Ahora que en 2006 todo está mucho más claro y que la Región de Murcia es conocida en casi todos los confines como "tierra dolaris", cabe rescatar una crónica publicada en febrero de 1996 en el anuario de "El Mundo" (cuyo autor era el fundador de "Murcia Confidencial"), a la sazón dirigido por el prestigioso catedrático de Estructura Económica, Ramón Tamames.
No detectó, como única gran omisión involuntaria, la utilización simultánea de entidades de ahorro autóctonas para evadir opaco dinero murciano a paraísos fiscales y traerlo luego a blanquear mediante el ladrillo. Eso explicaría tanto interés en construir miles de viviendas para extranjeros, en la costa y el interior, que ya no tienen comprador en nuestros tradicionales mercados europeos aunque siempre se puede buscar una salida en las "ejemplares" y recomendables repúblicas del Este.
Para los prebostes, figurones y aprovechados, que dicen ahora en público ver una región distinta a la que hoy refleja una prensa nacional de calidad y unos medios regionales independientes, y ya incontrolables por los "capos" de nuevo cuño, esa crónica adelanta demasiadas cosas sucedidas en los últimos diez años como para negar las evidencias.
Todo estaba premeditado en sus líneas generales y el devenir de los acontecimientos sólo puso los detalles y la aparición de nuevos personajes en escena, como Pedro García Meroño y Trinitario Casanova Abadía, amén de otros menos visibles, a lo hora de buscar quienes hiciesen la conversión de los panes y los peces. Lo que pasa es que ahora la Agencia Tributaria reclama su parte y ya tiene encartado a más de un testaferro. Y por los signos externos tan groseros, que exhibe sin ningún pudor, no tardará en "cazar" a otro muy relevante y relacionado con el extranjero, especiamente Gran Bretaña y Florida.
Cualquiera diría que el autor y periodista murciano Francisco Poveda, tenía, ya entónces, dotes de profeta o adivino porque, a diez años vista, publicó una crónica titulada "La mala suerte de Murcia", toda una premonición, en la que, entre otras cosas, escribía lo siguiente en noviembre de 1995:
"...la frustración hace presa en su sociedad, esperanzada con el vuelco político pendular que dió mayorías al PP.
En medio año de nuevo gobierno regional la alternancia amenaza con naufragar a manos de la oligarquía que fácticamente la soporta y que pretende privatizar gran parte del patrimonio natural común en el litoral, reformando leyes regionales de protección del territorio.
De poco sirvió la petición de obispo de Cartagena, Javier Azagra, de votar a los candidatos más honrados y capaces. Los presuntos corruptos culturales de la "Expo-92" han encontrado en Murcia impunidad y protección en los aledaños del nuevo poder.
El presidente electo, Ramón Luis Valcárcel Siso, condicionado a impulsar una política de desregulación ambiental con el pretexto del desarrollo turístico, ha empezado pronto a incumplir sus expresas promesas electorales. Aupado al cargo con la ayuda de constructores y especuladores urbanísticos de La Unión, Alhama y Mazarrón, su capacidad de maniobra ya es escasa.
Murcia no ha progresado en 1995. Carece de un líder natural auténtico y proyecto común; está a merced de todo tipo de depredadores y con una sociedad plenamente consciente pero incapaz de vertebrarse y dar una respuesta a mediocres osados, que aún campan por sus respetos ante la abdicación de un cuerpo social, abúlico para lo público, después de tres lustros de poder socialista.
La Región todavía carece del más mínimo peso específico o influencia neta cerca de La Moncloa o los poderes fácticos del país, convertida en una autonomía subsidiaria y subsidiada, gobierne quien gobierne en el Palacio de San Esteban, desde donde se administran los 100.000 millones de pesetas del Presupuesto murciano (...) pese a un Valcárcel receloso, consciente de sus limitaciones y que, además, no controla un partido de 25.000 afiliados con los que no contó a la hora de formar gobierno.
(...) el Instituto de Fomento ha estado y sigue al servicio de intereses particulares sin relación con los necesarios proyectos de Murcia que, con un millón de habitantes (la mitad son población activa, incluidos los 108.000 parados), tiene 300.000 en la pobreza, 11.000 familias habitando viviendas infrahumanas, la mayor siniestralidad laboral, los empleadores más intransigentes, sólo un 2% de contratados fijos, y una quinta parte de la población necesitada de una prevista asistencia de salud mental.
