego de Ramón, se va a someter previamente a la consideración del partido UDeRM y del Movimiento Ciudadano, para su debate y enriquecimiento por parte de la sociedad civil y de todas las instancias interesadas. El proceso conllevaría varios meses y necesitaría de dictámenes en diversos aspectos, aparte de contar con el Gobierno de la Nación aunque no lo precisaría de las Cortes.

Luego quedaría el intento oficial ante el Vaticano de recuperar la sede primada para Cartagena, con rango de Arzobispado, y crear dos nuevas diócesis en Murcia y Caravaca de la Cruz, esta última en su calidad de ciudad santa de la Cristiandad.- (NEM)

Constituida la nueva Asamblea Regional de Murcia


CARTAGENA.- La Comunidad Autónoma de Murcia inició hoy su VII legislatura con la constitución de la Asamblea Regional en función de los resultados electorales del pasado 27 de mayo, que dotan al PP de mayoría absoluta por cuarta vez consecutiva.

La sesión se inició pasado el mediodía, pero una hora antes ya se encontraban en el Parlamento la mayor parte de sus 45 diputados (29 PP, 15 PSOE y 1 IU-LV), así como los familiares de éstos y representantes de organizaciones e instituciones que llenaron el Patio de las Comarcas de la Asamblea.

Una vez en el hemiciclo, los parlamentarios que estrenaron escaño esta legislatura fueron los más felicitados y los que mayor interés suscitaron entre sus compañeros, en especial los "populares" José Antonio Ruiz Vivo, Manuel Campos, José Ballesta y María Teresa Marín.

Ramón Luis Valcárcel, que la próxima semana será investido por esta Cámara presidente de la Comunidad para los próximos cuatro años, entró acompañado por el diputado electo y portavoz del Gobierno en funciones, Fernando de la Cierva; además de por los también parlamentarios regionales Antonio Gómez Fayrén y Belén Fernández-Delgado.

La sesión arrancó con la constitución de la mesa provisional por parte de la diputada de mayor edad, María Dolores Soler, y los dos más jóvenes (María González y Víctor Martínez), y tras dar lectura a la relación de diputados electos fue reelegido, con 29 votos a favor y 16 en blanco, Francisco Celdrán como presidente de la Cámara.

Una vez proclamado el presidente de la Asamblea, los diputados votaron a los dos vicepresidentes y los dos secretarios, y resultaron elegidos Belén Fernández-Delgado (PP) como vicepresidenta primera y Teresa Rosique (PSOE) como segunda, así como Vicente Maeso (PP) secretario primero, y Antonio Martínez Bernal (PSOE) como segundo.

A partir de ahí, Francisco Celdrán, presidente del PP de Cartagena desde 1990 y del Parlamento regional desde 1995, juró su cargo, pasó a presidir la sesión y solicitó el juramento o promesa de acatar la Constitución y el Estatuto de Autonomía a los 44 diputados restantes, por orden alfabético.

Francisco Celdrán se dirigió a la Cámara comprometiendo a los diputados la "ilusión del primer día y la experiencia adquirida", y dijo que las seis legislaturas transcurridas hasta ahora hacen que el Parlamento murciano pueda homologarse "en cuanto a prácticas, usos y costumbres con los parlamentos de más abolengo democrático".

El reelegido presidente de la Cámara consideró que esta institución "debe ser asequible" a las distintas organizaciones sociales, y comentó que esa estrategia de acercamiento se ha seguido ya al abordar la mejora del empleo, tramitar distintas iniciativas legislativas y avanzar hacia la eventual reforma del Estatuto de Autonomía.

Según Celdrán, la Asamblea Regional tiene por cometidos la potestad legislativa, la aprobación de los presupuestos y el impulso, orientación y control del Gobierno, por lo que "a ello nos hemos de dedicar los próximos años", aseguró.

Antes de dar por concluida la sesión, el presidente del legislativo dio la bienvenida a la VII legislatura autonómica a sus compañeros parlamentarios, y manifestó su deseo de que la Cámara efectúe "digna y eficazmente" su labor.

En función de los resultados electorales del pasado 27 de mayo, la Asamblea Regional de Murcia está compuesta por 29 diputados del PP, uno más que la pasada legislatura; 15 del PSOE (uno menos), y un diputado de IU-LV, que se integrará en el Grupo Mixto al no contar con el mínimo de tres parlamentarios para formar grupo propio.
-
En los próximos cuatro años, el portavoz del grupo mayoritario del PP será Juan Carlos Ruiz, cargo que ostentaba en la anterior etapa; el del grupo socialista será el líder del PSOE murciano, Pedro Saura; y el portavoz de IU será su coordinador general en la Región, José Antonio Pujante.- (EFE)

Esperanza Aguirre acelera su plan para limitar los pisos a cuatro alturas en la Comunidad de Madrid


MADRID.- La presidenta en funciones de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, ha dado instrucciones a Elvira Rodríguez, nueva presidenta de la Asamblea de Madrid, para que habilite el mes de julio desde el punto de vista parlamentario con el fin de proceder a la aprobación de algunos de los proyectos más urgentes. Entre ellos figura la limitación a cuatro alturas de las nuevas viviendas en zonas residenciales, un plan que anunció en la reciente campaña electoral.

Esperanza Aguirre ha elegido como referencia el urbanismo que se practica en el Reino Unido, Alemania o Bélgica. Sus planes supondrán, en la práctica, una limitación de la densidad de edificación porque, en su opinión, los madrileños quieren ciudades menos densas y más amplias.

La limitación a cuatro alturas para las nuevas zonas residenciales sólo tendrá excepciones cuando se trate de construir edificios singulares que enriquezcan el patrimonio arquitectónico o cultural, según afirmó la presidenta durante la campaña.

www.cincodias.com

Rey de Arabia Saudita: "El conficto de Oriente Medio puede alcanzar dimensiones mundiales"

CASABLANCA.- "Si queremos identificar las raíces del terrorismo internacional, debemos dirigir la mirada hacia los focos de los conflictos internacionales, que los terroristas aprovechan como terreno fértil para promover sus planes criminales. Nuestra región está llena de esos conflictos. Su solución no sólo traería la seguridad y la estabilidad para la región y sus pueblos, sino que reforzaría los esfuerzos de nuestro país en la lucha contra el terrorismo y privaría a los terroristas de una justificación para sus perversos fines", dice hoy en una entrevista con "El País" el rey de Arabia Saudita, Abdalá Bin Abdelaziz.

"La región está cargada de problemas y esto nos preocupa enormemente. Mis temores son similares a los de toda la gente sensata: que la continuación de todos esos conflictos provoque un estallido que no se limite a la zona, sino que alcance dimensiones mundiales", advierte el monarca.

"Un programa nuclear en la región es otra carga más sobre ella. Nuestra posición se refleja, en primer lugar, en el apoyo a la no proliferación de armas nucleares en la región, y en trabajar para que se alcance un arreglo pacífico al dossier iraní, lejos de la tensión y el nerviosismo que dominan el actual lenguaje. (...) En lo que respecta a las armas nucleares, estoy profundamente convencido de que el mundo estaría mejor sin ellas. Ningún país las necesita, por lo tanto no es necesario mantener ninguna capacidad nuclear", se muestra convencido este anciano de 82 años.

"Esperamos que Occidente haga un esfuerzo similar para profundizar el respeto entre las distintas culturas, religiones y creencias, con el fin de lograr la coexistencia pacífica entre los pueblos", dice esperanzado también este líder indiscutible del mundo árabe.

www.elpais.com