La última romería al Santuario de la Vírgen de la Fuensanta, patrona de la Vega del Segura, batió todos los récords históricos: medio millón de asistentes pidiendo protección al Cielo como último recurso".
No detectó, como única gran omisión involuntaria, la utilización simultánea de entidades de ahorro autóctonas para evadir opaco dinero murciano a paraísos fiscales y traerlo luego a blanquear mediante el ladrillo. Eso explicaría tanto interés en construir miles de viviendas para extranjeros, en la costa y el interior, que ya no tienen comprador en nuestros tradicionales mercados europeos aunque siempre se puede buscar una salida en las "ejemplares" y recomendables repúblicas del Este.
Para los prebostes, figurones y aprovechados, que dicen ahora en público ver una región distinta a la que hoy refleja una prensa nacional de calidad y unos medios regionales independientes, y ya incontrolables por los "capos" de nuevo cuño, esa crónica adelanta demasiadas cosas sucedidas en los últimos diez años como para negar las evidencias.
Todo estaba premeditado en sus líneas generales y el devenir de los acontecimientos sólo puso los detalles y la aparición de nuevos personajes en escena, como Pedro García Meroño y Trinitario Casanova Abadía, amén de otros menos visibles, a lo hora de buscar quienes hiciesen la conversión de los panes y los peces. Lo que pasa es que ahora la Agencia Tributaria reclama su parte y ya tiene encartado a más de un testaferro. Y por los signos externos tan groseros, que exhibe sin ningún pudor, no tardará en "cazar" a otro muy relevante y relacionado con el extranjero, especiamente Gran Bretaña y Florida.
Cualquiera diría que el autor y periodista murciano Francisco Poveda, tenía, ya entónces, dotes de profeta o adivino porque, a diez años vista, publicó una crónica titulada "La mala suerte de Murcia", toda una premonición, en la que, entre otras cosas, escribía lo siguiente en noviembre de 1995:
"...la frustración hace presa en su sociedad, esperanzada con el vuelco político pendular que dió mayorías al PP.
En medio año de nuevo gobierno regional la alternancia amenaza con naufragar a manos de la oligarquía que fácticamente la soporta y que pretende privatizar gran parte del patrimonio natural común en el litoral, reformando leyes regionales de protección del territorio.
De poco sirvió la petición de obispo de Cartagena, Javier Azagra, de votar a los candidatos más honrados y capaces. Los presuntos corruptos culturales de la "Expo-92" han encontrado en Murcia impunidad y protección en los aledaños del nuevo poder.
El presidente electo, Ramón Luis Valcárcel Siso, condicionado a impulsar una política de desregulación ambiental con el pretexto del desarrollo turístico, ha empezado pronto a incumplir sus expresas promesas electorales. Aupado al cargo con la ayuda de constructores y especuladores urbanísticos de La Unión, Alhama y Mazarrón, su capacidad de maniobra ya es escasa.
Murcia no ha progresado en 1995. Carece de un líder natural auténtico y proyecto común; está a merced de todo tipo de depredadores y con una sociedad plenamente consciente pero incapaz de vertebrarse y dar una respuesta a mediocres osados, que aún campan por sus respetos ante la abdicación de un cuerpo social, abúlico para lo público, después de tres lustros de poder socialista.
La Región todavía carece del más mínimo peso específico o influencia neta cerca de La Moncloa o los poderes fácticos del país, convertida en una autonomía subsidiaria y subsidiada, gobierne quien gobierne en el Palacio de San Esteban, desde donde se administran los 100.000 millones de pesetas del Presupuesto murciano (...) pese a un Valcárcel receloso, consciente de sus limitaciones y que, además, no controla un partido de 25.000 afiliados con los que no contó a la hora de formar gobierno.
(...) el Instituto de Fomento ha estado y sigue al servicio de intereses particulares sin relación con los necesarios proyectos de Murcia que, con un millón de habitantes (la mitad son población activa, incluidos los 108.000 parados), tiene 300.000 en la pobreza, 11.000 familias habitando viviendas infrahumanas, la mayor siniestralidad laboral, los empleadores más intransigentes, sólo un 2% de contratados fijos, y una quinta parte de la población necesitada de una prevista asistencia de salud mental.
La última romería al Santuario de la Vírgen de la Fuensanta, patrona de la Vega del Segura, batió todos los récords históricos: medio millón de asistentes pidiendo protección al Cielo como último recurso".